Ejemplos con amándola

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Amándola demasiado y procurando evitar su infelicidad, el joven decide dar a su esposa la libertad de irse con Luce.
Adopta a la infante, llamándola Julia, y amándola como si fuera su propia hija.
Pero, enamorado, termina por aceptar aquel suceso para continuar amándola en secreto.
Los guionistas se oponían afirmando que el personaje era todo un hombre justamente porque era capaz de seguir amándola a pesar de las sospechas sobre su conducta.
El director sostenía que la película debía mostrar en forma inequívoca que la esposa se había entregado al acosador y los guionistas se oponían afirmando que el personaje era todo un hombre justamente porque era capaz de seguir amándola a pesar de las sospechas sobre su conducta.
Pipino mandó dar muerte a la dama impostora y se casó con Berta, amándola por siempre pues era una mujer muy bella y piadosa.
¿Huir, amándola tanto? Si tenía enemigos, podía contar con él para su defensa.
Pero el pobre ingeniero, que más allá de su trabajo sólo veía a su esposa, amándola como mujer y admirándola como un ser delicado y superior, resumen de todas las gracias y elegancias, no podía resignarse, y gritó y amenazó sin recato alguno, haciendo que el escándalo se esparciese por todo el círculo de sus amistades.
¡Cuánto debía haberla amargado el desengaño al descubrir la inutilidad de su entrega! Sin duda, el engaño no se le había presentado evidente de improviso: mientras el Príncipe había continuado amándola, ella había seguido esperando: creyéndolo, sintiéndolo su esposo en el alma, en la sinceridad de la conciencia, había esperado por largo tiempo, llena de esperanza.
¡La perdería amándola tanto! ¡La diferencia de fortuna, la maldita ley de clases, les cerraría el camino, separándolos!.
Qué sé yo dentro de mí anida este convencimiento como un germen de esperanza, como una semilla que está dentro de la tierra y que no ha brotado pero que vive Si me constara que ella se ha dicho esto, yo al verla tan religiosa, me volvería el hombre más católico del mundo Por agradarle, ¡cuántas funciones y misas había de costear yo! Y no haría esto con hipocresía, porque amándola, vendría la fe, la fe, sí, que se ha ido yo no sé adónde Creo que ya amanece.
¿La viste? Pues si la viste ¿a qué me dices si seguiré amándola? Su padre y los míos antes me quieren ver muerto que casado con ella.
He hecho cuanto he podido en cambio, ella me ha dado acaso, la salvación de mi alma, porque estaba desesperado y Amparo ha sido para mí un amparo de Dios, porque me ha obligado a amarla: porque amándola, he llenado mi corazón con un afecto, y he podido consolarme y esperar con resignación el fin de mi jornada.
Todas estas gracias, adquiridas y puestas sobre la natural suya, poco a poco fueron encendiendo el pecho de Ricaredo, a quien ella como a hijo de su señor queria y servia: al principio le salteó amor con un modo de agradarse y complacerse de ver la singular belleza de Isabela, y de considerar sus infinitas virtudes y gracias, amándola como si fuera su hermana, sin que sus deseos saliesen de los términos honrados y virtuosos.
¿Amaba a su prima porque en su rostro, en sus ojos, en su sonrisa, había creído descifrar y traslucir un espíritu simpático con el suyo, lleno de inteligencia, de pasión y de vida? El doctor recelaba que iba ya amándola así, y entonces concedía, no que la amaba como se ama a la mujer en general, sino con el exclusivismo propio del verdadero amor, con predilección al menos.
Hoy que se veía libre de él, se avergonzaba de su ceguedad de los primeros días, y se felicitaba de que el cielo o su buena suerte lo hubiesen salvado del peligro de haberse enlazado con aquella criatura, o al menos de la desgracia de seguir amándola, lo que habría sido terrible para él, dado su carácter altivo e intensamente apasionado.
Mientras don Juan añadía a los antiguos blasones de su casa nuevos timbres con los laureles con que en Flandes se coronaba, vegetaba su hermano al lado de Violante, amándola cada día más.
Fue vista de todos, unos alabando su hermosura y la dicha de su marido en merecerla, y otros envidiándola y sintiendo no haberla escogido para sí, y otros amándola ilícita y deshonestamente, pareciéndoles que con sus dineros y galanterías la granjearían para gozarla.
-¡Oh, seguís amándola! - dijo Ketty, que no había separado un instante los ojos del rostro del joven.
Hecho este voto, pudo conocerla el rey, y continuó lo mismo en adelante, amándola desde entonces con particular cariño.
Era un hombre como casi todos, nacido para haber amontonado algún dinero al llegar la edad de flaquear los entusiasmos juveniles, y enamorarse entonces de una mujer hacendosita e incapaz de toda abnegación sentimental, a propósito para cocerle los garbanzos, repasarle la ropa y darle robusta sucesión, amándola él con todos los trámites legales o esperas necesarias, después de pesarlo, de medirlo todo, ante una pudorosa aquiescencia de la turbamulta, con la inexcusable bendición del cura y con el sesudo visto bueno del juez.
Éstos pasaban los poros de la corteza terrestre y llegaban a él, y él, amándola también, besaba las rosas de cierto jardín, y ella, la enamorada, tenía - yo lo notaba - convulsiones súbitas en que estiraba sus labios rosados y frescos como pétalos de centifolia ¿Cómo ambos así se sentían? Con ser quien soy, no lo sé.
«-Podéis seguir amándola.

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