Ejemplos con aguijón

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Sólo las hembras poseen aguijón, al igual que muchos otros himenópteros.
Las hembras encuentran tales larvas, las paralizan con el veneno de su aguijón, construyen una celdilla bajo tierra y después depositan un huevo.
Es posible que el desarrollo del aguijón haya contribuido al éxito evolutivo de este grupo al otorgarles una defensa poderosa en contra de la depredación.
Megabrax: Un gran reptil bípedo, que posee una gran mandíbula y una larga cola, acabada en aguijón.
La mayoría cazan y paralizan a su presa con el veneno de su aguijón.
Hay que tener cuidado con ellos, ya que poseen un aguijón bastante venenoso y son muy agresivos.
Morren descubre que la flor de vanilla es polinizada por la abeja sociable y sin aguijón Melipone, que solo se halla en México, obviando ninguna polinización en otros países.
En el padre, el doctor Courrèges que la cuida, hombre de deber y de honestas costumbres, a quien ella rodea del más rendido respeto, el reprimido aguijón ardiente del deseo envenena y corroe su alma poco a poco y también al cuerpo que la encierra.
El aguijón de muchos himenópteros tales como avispas, abejas y hormigas es un ovipositor sumamente modificado que es usado para inyectar veneno segregado por glándulas abdominales.
De hecho, eventualmente se encontró que el modelo era lo suficientemente rápido y maniobrable para ser volado en combate más o menos como un monoplaza de caza, siendo la ametralladora delantera y fija la principal arma del piloto, con la ametralladora flexible del observador sirviendo como un bonus, el llamado aguijón en la cola.
En el caso de muchos himenópteros el ovipositor está convertido en un aguijón usado para inyectar veneno.
También se la puede identificar por su comportamiento: cuando se la molesta levanta el abdomen amenazadoramente y no duda en morder y picar con su aguijón.
Así, los escorpiones macho suelen picar con su aguijón a las hembras en el momento de depositar su espermatóforo.
De día suele quedarse escondido bajo las piedras de los lugares más cálidos, como por ejemplo los matorrales y lastonares, y de noche sale a la caza de artrópodos que paraliza inyectándoles el veneno de su aguijón terminal.
La glándula desemboca en la base del aguijón.
Allí conducía sus presas, previamente dormidas con el veneno de su aguijón y luego las devoraba.
Antes de comer su alimento, un abejaruco le quita el aguijón golpeando repetidamente el insecto contra una superficie dura.
Este pez tiene una espina tóxica en la base de su cola y es capaz de clavar su peligroso aguijón si se ve amenazada.
En el primer juego eran azules, pero en este juego son rojos, y su aguijón es de la textura que indica su parecido con una abeja.
Tenía el revólver, arma que lograba ocultar como esconden el aguijón ciertos insectos, sin saberse nunca con certeza de dónde volvía a surgir.
Como todos los hombres mediterráneos, no bajaba a tierra sin llevar el aguijón oculto en el talle, y había pinchado para abrirse paso.
Currita comenzó a sospecharlo y se puso muy pálida, la escena terrible de su estudio, cuando el niño se había arrojado sobre Jacobo como una fiera sedienta de sangre, acudió a su memoria con gran viveza, estremeciéndola de espanto, infundiéndole esa especie de terror retrospectivo que causa un peligro pasado, despertando en su alma el aguijón de un remordimiento, avivando en su corazón el dolor de una herida chorreando aún sangre ¡Oh! ¡Ya no tenía que hacer el pobre niño aquella cosa , porque otra mano más culpable le había tomado la delantera en la esquina de Recoletos!.
Este algo se llama remordimiento, y él, con su punzante aguijón, puso ante los ojos de Jacobo, antes que los cinco mil duros ganados, las aterradas fisonomías de la mujer y de los hijos del que los había perdido, padre de familia, jugador de oficio, marcado con ese sello de desdicha común a los del gremio, que por ser desdicha buscada no despierta en ellos mismos compasión, sino enojo.
Muchas damas y caballeros la siguieron, dispuestos a caer sobre las provisiones de Villamelón como una nube de langostas, y el pasmo de todos fue entonces grande Sorprendieron al moribundo marqués en un rincón del comedor, apoyado en un trinchero de roble, zampándose en pie y a toda prisa, y mirando a todas partes azorado, una inmensa jícara de suculento chocolate, con una pirámide colosal de dorados picatostes Pasado el primer susto, y no escuchando ya en la casa otro ruido extraordinario que el incesante ir y venir de la gente que de la calle entraba, Villamelón sintió en toda su pujanza el aguijón más terrible que podía hostigarle: ¡el aguijón del hambre! En vano llamó una vez y otra vez que le trajesen como todos los días:.
Ea, señor, que el cielo, conmovido de mis lágrimas y plegarias, ha ordenado que no se pueda mover Rocinante, y si vos queréis porfiar, y espolear, y dalle, será enojar a la fortuna y dar coces, como dicen, contra el aguijón.
Uno de los de a pie, puesto un dedo en la boca, en señal de que callase, asió del freno de Rocinante y le sacó del camino, y los demás de a pie, antecogiendo a Sancho y al rucio, guardando todos maravilloso silencio, siguieron los pasos del que llevaba a don Quijote, el cual dos o tres veces quiso preguntar adónde le llevaban o qué querían, pero, apenas comenzaba a mover los labios, cuando se los iban a cerrar con los hierros de las lanzas, y a Sancho le acontecía lo mismo, porque, apenas daba muestras de hablar, cuando uno de los de a pie, con un aguijón, le punzaba, y al rucio ni más ni menos como si hablar quisiera.
Pardiez, vuesa merced tiene razón respondió el castellano, que aconsejar a este buen hombre es dar coces contra el aguijón, pero, con todo eso, me da muy gran lástima que el buen ingenio que dicen que tiene en todas las cosas este mentecato se le desagüe por la canal de su andante caballería, y la enhoramala que vuesa merced dijo, sea para mí y para todos mis descendientes si de hoy más, aunque viviese más años que Matusalén, diere consejo a nadie, aunque me lo pida.
Y, como la borrica sentía la punta del aguijón, que le fatigaba más de lo ordinario, comenzó a dar corcovos, de manera que dio con la señora Dulcinea en tierra, lo cual visto por don Quijote, acudió a levantarla, y Sancho a componer y cinchar el albarda, que también vino a la barriga de la pollina.
Apenas se vio libre la aldeana que había hecho la figura de Dulcinea, cuando, picando a su cananea con un aguijón que en un palo traía, dio a correr por el prado adelante.

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