Ejemplos con alborozado

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Ganoso de aprovechar el tiempo despedime de mis buenos guardianes, y entre alborozado y medroso partí hacia el valle de Llanteno, dirección que me indicaron como la más fácil para llegar a Valmaseda.
Pedro, más que gozoso alborozado, y aunque la carta no aclaraba por completo las dudas respecto a la condición social de la mascarita, la promesa que esta le hacía de quitarse el velo, que así ocultaba su rostro como su personalidad, motivo era de satisfacción y júbilo.
¡Diógenes! ¿Tú aquí?exclamó Jacobo, volviéndose muy sorprendido y alborozado y estrechándole ambas manos con gran cariño.
Las manos del jesuita se hundieron más y más en lo profundo de sus mangas, y muy alborozado y satisfecho, opinó que nada había más conforme a la moral cristiana que la paz de la familia y el perdón de las injurias Peroy aquí apareció de nuevo la tabaquera de cuerno para suministrar a los dedos del padre Cifuentes un polvo digno del gran Federicoen cuanto a aconsejar él a la señora marquesa que accediese a las pretensiones del señor marqués, había de tener en cuenta el señor marques que la señora marquesa nada le había consultado, y que la primera condición del consejo prudente es la de ser pedido.
Rióse este al verla, y extendiendo la mano prontamente, cogióla por el papel, la mosca echó a volar dejando su molesto apéndice en manos del niño, y la pobre criatura, alborozada con la presa, púsose a leer el contenido de la misiva Mas su gozo desapareció de repente, tornándose lívido al descifrarla, dando una media vuelta en el asiento cual si le hubiesen aplicado un hierro candente, fijando una mirada de odio feroz, de rabia pronta a desbordarse en el inofensivo Tapón, que muy alborozado, lanzaba al aire en aquel momento su decimosexto clamor de ¡Muera el padre Bonnet!.
Esta mañana a las siete apareció el sol en un cielo limpio de nieblas, el aire tembló alborozado al sentir su cariñosa llama, las aves, enronquecidas por el frío, templaron sus instrumentos y preludiaron el primer canto de amor.
Su espíritu se desvanecía alborozado en una atmósfera de júbilo.
Sobre todo el condesito de Rumblar no cabía en su pellejo de puro alborozado, y como con el roce de tanta y tan diversa gente se iba despabilando por extremo, llegó a adquirir con la nueva vida un desembarazo, un dominio de su propia persona que antes no tenía.
Encima de estos muebles se veían roperos sin ropa, jaulas sin pájaros y, arrinconado en la pared, un biombo de cuatro dobleces, mueble que, entre los demás, tenía no sé qué de alborozado y juvenil.
Volvió a la camarilla y al lado de su consejero áulico, que estaba alborozado por haber sentido una algazara más fuerte que la anterior.
La del alba sería cuando don Quijote salió de la venta, tan contento, tan gallardo, tan alborozado por verse ya armado caballero, que el gozo le reventaba por las cinchas del caballo.
Aquí le deja Cide Hamete Benengeli, y vuelve a tratar de don Quijote, que, alborozado y contento, esperaba el plazo de la batalla que había de hacer con el robador de la honra de la hija de doña Rodríguez, a quien pensaba enderezar el tuerto y desaguisado que malamente le tenían fecho.
Y quédese aquí el buen Sancho, que es mucha la priesa que nos da su amo, alborozado con la música de Altisidora.
, ¡ya!, ¡ya! -dijo alborozado el hermano Sinforoso-, ¿aquel que se refriega las manos?.
Si el héroe usa una de las plumas de acero, como tenedor, para pinchar un higo, si se lleva a la boca con gravedad el pedazo de pan, mordiendo en él con limpieza y buena crianza, si hay, en suma, en su alborozado espíritu un gracioso prurito de comer como los señores, ¿por qué se ha de perder el tiempo en tales niñerías? Más importante es que el historiador, con toda la tiesura, con toda la pompa intelectual que pide su oficio, se remonte ahora a los orígenes de aquella propiedad y escudriñe de dónde proceden las bellotas, de dónde el fiero cigarrote, los higos, el pan y demás provisiones, con lo cual, si sale airoso de su empresa y lo descubre todito, se acreditará de sabio averiguante, que es lo mejor para tener crédito y laureles sin fin.
La Puerta del Sol, latiendo como un corazón siempre alborozado, le comunicó su vivir rápido y anheloso.
Volvió a la camarilla y al lado de su consejero áulico, que estaba alborozado por haber sentido una algazara más fuerte que la anterior.
Encima de estos muebles se veían roperos sin ropa, jaulas sin pájaros y, arrinconado en la pared, un biombo de cuatro dobleces, mueble que, entre los demás, tenía no sé qué de alborozado y juvenil.
Uno de ellos pronunció alborozado mi nombre.
Beltrán, que no cabía en su pellejo de alborozado y vanaglorioso.
–¡Eso, eso! –exclamó alborozado don Fermín.
-¡La sanjuanada! ¡La sanjuanada! - gritó Andresillo alborozado.
Ya allá abajo, en el fondo del valle, se mezclaban el son del tamboril y el repique de las campanas, y el amor de las familias salía alborozado de todas las caserías a recibir al pariente forastero que, atravesando sombríos castañares, o verdes y bien cultivadas liosas, va una vez al año a rejuvenecer su corazón bajo aquel techo, en aquellas arboledas, en aquellos huertos, en aquel templo donde están los recuerdos más dulces y santos de su infancia.
El noble y sencillo anciano, que ya se honra y te honrará dándote el nombre de hija, recorre alborozado la aldea, y con el rostro bañado en lágrimas de regocijo, dice a los compañeros de mi infancia:.
Muchas veces los sentidos no le dicen nada de lo que él pretende, pero le ofrecen algo desemejante: «Esto es -exclama alborozado-, helo aquí, es lo mismo, que yo sospechaba», y cuando se levanta en su espíritu alguna duda, procura sofocarla, achácala a poca fe en su incontrastable doctrina, se esfuerza en satisfacerse a sí mismo, cerrando los ojos a la luz, para poder engañar a los otros sin verse precisado a mentir.
Por fin, pasados los primeros transportes y satisfecha la curiosidad de aquel respetable viejo sobre su prisión, sus penas y su libertad, naturalmente vinieron a caer en el desabrido arenal de lo presente, a la manera que un aguilucho que antes de tiempo se arroja del nido materno, después de un corto y alborozado vuelo, para finalmente caer en el fondo de un precipicio.
-Pos lo que me ha ocurrío es una cosa que no pasa más que una vez en la vía -exclamó el viejo con acento alborozado-.
En efecto: nada más alborozado que aquel pueblecillo, situado en medio del Valle, cuya espléndida lozanía verdegueaba al final de todas sus arábigas callejuelas.
-¿Aguilar de los Aguilares de Burgos? -exclamó alborozado el guerrillero.
¿Cómo dirá el lector que siguió dándome pruebas de confianza y cariño? Echóme las manos a los ojos y sujetándome por detrás: -''¿Quién soy?''-, gritaba, alborozado con el buen éxito de su delicada travesura.

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