Ejemplos con acopiador

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Demasiado bien le salía siempre la tan curiosa propiedad de su bombilla de plata para que perdiera ocasión de probarla con todos los que venían a tratar con él de negocios, y quedaba chiflado, desde el primer mate, el acopiador que falsamente traía la noticia de una gran baja en la lana, o que trataba de sonsacarle tirados los cueros de su galpón.
Y mientras el forastero, que era un acopiador de frutos, pasaba al interior del almacén, a ver los cueros que el pulpero tenía para vender, los tertulianos se acercaron al palenque y constataron, sin que la menor duda fuera posible, que el caballo era bien uno de la tropilla, de moros que, hacía más de un año, le habían robado, una noche, a don Ambrosio Cascallares, capataz de un establecimiento vecino.
Media hora había pasado, salió de adentro el acopiador, despidiéndose del pulpero, y se preparaba a asegurar la cincha del caballo, cuando se apeó don Ambrosio.
En semejante trance, acudieron al pulpero, quien, sabiendo perfectamente que el caballo era de su cliente don Ambrosio, no lo podía negar, a pesar de que, por otro lado, poco le gustaba ver a un acopiador, a quien recién conocía, pero que parecía liberal para comprar frutos, condenado por su declaración, a sufrir la vergüenza de ser dejado a pie, en condiciones tan deplorables.
Se recurrió al alcalde, quien se pronunció por la restitución inmediata del caballo a su legítimo dueño, en cumplimiento de la ley: y se preparaba el acopiador a desensillar, cuando su paisano, el pulpero, habilidoso, como dice Martín Fierro, le aconsejó de comprar el animal a don Ambrosio.
Lo desuella sin cuidado, deja que se pudra la cola, los gatos se comen las orejas, sin que nadie los espante, y después, son peleas con el acopiador, que aprovecha la bolada y le rebaja la mitad del precio, por el riesgo que corre de ser multado.
Llegó el carro del acopiador.
UN ACOPIADOR.
¡Las majadas del Plata!, ¡qué fortunas se han hecho con ellas, en medio siglo! y ¡qué salto!, ¡desde las ovejas criollas, hijas degeneradas de las famosas merinas españolas, andarines como cabras y casi sin lana, cuyos rebaños recorrían la pampa desierta, sin más obstáculo que algún repunte indolente y tardío, más o menos como si hubiesen sido vacas, que sólo se esquilaban cuando algún acopiador improvisador se atrevía a hacerlo por su propia cuenta, tomando en pago la mitad de la lana y pagando por el resto un precio irrisorio, hasta las Rambouillet y las Lincoln de hoy!.

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