Ejemplos con alcanzándole

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Carlos Julio Pereyra: el veterano dirigente encabezó la Corriente Wilsonista, proclamando ser heredero del legado de Wilson Ferreira Aldunate, pero su votación fue baja, apenas alcanzándole para obtener una banca en el Senado.
Su negativa tenaz indignaba a aquellos hombres, la voz melosa del criollo se atiplaba por la ira, y entre amenazas y blasfemias abalanzábanse todos sobre él, y comenzaba la caza del hombre por toda la mazmorra, cayendo los garrotes sobre su cuerpo, alcanzándole lo mismo en la cabeza que en las piernas, acosándolo en los rincones, siguiéndole cuando con un salto desesperado pasaba al muro opuesto, abriéndose camino con la testa baja.
Simón de la Torre, que fue en seguimiento de Espartero, y alcanzándole cerca de Durango, se declaró dispuesto, con los ocho batallones de su mando, a transigir resueltamente sin regatear ninguna condición.
Mas, con grandes risotadas le detuvo la señoril y hambrienta turba, y alcanzándole Leopoldina Pastor por los cortos faldones de la bata, le gritaba muerta de risa:.
La en que llegó Ramón a Madrid fue de las más borrascosas, alcanzándole al marqués no pequeña parte de la borrasca, empujado por la cual fue a dar el apreciable matrimonio al primer piso la mañana siguiente, en el momento mismo en que se disponían a salir Carlos y Ramón, y sin dejar a éste concluir la comenzada frase la estrepitosa locuacidad de la marquesa, que tomó el salón como terreno conquistado.
Pero prevenido Jerjes de los designios de Masistes, despachó un cuerpo de sus soldados, los cuales alcanzándole en el camino, acabaron con él, con sus hijos y con las tropas que consigo llevaba.
Los Lacedemonios, pues, inspiraban a los demás, no docilidad, sino deseo de ser mandados y de obedecerles: así es que no iban a pedirles o naves, o dinero, o soldados, sino un general espartano: y en alcanzándole, le empleaban con honor y respeto, como a Gilipo los Sicilianos, los de Calcis a Brásidas, y a Lisandro, Calicrátidas y Agesilao todos los habitantes del Asia: teniendo a estos grandes varones por moderadores y reguladores de cada pueblo y de quien le gobernaba, y mirando a la misma ciudad de Esparta como aya y maestra de una vida arreglada y de un gobierno bien ordenado, según lo cual, parece satirizó Estratonico a los pueblos, prescribiendo y mandando como por burla a los Atenienses ordenar procesiones, a los de Élide arreglar combates, como que en esto sobresalían, y a los Lacedemonios azotarlos cuando no lo hiciesen bien, lo que sólo se inventó para hacer reír, pero Antístenes el Socrático, viendo a los Tebanos muy orgullosos después de la batalla de Leuctras, dijo que en nada se diferenciaban de unos muchachuelos que se vanagloriaban de haber dado una zurra a su ayo.
Trataron de introducirse del mismo modo en su casa, pero lo sintió, y dio al punto a correr hacia las casas vecinas: siguiéronle sin detención, y, alcanzándole, también le dieron muerte.
Aquel, al punto, como lo había escrito, marchó a Lucania en persecución de Aníbal, y alcanzándole en las cercanías de la ciudad de Numistrón, donde había tomado posición en unos collados bastantes fuertes, él puso su campo en la llanura.
Permitiéndole a esta sazón los de la puerta entrar con unos cuantos, le tiraron con una lanza, cuyo golpe paró delante de él Septimio con su escudo, pero sobreviniendo muchos con las espadas desnudas, dio a huir, y alcanzándole le dieron muerte en el dormitorio de un soldado.
-«Sírvase, don Florencio», dijo don Narciso, alcanzándole un soberbio mate de plata a su vecino Urtubey, que con pretexto de pedir rodeo para apartar unos cuantos animales extraviados, había venido a visitar en su lujosa estancia, al señor intendente municipal, senador provincial, dispensador, en el partido, de los favores fiscales bajo todas sus formas: indulgencia suma en la avaluación de los impuestos, apertura de tranqueras y compostura de caminos, exenciones del servicio militar, autorización tácita para establecer, bajo la protección de la vista gorda de la policía, casas de recreativa extorsión.
¿Hay hombre tan bárbaro que sabiendo que había de huirse, cargase de cosas que se lo impidiesen? Ansí fue, mas alcanzándole, con pocas amenazas, les dio todo lo que llevaba vestido hasta quedar en camisa, que era lo que ellos querían.
Lánzase entonces con el instinto del tigre sobre el adalid de Castilla, que en balde procura resguardar la frente por medio del triangular escudo donde brilla en campo de plata la roja cruz de Santiago: cierra Arnaldo contra él, persíguelo sediento de su sangre sin generosidad, sin compasión, y alcanzándole con otra cuchillada derriba su cabeza que da tres saltos por el suelo murmurando fugitivas imprecaciones.

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