Ejemplos con advertimientos

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Pero mi adivinación prodigiosa me permitió afirmar que había sido Donata la que con el lenguaje de los golpecitos me decía: Levántate, salvador mío, que ya nos vamos a donde podrás, con tu agudeza y mis advertimientos, sacarme de este serrallo y hacerme tuya.
Bueno fuera en esta sazon preguntar a Carrizales, a no saber que dormia, que ¿adónde estaban sus advertidos recatos, sus recelos, sus advertimientos, sus persuasiones, los altos muros de su casa, el no haber entrado en ella ni aun en sombra álguien que tuviese nombre de varon, el torno estrecho, las gruesas paredes, las ventanas sin luz, el encerramiento notable, la gran dote en que a Leonora habia dotado, los regalos continuos que la hacia, el buen tratamiento de sus criadas y esclavas, el no faltar un punto a todo aquello que él imaginaba que habian menester y que podian desear? Pero ya queda dicho que no habia para qué preguntárselo, porque dormia mas de aquello que fuera menester: y si él lo oyera, y acaso respondiera, no podia dar mejor respuesta que encoger los hombros, enarcar las cejas y decir: todo aqueso derribó por los fundamentos la astucia, a lo que yo creo, de un mozo holgazan y vicioso, y la malicia de una falsa dueña, con la inadvertencia de una muchacha rogada y persuadida: libre Dios a cada uno de tales enemigos, contra los cuales no hay escudo de prudencia que defienda, ni espada de recato que corte.
Yendo una noche mi mayor a pedir limosna en casa del corregidor desta ciudad, que es un gran caballero y muy gran cristiano, hallámosle solo, y parecióme a mí tomar ocasion de aquella soledad para decille ciertos advertimientos que habia oido decir a un viejo enfermo deste hospital acerca de cómo se podia remediar la perdicion tan notoria de las mozas vagamundas, que por no servir dan en malas, y tan malas, que pueblan los hospitales de los perdidos que las siguen, plaga intolerable y que pedia presto y eficaz remedio: digo que queriendo decírselo, alcé la voz, pensando que tenian habla, y en lugar de pronunciar razones concertadas, ladré con tanta priesa y con tan levantado tono, que enfadado el corregidor, dió voces a sus criados que me echasen de la sala a palos, y un lacayo que acudió a la voz de su señor, que fuera mejor que por entónces estuviera sordo, asió de una cantimplora de cobre que le vino a la mano, y diómela tal en mis costillas, que hasta ahora guardo las reliquias de aquellos golpes.
Mas el barbero, que ya había dado en el mesmo pensamiento que el cura, preguntó a don Quijote cuál era la advertencia de la prevención que decía era bien se hiciese, quizá podría ser tal, que se pusiese en la lista de los muchos advertimientos impertinentes que se suelen dar a los príncipes.
No sirvieron de nada para con el capellán las prevenciones y advertimientos del retor para que dejase de llevarle, obedeció el retor, viendo ser orden del arzobispo, pusieron al licenciado sus vestidos, que eran nuevos y decentes, y, como él se vio vestido de cuerdo y desnudo de loco, suplicó al capellán que por caridad le diese licencia para ir a despedirse de sus compañeros los locos.
A ti, Sancho, toca, si quieres tomar la venganza del agravio que a tu rucio se le ha hecho, que yo desde aquí te ayudaré con voces y advertimientos saludables.
Y no le parezca a alguno que anduvo el autor algo fuera de camino en haber comparado la amistad destos animales a la de los hombres, que de las bestias han recebido muchos advertimientos los hombres y aprendido muchas cosas de importancia, como son: de las cigüeñas, el cristel, de los perros, el vómito y el agradecimiento, de las grullas, la vigilancia, de las hormigas, la providencia, de los elefantes, la honestidad, y la lealtad, del caballo.
Dios te lo pague, amiga, que me has consolado con tus advertimientos y consejos, y en verdad que los pienso poner en prática, y pulirme y repulirme, y dar rostro a pie, y pisar el polvico atán menudico, pues no tengo quien me corte la cabeza, que este que piensan que es mi marido, no lo es, aunque me ha dado la palabra de serlo.
No se te pasen de la memoria, Chirinos, mis advertimientos, principalmente los que te he dado para este nuevo embuste, que ha de salir tan a luz como el pasado del llovista.
Pero mi adivinación prodigiosa me permitió afirmar que había sido Donata la que con el lenguaje de los golpecitos me decía: «Levántate, salvador mío, que ya nos vamos a donde podrás, con tu agudeza y mis advertimientos, sacarme de este serrallo y hacerme tuya».

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