Ejemplos con apearan

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Cuando el Príncipe Negro estuvo satisfecho con el dispositivo que había ordenado formar, mandó a todos los soldados que se apearan y enviaran las monturas a retaguardia para proteger a los animales.
A esta nueva fuerza dieron sus fundadores el nombre de el vulgo la llamó y por respondían los nuevos nacionales, sin ofenderse del tratamiento ni pretender que se lo apearan.
El que más valimiento tenía con él era su liberto Demetrio, mozo que no carecía de talento para lo demás, pero que abusaba demasiado de su fortuna, acerca del cual se refiere lo siguiente: Catón el Filósofo, que todavía era joven, pero gozaba ya de gran reputación y tenía altos pensamientos, subió a Antioquía, no hallándose allí Pompeyo, con el objeto de ver y observar aquella ciudad. Iba a pie, según su costumbre, pero sus amigos le acompañaban a caballo. Vio desde cierta distancia delante de la puerta gran número de hombres vestidos de blanco, y a los lados del camino, a una parte jóvenes y a otra muchachos, con entera separación, de lo que se incomodó, creyendo que aquello se hacía en honor y obsequio suyo, cuando estaba bien distante de apetecerlo. Dijo, pues, a sus amigos que se apearan y caminasen a pie con él, y cuando ya estuvieron cerca, el que dirigía todo aquello, puesto al frente de la comparsa, y llevaba como distintivo una corona y un bastón, les salió al encuentro, preguntándoles dónde habían dejado a Demetrio y cuándo llegaría. A los amigos de Catón les causó risa, pero Catón exclamó: “¡Desgraciada ciudad!” Y sin decir más palabra pasó adelante. El que este Demetrio no ofendiese y chocase más se debía al mismo Pompeyo, que, tratado de él con insolencia, no se mostraba disgustado, pues se dice que en los banquetes de Pompeyo, cuando éste aguardaba y recibía a los convidados, él estaba ya sentado fastuosamente con el gorro calado hasta más abajo de las orejas. Aun antes de volver a Italia era ya dueño de los sitios más deliciosos de sus cercanías y de los más bellos gimnasios, y había adquirido unos soberbios jardines que se llamaban los Jardines de Demetrio, cuando Pompeyo hasta su tercer triunfo habitó una casa nada más que regular y de poco precio. Después, habiendo construido para los Romanos aquel tan magnífico y celebrado teatro, edificó como apéndice de él una casa de mejor aspecto que la otra, aunque nunca tal que pudiera chocar, tanto, que el que la adquirió después de Pompeyo, al entrar a reconocerla, se admiró y preguntó dónde tenía el comedor Pompeyo Magno. Así es como se cuenta.
A esta nueva fuerza dieron sus fundadores el nombre de Tiradores de la Patria, el vulgo la llamó Patulea, y por patuleos respondían los nuevos nacionales, sin ofenderse del tratamiento ni pretender que se lo apearan.

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