Ejemplos con apercibieran

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Ir a avisar puntualmente a los para indicarles los pasajes que debían aplaudir fuertemente en la comedia y en la tonadilla, indicándoles también la función que preparaban para que se apercibieran con patriótico celo a la lucha.
Corrió en esto la voz de que César, habiéndose apoderado de Arímino, ciudad populosa de la Italia, venía contra Roma con todo su ejército, pero esta noticia era falsa, porque hacia su marcha con solos trescientos caballos y cinco mil infantes, no habiendo tenido por conveniente aguardar a las demás tropas que estaban del otro lado de los Alpes, con la mira de acometer a los contrarios cuando estuviesen perturbados y desprevenidos, sin darles tiempo para que se apercibieran a la pelea. Habiendo, pues, llegado al río Rubicán, que era el límite de su provincia, se paró pensativo y estuvo por algún tiempo meditando lo atrevido de su empresa. Después, como los que de un precipicio se arrojan a una gran profundidad, cerró la puerta a todo discurso, apartó los ojos del peligro, y sin articular más palabras que esta expresión en lengua griega: Tirado está el dado, hizo que las tropas pasaran el río. Apenas se divulgó la noticia, la turbación, el miedo y el asombro se apoderaron de Roma como nunca antes, el Senado partió corriendo en busca de Pompeyo, y también acudieron las autoridades. Preguntó Tulo acerca del ejército y tropas, y respondiéndole Pompeyo con inquietud, y como quien no está muy seguro, que tenía prontos los soldados, que, habían venido del ejército de César, y pensaba reunir en breve los que ya estaban alistados, que serían unos treinta mil, exclamó Tulo: “¡Nos engañaste, oh Pompeyo!”, y fue de dictamen que se enviara a César una embajada. Un tal Favonio, hombre, por otra parte, de bondad, pero a quien con ser arrojado e insolente le parecía que imitaba la libertad y entereza de Catón, dijo entonces a Pompeyo: “Esta es la hora de que des aquel puntapié en el suelo, haciendo brotar las tropas que prometiste”, y tuvo que aguantar con mansedumbre esta impertinencia. Mas recordándole Catón lo que al principio había predicho acerca de César, le contestó que, si bien Catón había profetizado mejor, él había procedido con mayor candor y amistad.

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