Ejemplos con agilidad

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Con una agilidad simiesca, riendo de su descubrimiento, saltó sobre el alféizar y empezó a descender por el muro, buscando con pies y manos las desigualdades de la mampostería, los alvéolos profundos como peldaños que habían dejado los pedruscos al rodar desprendidos de la argamasa.
Tocaban una ruedecita, y el monstruo elevaba su morro gris, lo movía a un lado o a otro, con la expresión inteligente y la agilidad de una trompa de elefante.
Las tropas querían estar libres de impedimenta, para moverse con más agilidad, y la enviaban lejos por ferrocarriles y carreteras.
Las casas dormían, pero detrás de las ventanas cerradas se adivinaba el insomnio de los ojos enrojecidos, la respiración de los pechos angustiosos por la amenaza próxima, la agilidad trémula de las manos preparando el equipaje de guerra, tal vez el último gesto de amor, cambiado sin placer, con besos terminados en sollozos.
Era el himno heroico de una humanidad que concentraba de pronto sus aspiraciones en el armónico contoneo de las caderas, midiendo la inteligencia por la agilidad de los pies.
¡Un espía! Corrían los hombres con redoblada agilidad, los cargadores abandonaban sus fardos para unirse a la persecución, saltaba gente de los vapores para colaborar en la humana cacería.
Entonces se decidió prontamente, y con agilidad digna de un muchacho de veinte años, saltó a la vía y rompió a correr hacia la fonda.
Pero súbitamente la abrió otra vez, y ceceando al empleado, que ya corría con no vista agilidad por la angosta plataforma de los estribos, gritole en voz sonora:.
¡Con qué felina zalamería menudeaba los golpecitos en la panza, y llamaba a graves sesentones ratoncillos, perritos suyos, gatitos, , y otros apelativos cariñosos y regalados, que a arrope y miel sabían! Pues ¿qué diré del chiste y garbo incomparable con que oprimía entre sus dientes de perlas, un pitillo ruso, lanzando al aire volutas de humo azul, mientras la contracción de sus labios destacaba la arremangada nariz y los hoyuelos de los arrebolados carrillos? ¿Qué de aquella su maestría en ocupar dos sillas a un tiempo sin que propiamente estuviera sentada en ninguna de ellas, y puesto que reposaba en la primera el espinazo, en la segunda los tacones? ¿Qué de la agilidad y destreza con que se sorbía diez docenas de ostras verdes en diez minutos, y bebíase dos o tres botellas de Rhin, que no parece sino que le untaban el gaznate con aceite y sebo para que fuese escurridizo y suave? ¿Qué de la risueña facundia con que probaba a sus amigos que tal anillo de piedras les venía estrecho al dedo, mientras a ella le caía como un guante? En suma, si la aventura que se murmuró por entonces en los bastidores de un teatrillo, y en la mesa redonda de la Alavesa, parece indigna de la prosopopeya tradicional en la mirandesca estirpe, cuando menos es justo consignar que la heroína era la más divertida, sandunguera y comprometedora zapaquilda de cuantas mayaban desafinada y gatunamente en los escenarios de París.
La langosta saltaba con agilidad por las peñas valiéndose de los ganchos de sus patas, herramientas de guerra y de nutrición.
Con una agilidad de trepador de arboladuras, salvó de un salto la tapia del jardín.
En cambio, los rebaños de cabras subían las escaleras tortuosas, con la agilidad de la costumbre, para dejarse vaciar las ubres en todas las mesetas.
Y se bajó con gran agilidad por un cable al bote.
En este crepúsculo del atolondramiento creyó ver a un cura enorme que se recogía el manteo con una mano y con la otra disparaba su revólver sobre un trabajador que esquivaba los tiros con agilidad simiesca.
Algunos chicuelos subían por las fachadas con agilidad de monos para arrancar las colgaduras de la Virgen de Begoña, dejándolas caer sobre el gentío, que las hacía pedazos.
Ella no hacía más que completar el cuadro, mientras él, al son de las interminables escalas del pito, parecía hablar con los pies, con la mímica guerrera de los pueblos primitivos, con saltos prodigiosos y alardes inauditos de agilidad gimnástica, que recordaban a Aresti las danzas de ciertas tribus vistas por él en el Jardín de Aclimatación de París.
Estaba acostumbrado a visitar los tabucos de los mineros: nada le extrañaba, y con agilidad de muchacho saltó encima del tablado, marchando de rodillas sobre los jergones.
Echaba la boina en tierra, y después de pedir la venia al alcalde que presidía el acto, se dirigía con una serie de minuciosos trenzados y saltos de extraordinaria agilidad, a invitar en el corro a la mujer que deseaba elegir como reina del baile.
No se apuró mucho, sin embargo: mientras el ministro leía, habíase ido incorporando poco a poco, haciendo mohínes de espanto y gestos de protesta, y de repente, con la agilidad de una gata cazadora que se lanza sobre el incauto ratoncillo, arrancó de manos del ministro la peligrosa carta y la arrojó al fuego El papel se enroscó un segundo entre las llamas, quedando al momento convertido en cenizas.
Su vida de peregrino y de misionero, haciéndole vencer la debilidad de su constitución con la energía del alma, había prestado a su cuerpo extraordinaria agilidad y soltura.
La plaza quedaba en poder de la gente menuda, chiquillos desarrapados, que, tomando carrera, saltaban la hoguera con agilidad de monos, cayendo al lado opuesto envueltos en las chispas.
Soltáronse del brazo y saltaron la , uno tras otro, con una agilidad inesperada y ademanes tan grotescos, que los municipales reían y hasta el desconsolado poeta dejó de mirar al balcón.
Esto lo había aprendido en la experiencia de los negocios, la cual se aplica con éxito a los asuntos morales, del mismo modo que el ejercicio de las matemáticas y la agilidad gimnástica que dan al entendimiento, facilitan el estudio de la filosofía.
Se les escapaba de las manos, con viveza de niño, que a veces parecía agilidad de mono.
Tenía las carnes duras y apretadas, y la robustez se combinaba en ella con la agilidad, la gracia con la rudeza para componer la más hermosa figura de salvaje que se pudiera imaginar.
Iba a añadir: Y que se me deben dos cuartos por la noticia o cosa análoga, pero no le dio lugar a ello su abuelo, alzándose del sillón con la agilidad de bicho montés que caracterizaba sus movimientos todos, no sin que al hacerlo produjese un tempestuoso remolino en el mar de calderilla, y la caída de algunas torres que, con sonoro estrépito, se rindieron a la gran pesadumbre.
No por eso hay que figurarse que Perucho renunciaba a sus dos cuartos, los ganados honradamente con la agilidad de sus piernas.
—Pero ¿qué eran tales inconvenientes, tratándose de un hombre de los extraordinarios recursos de Manuel? ¿Quién vió reunidas nunca tantas luces naturales, tanta fuerza física, tanta agilidad y tan inquebrantable perseverancia? ¿Quién conocia como él la Sierra? ¿Quién estaba tan hecho a sus rigores, tan familiarizado con el laberinto de sus senderos, tan práctico en el modo de trepar a sus cumbres o de bajar a sus hondos precipicios?—Desvió, pues, las aguas de sus cauces, construyó presas y balsas, condensó por decantacion las hojuelas y pajitas de oro, como hoy se hace en la California, y, por estos medios, hubo semana que recogió más de treinta adarmes del precioso metal.
Rodrigo con el mayor esmero, no cifrado todavía en enseñarle nada literario, ni tan siquiera a leer y a escribir, de lo cual decia que siempre habria tiempo, sino en fortalecer y avalorar su ya robusta naturaleza física, sujetándolo a rudos ejercicios de agilidad y fuerza, aleccionándolo en la equitacion y en la natacion, obligándolo a andar largas jornadas en interminables cacerías y explicándole de paso los misterios de la Sierra, la botánica de los montesinos, la medicina de los cortijeros, la astronomía de los pastores, las costumbres de todos los animales, la manera de luchar con ellos y matarlos, o de cogerlos vivos y reducirlos a su obediencia, y otros muchos secretos de la vida agreste y montaraz, de donde resultaba que siempre estaban juntos padre é hijo, y que se querian y trataban, más que como lo que eran, como dos hermanos, como dos camaradas, como dos compadres.
Volvióse a mí mi amo, y dijo: Volved, hijo Gavilan, y con gentil agilidad y destreza deshaced los saltos que habeis hecho, pero ha de ser a devocion de la famosa hechicera, que dicen que hubo en este lugar.

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