Ejemplos con apóstol

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Se imaginó que de sus ojos caían escamas, como de los del apóstol hebreo en el camino de Damasco.
Por un lado se llama Rothschild, y es el capitán de todos los que guardan el dinero, por otro lado se llama Carlos Marx, y es el apóstol de los que quieren quitárselo a los ricos.
¡Quemarle ante un paisaje tan hermoso, tal vez una mañana como aquélla! ¡Meterse en la boca del lobo y dar la vida por si el Papa era bueno o malo, o los laicos debían comulgar con vino lo mismo que los sacerdotes! ¡Morir por tales simplezas cuando la vida es tan hermosa y el hereje hubiera podido amenizarla ricamente con cualquiera de las rubias pechugonas y caderudas, amigas de cardenales, que presenciaron su suplicio! ¡Infeliz apóstol! Febrer compadecía irónicamente la simpleza del mártir.
El predicador exaltábase al relatar esta acción victoriosa, atribuyendo la mejor parte del éxito a la Reina de los Cielos y al guerrero apóstol.
Se arrodillan, invocan al apóstol Santiago, y esperando un milagro, atacan con sus escopetas, arcabuces, lanzas y hachas.
San Pablo fué también el apóstol áspero de la castidad.
En las epístolas de San Pablo vemos, sin posible interpretación en contrario, que el apóstol se creía inmortal, que cuantos profesasen en la fe de Cristo se harían inmortales, y que el Salvador volvería a establecer el reinado de la felicidad sobre la tierra para sus fieles, lo que él llamaba la , y como lo predicaba el apóstol así lo creían los secuaces.
El apóstol vió al cabo que él y todos los cristianes tenían que morirse, pero como no podía renunciar a la felicidad, decidió que no se moría sino el cuerpo, y que el espíritu, inmortal, penetraba en el reinado de Cristo, en la Gloria.
¡Figúrese usted! Yo mismo hube de procurarme la salvación, yo mismo, con la ayuda de Dios y de la mano de San Pablo, el apóstol de los gentiles, que no conoció a Cristo.
Piensa Guyau que no de otro modo debe estar esculpida nuestra alma, y él mismo, el dulce maestro, ¿no es por la evangélica hermosura de su genio de apóstol, un ejemplo de esa viva armonía?.
El argumento del apóstol traidor ante el vaso de nardo derramado inútilmente sobre la cabeza del Maestro, es, todavía, una de las fórmulas del sentido común.
Nunca se había preocupado de averiguar dónde estaba la sepultura del famoso apóstol de Valencia,.
¡Sí que era guapa! El revoloteo de sus faldas y los frecuentes encontrones que tuvo con ella en sus idas y venidas por la cocina perturbaron al apóstol.
supondrá, lo que verdaderamente valían las órdenes religiosas en México, comprendí, con dolor, que habían acabado ya los bellos tiempos en que el convento era el plantel de heroicos misioneros que a riesgo de su vida se lanzaban a regiones remotas a llevar con la palabra cristiana la luz de la civilización, y en que el fraile era el apóstol laborioso que iba a la misión lejana a ceñirse la corona de las victorias evangélicas, reduciendo al cristianismo a los pueblos salvajes, o la del martirio, en cumplimiento de los preceptos de Jesús.
no es un fraile, sino un apóstol de Jesús.
La bella y santa idea de la Fraternidad humana en todas sus aplicaciones debe encontrar en el misionero evangélico su más entusiasta propagandista, y así es como este apóstol logrará llevar a los altares de un Dios de paz a un pueblo dócil, regenerado por el trabajo y por la virtud, al campo y al taller, a un pueblo inspirado por la idea religiosa que le ha impuesto, como una ley santa, la ley del trabajo y de la hermandad.
Yo vengo aquí, a rendir el tributo infeliz de mis palabras, al literato insigne, al poeta sincero, al orador maravilloso, al hombre tierno y sonoro, grande y bueno, que despertó en mi alma, ya con las armonías incomparables de su joyante prosa, ya con los trinos melodiosos de sus versos, ya con el himno triunfal de su voz pitonisaria, el amor inextinguible por la Libertad y la Belleza, al hombre cuya cabeza ya está hueca, cuyos labios ya están mudos, cuya mano está ya deshecha, al apóstol y al mártir que reposa para siempre en la almohada eterna y en el inmortal silencio.
Así terminó, así se obscureció para siempre, la lámpara pura y serena de aquel gran cerebro, dictador de genio , así dejó de latir aquel gran corazón, profesor de virtudes, así, entre chocar de aceros y estampidos de fusilería, pasó el gran Apóstol a ser huésped eterno de la suprema luz.
Era una pequeña comunidad que se agrupaba en torno del apóstol enfermo con el fervor que inspira lo desconocido.
Aquella elocuencia natural que había causado asombro al iniciarse en el Seminario, se hinchaba y esparcía como un gas embriagador en las reuniones revolucionarias, enardeciendo a la muchedumbre desarrapada, hambrienta y miserable, que sentía estremecimientos de emoción ante la sociedad futura descrita por el apóstol: la ciudad celeste de los soñadores de todos los siglos, sin propiedad, sin vicios, sin desigualdades, donde el trabajo sería un placer y no existiría más culto que el de la ciencia y el arte.
El barrio de San Sulpicio, con sus calles tranquilas y silenciosas a la española y sus beatas de velo negro que pasan rozando los muros del Seminario, atraídas por el toque de las campanas, fue para el seminarista español lo que el camino de Damasco para el apóstol.
Era la espada del apóstol que volvía al mundo para imponer la fe.
¿Paquito? ¡Vaya un apóstol! ¿Y por qué no se mete él fraile?.
Abajo, la plataforma del escenario, donde se representaban los , piezas dramáticas, cándidas y sencillas como sus versos lemosines, cuyo argumento, girando en torno del mismo punto, trata siempre de las querellas feudales entre Centelles y Vilaraguts, de la conversión de los moros de Granada o de alguna treta de los impíos contra el elocuente apóstol, todo sazonado al final con el necesario milagro del santo y el correspondiente sermón en endecasílabos.
Es idea míaprosiguió la otra con la inspiración de un apóstol y la audacia criminal de un anarquista.
Estuvo luchando un rato entre la piedad y el deber, y como el ciego volviese a preguntarle con insistente afán: ¿pero es cierto que al morir nos convertimos en berzas? le replicó el apóstol:.
Apóstol fanático de la limpieza, a la que seguía sus doctrinas la agasajaba y mimaba mucho, arrojando tremendos anatemas sobre las que prevaricaban, aunque sólo fuera venialmente, en aquella moral cerrada del aseo.
Indudablemente era muy de agradecer el interés que aquel bondadoso apóstol de Cristo se tomaba por ella.
¿Y tú no has ido a la Catedral todavía? ¿Pero de veras no le has rezado un Credo al Santo Apóstol, judío?exclamaba la chica vertiendo provocativa luz de sus pupilas radiantes.

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