Ejemplos con aguzando

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

El hombre que volvía del puerto y caminaba con los ojos fijos en Ferragut se detuvo de pronto, y girando sobre sus talones volvió hacia el muelle Este movimiento despertó la curiosidad del capitán, aguzando sus sentidos.
El enorme efecto se produjo, y aguzando mi voz para dominar los murmullos de entusiasmo, remaché la frase: La.
Acercose Teresa aguzando el oído con intento de percibir algún ruido del interior de.
Feo, tontole dijo aguzando la jeta cuando le vio sentarse en la mesilla de pino de la cocina.
Maximiliano se rascaba la cabeza, aguzando su entendimiento, pero la solución no salía.
Bien dicen, que las circunstancias hacen al hombre tonto o discreto, aguzando el más rústico entendimiento, u oscureciendo el que se precia de más claro.
Enderezóse como si hubiera visto una serpiente y aguzando el oído se puso a escuchar con toda su alma.
Ocupado en asegurarlo estaba Dantés, cuando de pronto oyó al abate Faria, que se había quedado en el calabozo del joven aguzando una clavija para.
-¡Vaya!, -exclamó Salomé aguzando mucho la atención.
Pero antes de la hora del convite estaría en la celda ocupado en sus ordinarias tareas, aguzando las armas de la razón para combatir a los enemigos de la Iglesia.
Acercose Teresa aguzando el oído con intento de percibir algún ruido del interior de la huerta.
Si hay conversación dentro de la alcoba, percibimos, aguzando mucho el oído, el vago silbido de las eses que se destacan sobre la pronunciación castellana, como la espuma sobre las olas.
Aguzando el oído.
Para entonces ya el virrey tenía en chirona a dos mozos sin oficio ni beneficio, que aguzando el ingenio se divertían en inventar bolas, y a dos indios pescadores que acaso por hacerse interesantes aseguraron una mañana en la escribanía haber visto a la altura de Chilca la escuadra de los piratas.
Tres noches llevaba en claro el desazonado mozo aguzando el ingenio en tal sentido, y tanto lo aguzó, que en vez de encontrar una horrible venganza, como él quería, encontró una burla deliciosa, que lo hizo desternillarse de risa.
La prima era tentadora y así, no es de extrañar que los soldados, cuando salían a bolear o en comisión, lo hicieran en sus mejores caballos, y aguzando la vista para no perder el menor indicio capaz de anunciarle la presencia de jinetes en el campo.
Y hago esta brusca proposición porque he observado que en los barrios de nuestra ciudad las que desempeñan tal tarea profética no son personas de extraordinaria cultura ni vida interior semejante a la del Buda o de Cristo, sino viejas de nariz ganchuda, ancianas temibles por lo chismosas, de sonrisa me¬liflua, que a cada mudanza que se efectúa en el barrio, se asoman envueltas en una pañoleta, a la puerta de calle y con una sonrisa burlona, aguzando co¬mo destornilladores sus ojillos grises, controlan todos los trastos que los fa¬quines bajan de los carros.

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