Ejemplos con altanero

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Lanzó un sonoro ultimátum al Triunvirato, contestado por otro de tono igualmente altanero.
Sin embargo, de inmediato comienza a mostrarse caprichoso, altanero, desconfiado y colérico en sus relaciones con los cardenales que lo habían alzado por encima de sí mismos, reprochándoles en público, su absentismo, lujo y vida lasciva.
¡Sí tenía cualidades el monstruo! frío en la represión, constante en el rencor y el odio, tozudo en sus decisiones negativas, incrédulo ante la amenaza del desprestigio, violento en el castigo y la venganza, igual que su medio y su época, desconfiado ante la luz ajena, egocentrista, absoluto, desdeñoso de la cultura en su más amplio sentido, escaso en su información sociológica, audaz en sus pretensiones de creador, de ideas explosivas altanero en su papel de jefe, así era Tomás Garrido Canabal.
Para Montagne, tal conducta era representativa de inteligencia y buen sentido y era preferible al estilo altanero y grandilocuente de Regulus.
En lo más altanero de la luna de cristal desarrollábase una cinta, a modo de divisa heráldica, declarando, con doradas letras teutónicas: Una hermosura soberana inspira a Caramanzana.
Y ningún otro espectáculo puede imaginarse más propio para cautivar a un tiempo el interés del pensador y el entusiasmo del artista, que el que presenta una generación humana que marcha al encuentro del futuro, vibrante con la impaciencia de la acción, alta la frente, en la sonrisa un altanero desdén del desengaño, colmada el alma por dulces y remotos mirajes que derraman en ella misteriosos estímulos, como las visiones de Cipango y El Dorado en las crónicas heroicas de los conquistadores.
Lo mismo los que se fundan en la razón que los que parten de la experiencia, han de reconocerse inútiles para contrastar el altanero que surge del fondo de la Vida.
Y súbitamente engrandecida al alejarse, entró en la estación con paso altanero, sin volver la cabeza, sin preocuparse de si Ferragut la seguía o la abandonaba.
La corrección fué tan vergonzosa, tan humillante, que Sinforoso, que no pecaba de bravo y altanero, concibió contra su verdugo odio feroz y un deseo punzante de venganza.
Y desde entonces no sólo perdonaba a su mujer aquella ligereza y frivolidad, afición al lujo y carácter altanero que tanto le habían disgustado, sino que llegó a ver en estos defectos una garantía de su fidelidad.
Ni había con justicia para Juan placer más grato, ahora que en Lucía había entrevisto aquel espíritu seco y altanero, que estar cerca de Ana, cuyo espíritu puro con la vecindad de la muerte se esclarecía y afinaba.
Y Currita, tan conmovida como Dinorah misma, que intenta en vano detener a Bellak, la blanca cabra querida, miraba de reojo al palco del Veloz-Club, donde charlando y riendo entre sí, asomaban Gorito Sardona, Paco Vélez, Diógenes, Angelito Castropardo, y por detrás de todos, descollando entre ellos por su gallarda apostura y su aire altanero, Jacobo Sabadell, flechando los gemelos con descaradísima insistencia a otro palco que Currita no podía ver porque estaba colocado justamente encima del suyo.
Mientras tanto, María Valdivieso hacía una escena sentimental a Paco Vélez, porque lejos de ocuparse de ella, durante el riesgo de la mañana, había pensado tan sólo en salvarse a sí mismo, Jacobo y el tío Frasquito habíanse entrado en sin decir adónde iban, y Currita, llevada de sus gustos idílicos, entreteníase en echar migas de pan a un altanero gallo que merodeaba por el prado, seguido de algunas sumisas gallinas.
¡Ah, si estuviera allí Narváez, aquel temperamento ardiente, imperioso, altanero, gran servidor de sus amigos! Para las situaciones de grande apremio, había puesto Dios en el mundo a los andaluces, con toda la vehemencia de sus afectos y todo el fuego de su torera sangre.
Fermín entró en la sacristía tan altanero y furibundo como el conquistador que pone el pie en una ciudad capitulada, entró diciendo con increíble arrogancia y crueldad:.
Quiso erguirse altanero y tremendo, pero vencido de la emoción, sintió que flaqueaba todo el edificio de su cuerpo, y lanzando a su cruel señora una mirada lánguida de bestia moribunda, entre súplica y reproche, dejose caer, abatido y lacio, en aquel mismo sillón donde antes los dos solían sentarse para que él la estrechase entre los avarientos brazos, mientras ella, vestida de gran señora y copa en mano, entonaba un vals callejero convertido en brindis orgiástico El recuerdo de aquellos momentos fue como visión rapidísima que le llenó de amargura el alma.
Me dirás si en tal o cual pasaje conviene echar un par de toses, o estirar el brazo, o quedarme parado y en silencio mirando con altanero desdén a todos lados.
Le responde doña Perfecta de un modo altanero, sin dignarse fijar en él los ojos, por cuya razón él pide urbanamente explicaciones de tal desvío, a lo cual ella contesta rogando al Sr.
La madre tenía en el altanero semblante la huella de la gran pesadumbre y borrasca del día anterior, y la penosa impresión se traslucía en una especie de repentino envejecimiento.
Mirome el primero con penetrante encono, el segundo con altanero desdén y el tercero con curiosidad.
Ramón Montiel atravesó la explanada con reposado continente, y oyendo circular por filas la voz de pena de la vida al que pida por el reo, se volvió para dominar con aire altanero todos los costados del cuadro, y dirigiéndose al digno capellán que lo exhortaba a bien morir, murmuró lentamente:.
que le humilla altanero y le gobierna.
El cautivo entró, siempre altanero y firme: pero guardando esas fórmulas de respeto a que nadie falta en campaña, saludó militarmente.
Ella se limitó a alzar su frente con un mohín altanero y le envió una mirada triste y de reproche que asesinó al joven: la palidez que había conseguido en la orgía, desapareció ante el rojo de la vergüenza que vino a inflamar su cara como si hubiese recibido un bofetón.
-Señora, en esos momentos creo que estaba trastornado, puedo jurarle que jamás he dejado de pensar en Carlota, y aquel joven altanero, vencido por la pasión, desesperado, viendo a la madre con las entrañas tan frías, se echó a llorar, desbordando su incertidumbre y todo lo bueno que le quedaba en el alma, en sollozos tenaces que no podía contener, y en el hipo de su llanto quería hablar y no podía, porque su aflicción, demasiado intensa, lo ahogaba.
La más alta, la más honrosa de las clasificaciones, una especial mención de los miembros de la mesa, felicitando a Genaro por su soberbio examen, el aplauso general, los parabienes de sus compañeros, aun de aquellos cuyo altanero desdén más dolorosamente había sentido siempre pesar sobre él y que, con la sonrisa en los labios, acercábansele ahora, estrechábanle solícitos la mano.
Ver muchas leguas de tierra, columbrar el mar lejano, contemplar a sus pies los pueblos como si fueran juguetes, imaginarse a los hombres como infusorios, ver pasar un águila o un milano, según los parajes, debajo de sus ojos, enseñándole el dorso dorado por el sol, mirar las nubes desde arriba, eran intensos placeres de su espíritu altanero, que De Pas se procuraba siempre que podía.
Altanero era su temperamento, siempre dispuesto a exigir, sin querer nunca conceder, apartaba de su lado todo instinto amistoso, toda demostración simpática.
Tenía esa arruga en la frente que indica la incesante presencia de algún amargo pensamiento, tenía esos ojos ardientes que leen en lo más profundo de las almas, tenía ese labio altanero y burlón que da a las palabras que salen por él un carácter singular que hacen se graben profundamente en la memoria de los que las escuchan.
Que Mariano Rosas le había contado muchas cosas de mí, que estando campado en Calcumuleu los había tratado muy mal a los indios, que a él le había mandado decir una porción de desvergüenzas, y que yo era muy altanero.

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