Ejemplos con amenazándola

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Skírnir intenta cortejar a Gerðr en nombre de Freyr, ofreciéndole, primero regalos, pero finalmente termina amenazándola.
Entonces el narco decide volver por Joana a cualquier precio, ya sea por la fuerza, incluso amenazándola con matar a Miguel.
Erec prohíbe a su mujer hablarle, amenazándola con la pena de muerte.
Un día, que Gimenez no estaba, el teniente alcalde va al rancho de Vicenta, golpéándola luego de que lo rechazara y amenazándola con quitarle el hijo.
Roma extorsiona a Cartago, amenazándola con una nueva guerra, si no se le entrega Cerdeña y Córcega.
Alice y Jasper la llevan al sur donde bella recibe una llamada de James, amenazándola con matar a su madre si no le da su sangre.
Pero cuando Jill abrie la puerta para devolverle la prenda, Cecil la ataca, amenazándola con un cuchillo para que le de las llaves para robar en la clínica.
Fortunata soñó aquella noche que entraban Aurora, Guillermina y Jacinta, armadas de puñales y con caretas negras, y amenazándola con darle muerte, le quitaban a su hijo.
So pretexto de una enfermedad grave, Cordero hizo venir a Doña Crucita a su casa, y luego que la tuvo allí, le endilgó este discurso, amenazándola con una gruesa llave que en la mano tenía:.
Aquellas pruebas son una diadema entregada por Edelmira a Loredano, y cierta carta que su padre le obligó a firmar, amenazándola con matarse si no lo hacía.
O, mejor dicho: hoy, antes de quedarme solo, cuando pensaba haber despertado de uno de esos sueños densos, en que nada se siente, sueño de tinieblas en que nada se ve, sueño que es la negación de la existencia y del que se despierta, antes de acabarse de dormir, espeluznados, estremecidos, fríos como si se hubiera sentido el contacto de la mano de la muerte, cuando sólo creí, repito, despertar de un sueño horrible, me han dicho que he estado un mes delirando, furioso, nombrando a Amparo, amenazándola, apostrofándola, insultándola, prodigándola los epítetos más degradantes.
Rosita, no contenta con esto, dictó ella misma una carta insolente a doña Ana, amenazándola si no pagaba en el término señalado.
Y diciendo esto, le dio un vaso de cristal, amenazándola con palabras ásperas si no cumpliese lo que le mandaba.
Pero al propio tiempo, le recomienda, amenazándola repetidas veces con las mas duras penas, que jamás ceda a los perniciosos consejos de sus hermanas, y que no intente, jamás, descubrir la figura de su esposo.
»Y con estas palabras le dio un frasco de bruñido cristal, amenazándola con terribles castigos.
El Marques le habia mandado matarla sin decirla nada, pero él para hacerle mas dura la muerte dándole á conocer que su infame conducta estaba descubierta, y para que supiese que era víctima de tu impúdica fragilidad, la dijo con una risa colérica: ¡inocente! ¡una muger infame, que ha recibido regalos de un hombre que apénas conoce, que le ha dado su retrato, y que ha pasado con él en su alcoba las noches de ayer y ántes de ayer! Pero vamos, todo esto está demas, yo no os doy mas de un instante para pedir perdon á Dios de tan horribles pecados, y sino lo haceis presto, no me detendré mas en ejecutar la órden que se me ha dado, y esto la decia amenazándola con su daga.
–Aquí comenzó a elevar la voz, casi amenazándola y con los puños apretados por la ira-.
Se presentó en la puerta de la casa del señor Doran cuando nosotros acabábamos de volver, e intentó abrirse paso a empujones, pronunciando frases muy injuriosas contra mi esposa, e incluso amenazándola, pero yo había previsto la posibilidad de que ocurriera algo semejante, y había dado instrucciones al servicio, que no tardó en expulsarla.
Estando la dicente una noche en su celda, llega un hombre a ésta, quien la ata, la golpea, y amenazándola la viola, prohibiéndole comentar lo sucedido.
A la señora tambien la ataron y la encerraron en un cuarto sin luz, amenazándola con la muerte si proferia la menor palabra.
No se hastiaba nunca de mirarla el condenado hombre, con maliciosa sonrisa, sobándose sin cesar la barba, y ante estas miradas, sentía ella pavor inmenso, cual si en despoblado se le apareciera un toro jarameño amenazándola con su horrible cornamenta.
Como era hechicera, hizo mal de ojo al hijo del Rey, que enfermó gravemente, y desahuciado por los médicos de cámara, a la desesperada llamaron a la maldita y rencorosa vieja, para que remediase el mal que había hecho, amenazándola con desollarla viva, quemarla y aventar sus cenizas.
A cada frase daba un paso hacia ella, amenazándola con el retrato.
Sabe Dios las cosas que se habrían oído si el aya no la contuviera, ya tapándole la boca, ya amenazándola con que el Señor le iba a quitar la lengua.
Pero guárdate de dejarte persuadir por sus ruegos, y cada vez que se quite una prenda de vestir, has de gritarle: «¡Quítate lo demás!» Y continuarás amenazándola con la muerte hasta que esté completamente desnuda.
Andrajosos vestiglos amenazándola con el contacto de sus llagas purulentas, la obligaban, entre carcajadas, a pasar una y cien veces por angosto agujero abierto en el suelo, donde su cuerpo no cabía sin darle tormento.
Había ordenado terminantemente a su mujer que no hiciera el menor gasto, amenazándola con no reconocer ninguna deuda que contrajera.

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