Ejemplos con andrajosa

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Después que devoró con famélicas ansias el comistraje que le sirvió una mujer desgreñada y andrajosa, mostrome el caballero un montón de cartas recibidas de Madrid y las contestaciones que él había ya medio escrito.
Era horriblemente fea, andrajosa, fétida, y al cantar parecía que se le salían del casco los ojos cuajados y reventones, como los de un pez muerto.
Una mujer andrajosa, que parecía tan salvaje y feroz como los hombres que en aquel pueblo vi, salió conmigo al camino y señalando a un punto en la oscuridad del espacio negro, dijo sordamente:.
-¡Y la muy andrajosa de mi sobrina se marchaba tan contenta! -dijo Requejo, encerrando de nuevo a Inés en el miserable cuartucho.
Pero la desventura infunde valor, recobró algún ánimo y se dispuso a seguir preguntando, cuando vio llegar a una mujer andrajosa que traía un niño de la mano y otro en brazos.
Pero antes de ser interpelada, la mujer andrajosa habló a Clara en estos términos:.
¿Y tú te quieres comparar con la hija de Pimienta, que es una pardita andrajosa, callejera, y mal criada? El día menos pensado traen a esa espiritada, a su casa en una tabla con la cabeza partida en dos pedazos.
Pero antes de ser interpelada, la mujer andrajosa habló a Clara en estos términos:.
Vestía ropa andrajosa.
Una mujer joven y hermosa, demacrada, sucia y andrajosa se presentó diciendo con tonada cordobesa:.
Era un hombre de estatura mediana, vestido toscamente, como correspondía a su oficio, con una camisa de colores que asomaba por los rotos de su andrajosa chaqueta.
Entonces se abrió la puerta, y se halló nuestro caballero en un zaguán mezquino y sucio, en el que una mujer vieja y andrajosa tenía un lecho de malísima paja.
En el Museo de las familias, de Mellado, la mísera y casi andrajosa Ilustración, de Fernández de los Ríos, y El Semanario Pintoresco, no recuerdo de quién, pero sí que andaba en sus postrimerías, dábanse a luz, entre muchas traducciones, algunos trabajillos sueltos con las firmas precedentes que no han de inmortalizarse allí, y otras tantas que se han olvidado ya, o que, de seguro, estarán en Los españoles pintados por sí mismos, mamotreto célebre en que se declara todo menos lo que el editor se propuso, porque entiendo que en España hay algo más, como color nacional y distintivo, que zapateros de portal, beatas, canónigos, toreros, mozos de cordel y cuanto se inventaría en aquel catálogo de excepciones singularísimas, lo cual no quiere decir que cada figura de por sí no sea digna obra del pincel que la trazó, pero sí que el rótulo del álbum fue mal aplicado, o no se ajustaron a su sentido los pintores que iban llenando las hojas.
¡vaya, que estaba a propósito para aquel lugar! Sin ser andrajosa, más era de mendigo que de caballero.
Se les obligaba a estudiar en aquella triste hora, vigilados por el pasante, a quien una mujer andrajosa llevaba la comida en dos cazuelillos.
Por delante de la mesa se paseaba una sombra andrajosa: era ella, Isidora.
Porque la creyó raptada de algún príncipe gallardo y atrevido, y declaró a varios la guerra, sin sospechar que, a dos pasos de palacio, andrajosa, ahumada, maltratada, sujeta por el miedo y la vergüenza de su degradación, Querubina ponía a la lumbre la escudilla del bárbaro marido.
Pero la desventura infunde valor, recobró algún ánimo y se dispuso a seguir preguntando, cuando vio llegar a una mujer andrajosa que traía un niño de la mano y otro en brazos.
Antes que el anciano hubiera podido responder una sílaba, aquella aparición de pies desnudos y ropa andrajosa había llenado la regadera.
Roger cogió con alguna repugnancia la andrajosa prenda, pero como sintiese luego frío, se cubrió con la capa del pobre con la que quedó poco menos que desconocido.
El pródigo disipa sus riquezas en los placeres y en la ostentación, pero no tarda en encontrar un vengador de sus desvaríos en la pobreza andrajosa y hambrienta que le impone, en vez de goce, privaciones, en vez de lujosa ostentación, escasez vergonzosa.
Ana participó un momento de aquella voluptuosidad andrajosa.
«¿Sabes por qué eres andrajosa, y fea y esclava vil y degradada, ¡oh, Villavieja infelice? Porque el templo de tu Dios está henchido de riquezas, y sus criminales derviches adormeciéndote con sus cánticos soporíferos, como adormece el vampiro a sus víctimas con el aire de sus alas para chuparles la sangre.
¡Lo comprendemos, sí, lo comprendemos! Te ves andrajosa y fea, y esclava vil, y degradada y sola, entre la muchedumbre de otros pueblos risueños, hermosos, libres y florecientes.

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