Ejemplos con acomodaticio

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Un maestro no puede difundir el mensaje de la India en Occidente sin un amplio fondo acomodaticio de paciencia y tolerancia.
Lo que pasa es que el comportamiento arrollador de las maquinarias, la defensa a ultranza de la franquicia, del emblema y los colores, justifica con su comportamiento mezquino y acomodaticio las cosas malas que la gente piensa de los partidos y sus dirigentes.
Mi discurso, dicho sea sin modestia, era un modelo en ese género resbaladizo, flexible y acomodaticio, que sirve, mediante hábiles perfidias de lógica y de estilo, para defender todas las ideas y pasar de uno a otro campo.
Cada cual cree a su manera, el criterio es acomodaticio, la razón es de quien se la apropia y del más fuerte, la personalidad depende de los haberes que tiene la persona, la verdad es sinónimo de mal y al que quieren ofender para que se moleste de veras, dizque le cantan la verdad.
El inglés, encantado con habérselas con un gentilhombre tan acomodaticio, estrechó a D'Artagnan entre sus brazos, hizo mil carantoñas a los tres mosqueteros y, como el adversario de Porthos ya estaba instalado en el coche y el de Aramis había puesto pies en polvorosa, no hubo que pensar más que en el difunto.
Además Athos era acomodaticio y gran señor hasta la punta de las uñas.
Por las calles le he visto con su tradicional paraguas y su aire de Príncipe acomodaticio y contento de la vida.
Es muy agradable tener una cuestión con un caballero tan correcto y tan acomodaticio como monsieur de Comminges.
El talento de acción, rico en diversidad de formas y matices, la inteligencia rápida y aguda, la intuición infalible de las conveniencias de cada papel, el hechizo de una superficial virtud de simpatía, la plasticidad, como de cera, de los distintos medios de expresión, en semblante, modos y palabra: tales son los elementos con que se compone este tipo acomodaticio y flexible, leve y sinuoso, capaz de amoldarse a toda situación, de identificarse con toda sociedad, de improvisar o suplir toda costumbre, apto para las transiciones más variadas y súbitas, no con la obediente pasividad del sugestionado y el amorfo, sino por su libre y sagaz iniciativa, tipo que es al trabajador sincero de la propia personalidad lo que al Hermes helénico, dueño de mil mañas y recaudos, pero en sentido religioso y sublime, su avatar, el Mercurio latinizado, astuto y utilitarista.
Bovio ha señalado este grave yerro, pintando al hombre medio con rasgos psicológicos precisos: Es dócil, acomodaticio a todas las pequeñas oportunidades, adaptabilísimo a todas las temperaturas de un día variable, avisado para los negocios, resistente a las combinaciones de los astutos, pero dislocado de su mediocre esfera y ungido por una feliz combinación de intrigas, él se derrumba siempre, en seguida, precisamente porque es un equilibrista y no lleva en sí las fuerzas del equilibrio.
Si un filósofo estudia la verdad, tiene que luchar contra los dogmatistas momificados, si un santo persigue la virtud se astilla contra los prejuicios morales del hombre acomodaticio, si el artista sueña nuevas formas, ritmos o armonías, ciérranle el paso las reglamentaciones oficiales de la belleza, si el enamorado quiere amar escuchando su corazón, se estrella contra las hipocresías del convencionalismo, si un juvenil impulso de energía lleva a inventar, a crear, a regenerar, la vejez conservadora atájale el paso, si alguien, con gesto decisivo, enseña la dignidad, la turba de los serviles le ladra, al que toma el camino de las cumbres, los envidiosos le carcomen la reputación con saña malévola, si el destino llama a un genio, a un santo o a un héroe para reconstituir una raza o un pueblo, las mediocracias tácitamente regimentadas le resisten para encumbrar sus propios arquetipos.
Para el hombre acomodaticio hay una certidumbre absoluta: sus éxitos son ilusorios y fugaces, por humillante que le haya sido obtenerlos.
El culto de lo acomodaticio y lo convencional, halagador para los sujetos insignificantes, implica presentar a los grandes creadores como predestinados a la generación o al manicomio.

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