Ejemplos con apartaban

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Formó un grupo llamado Sociedad para los Nuevos Contactos y el otro Sociedad para los Penitentes , el primero predicaba a los nuevos convertidos y el segundo se encargaba de rescatar a los que se apartaban de la Iglesia.
Mientras tanto, los duros corsarios ibicencos, al repartirse el botín, apartaban un fondo para la compra de sábanas destinadas a convertirse en vendajes de sus futuras heridas, y dejaban otra parte de las ganancias para que un sacerdote celebrase misa todos los días mientras ellos estuviesen fuera de la isla.
Los ojos del médico se apartaban del mar para convergir en su aplastada nariz.
Se apartaban los soldados para abrir paso a la comitiva, asomaban caras barbudas y curiosas en los callejones.
Los surcos se apartaban piadosamente, rodeando con su pequeño oleaje, como si fuesen islas, a estos pedazos de suelo rematados por banderas o cruces.
Y todos, obsesionados por sus pensamientos, se apartaban y aislaban para reflexionar mejor.
Mina y Fernando, para evitarse la molesta refracción, apartaban sus ojos del horizonte, mirando debajo de ellos mientras hablaban.
Los hombres se apartaban de las señoras, a las que habían cortejado hasta entonces.
En tanto, los del convoy me apartaban hacia otro lado, y por sus miradas y actitudes comprendí que todos se ponían de parte de la señora.
En tanto, mi padre, mi hermana y otras personas que por su metimiento en la casa eran como de la familia, apartaban a ratos su atención del grave negocio bélico para ocuparse de mí.
Cuando vi que se apartaban de él los curas, que le dejaban solo, cruzado de brazos, sin vendar los ojos, y que él miraba impávido los fusiles que pronto apuntarían a su pecho, cerré los ojos.
El caso vergonzoso de su hija, primero, después el desastrado acabamiento de su esposa con aquel grosero delirar, más propio del populacho que de enfermos decentes, tenían al respetable señor muy alicaído: su rostro, antes plácido, se le había vuelto tenebroso, diez años lo menos se habían aumentado al natural peso de su edad, ni las más picantes discusiones o chismografías políticas le apartaban de su tristeza y amargura.
Mientras el sacerdote oficiaba y la muchedumbre atendía prosternada, sus ojos apenas se apartaban de los de Rosa, que muy a menudo los volvía también hacia él, húmedos y extáticos.
Iba siempre acompañado de Nicolás, y como además no se apartaban de la recogida las dos monjas, no había medio de expresarse con confianza.
Aquella hendidura, labrada por la fuerza brutal de la Naturaleza, parecía angosta vista de lejos, mas de cerca, sus paredes, formadas por las aristas y angulosidades de las rocas, se apartaban, dejando en medio un vacío ancho y tenebroso, donde en confuso desorden iba hacinando el tiempo peñas rodadas, troncos caídos y malezas barridas por los vendavales.
Celestino pudo abrirse calle por entre dos filas de garrotes, navajas, escopetas, sables y puños vigorosos, que se apartaban para darle paso.
Después le parecía que los muros se apartaban: se encontraba en el interior de una gran sala, cuyas paredes estaban tendidas de negro, en el fondo había una mesa con un crucifijo y dos velas amarillas, y sentados alrededor de esta mesa cinco hombres de espantosa mirada, cinco inquisidores vestidos con la siniestra librea del Santo Oficio.
Los paseos dominicales cesaron cuando Elías tuvo ocupaciones y preocupaciones que le apartaban de su casa: entonces ella se limitó a oír misa muy de mañana en las monjas de Góngora, y en esta expedición la acompañaba una criada alcarreña llamada Pascuala, que Coletilla había tomado a su servicio.
En este tiempo habló otra vez Ricardo con Leonisa, y le declaró toda su intencion, y ella le dijo la que tenia Halima, que con ella habia comunicado: encomendáronse los dos el secreto, y encomendándose a Dios, esperaban el dia de la partida: el cual llegado, salió Hazan acompañándolos hasta la marina con todos sus soldados, y no les dejó hasta que se hicieron a la vela, ni aun quitó los ojos del bergantin hasta perderle de vista, y parece que el aire de los suspiros que el enamorado moro arrojaba, impelia con mayor fuerza las velas que le apartaban y llevaban el alma, mas como aquel a quien el amor habia tanto tiempo que sosegar no le dejaba, pensando en lo que habia de hacer para no morir a manos de sus deseos, puso luego por obra lo que con largo discurso y resoluta determinacion tenia pensado: y así en un bajel de diez y siete bancos, que en otro puerto habia hecho armar, puso en él cincuenta soldados, todos amigos y conocidos suyos, a quien él tenia obligados con muchas dádivas y promesas, y dióles órden que saliesen al camino y tomasen el bajel del cadí y sus riquezas, pasando a cuchillo cuantos en él iban, si no fuese a Leonisa la cautiva, que a ella sola queria por despojo aventajado a los muchos haberes que el bergantin llevaba: ordenóles tambien que le echasen a fondo, de manera que ninguna cosa quedase que pudiese dar indicio de su perdicion.
En este tiempo habló otra vez Ricardo con Leonisa y le declaró toda su intención, y ella le dijo la que tenía Halima, que con ella había comunicado, encomendáronse los dos el secreto, y, encomendándose a Dios, esperaban el día de la partida, el cual llegado, salió Hazán acompañándolos hasta la marina con todos sus soldados, y no los dejó hasta que se hicieron a la vela, ni aun quitó los ojos del bergantín hasta perderle de vista, y parece que el aire de los suspiros que el enamorado moro arrojaba impelía con mayor fuerza las velas que le apartaban y llevaban el alma.
Llegó la tarde, partiéronse de aquel lugar, y a obra de media legua se apartaban dos caminos diferentes, el uno que guiaba a la aldea de don Quijote, y el otro el que había de llevar don Álvaro.
Díjome que poco antes de llegar a donde íbamos a parar se apartaban varios caminos, que debíamos ir con mucho cuidado para no tomar uno por otro, que él era baqueano, pero que podía perderse, haciendo mucho tiempo que no había andado por allí:.
Bajo las miradas compasivas de los labriegos que se apartaban en silencio para darle paso, apareció el viejo con la cabeza inclinada.

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