Ejemplos con altiva

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Toda la acometividad de su carácter bilioso y el entusiasmo de su fe seca y altiva los había dedicado a la política y la religión.
Todos los instintos de su rebelde y altiva naturaleza han recibido desde el principio una dirección extraña, merced a aquella vida errabunda de playa y de muelle de las Naos en que gastó sus primeros años.
Dentro de esa contemporánea literatura del Norte, en la cual la preocupación por las altas cuestiones sociales es tan viva, surge a menudo la expresión de la misma idea, del mismo sentimiento, Ibsen desarrolla la altiva arenga de su Stóckmann alrededor de la afirmación de que las mayorías compactas son el peligro más peligroso de la libertad y la verdad , y el formidable Nietzsche opone al ideal de una humanidad mediotizada la apoteosis de las almas que se yerguen sobre el nivel de la humanidad como una viva marea.
Animados por ese sentimiento, entrad, pues, a la vida, que os abre sus hondos horizontes, con la noble ambición de hacer sentir vuestra presencia en ella desde el momento en que la afrontéis con la altiva mirada del conquistador.
No nos hacemos ilusionesdijo el profesor con altiva tristeza.
Su cabellera verde estaba adornada con perlas y corales fosforescentes, su sonrisa altiva, de soberana, de diosa, venía a completar la majestad de esta diadema.
No he tenido suerte Soy demasiado altiva para triunfar.
Cuando el preso quedó resguardado por los pechos de varios suboficiales, Ferragut pudo verle de cerca, con una sien manchada de sangre y una expresión fría y altiva en los ojos.
Eso no, padregritó la altiva castellana.
Conocíase esto en el modo de caerle la ropa, en no sé qué corte viril de las rodillas y los hombros, además, se traslucía en aquel hombre la altiva superioridad que dan juntamente la riqueza, el nacimiento y el hábito de ser obedecido.
Experimentaba Pilar malsana fruición en recorrer aspectos del cosmorama de la vida, donde nunca fijaban sus ojos las hijas de los grandes de España por ella tan envidiadas, y que, por entonces, viviendo en la claustral atmósfera de sus palacios, vigiladas siempre por la institutriz rígida, llevan en la frente, a los veinticinco años, el sello de su altiva inocencia.
Y siempre, y en todos los casos, la patria salía por sus labios a relucir, altiva y llorosa, como una tórtola gemidora que abrigara un cóndor bravío.
Porque como desde que los imagino hasta que los acabo voy poniendo en ellos tanto de mi alma, al fin ya no llegan a ser telas, sino mi alma misma, y me da vergüenza de que me la vean, y me parece que he pecado con atreverme a asuntos que están mejor para nube que para colores, y como solo yo sé cuánta paloma arrulla, y cuánta violeta se abre, y cuánta estrella lucen lo que pinto, como yo sola siento cómo me duele el corazón, o se me llena todo el pecho de lágrimas o me laten las sienes, como si me las azotasen alas, cuando estoy pintando, como nadie más que yo sabe que esos pedazos de lienzo, por desdichados que me salgan, son pedazos de entrañas mías en que he puesto con mi mejor voluntad lo mejor que hay en mí, ¡me da como una soberbia de pensar que si los enseño en público, uno de esos críticos sabios o cabalierines presuntuosos me diga, por lucir un nombre recién aprendido de pintor extranjero, o una linda frase, que esto que yo hago es de Chaplin o de Lefevre, o a mi cuadrito , que he descargado sobre él una escopeta llena de colores! ¿Te acuerdas? ¡como si no supiera yo que cada flor de aquellas es una persona que yo conozco, y no hubiera yo estudiado tres o cuatro personas de un mismo carácter, antes de simbolizar el carácter en una flor, como si no supiese yo quién es aquella rosa roja, altiva, con sombras negras, que se levanta por sobre todas las demás en su tallo sin hojas, y aquella otra flor azul que mira al cielo como si fuese a hacerse pájaro y a tender a él las alas, y aquel aguinaldo lindo que trepa humildemente, como un niño castigado, por el tallo de la rosa roja.
Notaba en ella los estragos de la edad, la gordura que borraba bajo el almohadillado de la grasa su antigua belleza de rubia altiva y dura.
¡Ah! Lo del arado era muy chistoso, y cada cual se imaginaba ver a su amo, al panzudo y meticuloso rentista o a la señora vieja y altiva, enganchados a la reja, tirando y tirando para abrir el surco, mientras ellos, los de abajo, los labradores, chasqueaban el látigo.
Una racha viviente, un huracán femenino que apareció en la puerta, acabó de despejarla del todo, entró Isabel Mazacán, con su paso de Diana cazadora, alta la cabeza, altiva la mirada, demasiado señoril para demasiado desvergonzada para gran dama.
Hubo al otro día en la casa de la Albornoz congreso de ofendidos, y la altiva dama adoptó por suya la respuesta de Marat a Camilo Desmoulins y Freron, cuando le proponían estos refundir el periódico de ellos, , en el suyo, : El águila va siempre sola, los pavos forman manadas.
Acercóse entonces un hombre de aspecto modesto que traía una carta en la mano, y preguntóle sin ceremonia si la señora condesa de Albornoz era ella misma, la altiva dama dignóse tan sólo responder con una ligera inclinación de cabeza, y el hombre le entregó entonces la carta, entrándose al punto en Loyola, de donde había salido, por la escalinata de la portería.
Quedó Jacobo solo en medio de la antecámara un poco cortado, mas al sentirse blanco de una atención, que harto comprendió él no serle benévola, crecióse su orgullo y despertó su natural audacia, y lanzó en torno una mirada que quiso hacer altiva y fue sólo insolente, quiso hacer serena y fue solo provocativa.
Luego, como si despertase en ella de repente la altiva ricahembra al ignominioso contacto de una bofetada, arrancóse ambas cruces del pecho y las arrojó en el suelo.
Y Teresa miraba ansiosamente a su altiva amiga al formular tales deseos.
Pero, ¿es buena, es simpática? ¿No es orgullosa ni altiva? Vamos: dime, dime.
Tachábase en su interior de poco distinguida, pero ¡qué remedio! por más que ella tomase a empeño el transformarse, y obedeciendo a las niñas revistiera un empaque de altiva señoría, siempre conservaba amortiguados y prontos a manifestarse los gustos y aficiones de la antigua tendera que había pasado lo mejor de su juventud en la plaza del Mercado.
La altiva señora aparentó después no haber visto a su hijo, pero al volver a casa, Juanito sentíase trémulo e inquieto pensando en lo que diría su mamá, tan amante del prestigio de la familia.
La viuda de Pajares mostrábase maternal y daba consejos a su amiga con cierta altiva superioridad.
Cuando usted hable con Antonio, muéstrese seria y altiva.
¡Qué tardecita pasaron las de Pajares! Exteriormente fueron las de siempre, las niñas contestaron con mohines graciosos a los saludos de los amigos, y la mamá, altiva y majestuosa, cobijándolo todo con su mirada de protección.
Que ésta habria sido de extraordinaria blancura, indicábalo aún aquella parte de su despejada y altiva frente que el sombrero solia proteger, pero, en lo demas, habíala quemado el sol por tal extremo, que su palidez marmórea habia adquirido un tinte como de oro mate, cuyo tono igual y sosegado no carecia de hechizo.
—Parecia, en efecto, una Imágen de la Vírgen de los Dolores, sólo que su tristeza no rayaba en afliccion, y tenía más de altiva que de dulce.
No consintió la reina que Ricaredo estuviese de rodillas ante ella: ántes le hizo levantar y sentar en una silla rasa, que para solo esto allí puesta tenian, inusitada merced para la altiva condicion de la reina, y alguno dijo a otro:.

© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba