Ejemplos con ajado

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Bette Davis se negaba a quitarse el maquillaje después de cada día de rodaje, con la intención de acumularlo para que su personaje se viera más ajado y tétrico a medida que iba perdiendo la razón.
Se viste con un traje ajado y lleno de petachos y no lleva máscara.
El rostro bastante ajado y con pronunciadas ojeras.
No sabían si aquel desconocido madrugador, con capa raída, sombrero ajado y botas viejas, era un curioso o uno del oficio que buscaba sitio en la catedral para pedir limosna.
Y Juanito, que hasta entonces había permanecido silencioso, contemplando a su madre con la misma expresión de arrobamiento que si fuese un amante, se apresuró a cumplir su deseo, y casi la arrebató el ajado billete que había sacado del limosnero, corriendo después al mostrador.
Del primer piso, y cubriendo el rótulo ajado de la casa, , , colgaban largas cortinas formadas de mantas que parecían mosaicos, orladas con complicados borlajes y apretadas filas de madroños, fajas obscuras, matizadas a trechos con gorros rojos y azules prendidos con alfileres, pañuelos de seda con piezas de docena, ondulados como nacarado oleaje, y percales estampados, mostrando pájaros fantásticos y ramajes quiméricos con rabiosos colorines que conmovían placenteramente a las bellezas de la huerta.
Hoy se entregaban a un calavera rico, mañana a un señorito achulado, tal noche a un marido ajeno, tal otra a un pollancón estúpido, y total, alguna cena, algún traje, desempeñar a costa de uno lo que había de lucir con otro, y a la postre el rostro ajado y la juventud malbaratada: vida de moza mesonera, trajín constante, pocas propinas y vejez: mendiga.
Algunas hebras negrísimas entre muchas canas, y alguna línea suave en el ajado rostro, restos miserables de encantos vencidos por el tiempo, atestiguaban de que doña Manuela no fue fea, mas sin que la fisonomía ni el talle acusasen picardía o donaire.
Las manos y los pies marfilados, la cabeza ovalada y la garganta esbelta, que el camisón de percal entreabierto mostraba siempre, hacían pensar en un caballerito robado por una bruja si no fuera que la anciana mostraba en su ajado rostro el modelo primitivo del viril retoño.
Alberto se puso el ramillete fresco en el lugar del otro, pero guardó el ajado en su mano, y cuando cruzó de nuevo el carruaje lo llevó amorosamente a sus labios, acción que pareció divertir mucho, no solamente a la que se lo había arrojado, sino a sus locas compañeras.
Una especie de informe capucha, de la misma tela de la colcha cubría su cabeza, rematando el frunce en un ajado lazo de gro rojo.
:Estaba derecha en una triste silla, blanca la cara y mate, cual un nardo ajado, en medio de la encalada y fría alcoba.
Y la Hermosura Criolla, -conquistados los conquistadores-, pudo, rodeada de adoradores, abrigar en templos su cutis, ajado, hasta entonces, por los continuos besos que le robaba, -amante y desdeñado- el viento áspero, en los campos llanos.
Y sacando un papel ajado del bolsillo, se lo dio a Luz, quien lo recibió y lo abrió con un ademán de horror, lo que hizo reír a Rafael.
Acababa de pensar esto, cuando me anunciaron una visita, pasándome un pedazo de cartón, ajado y sucio:.

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