Ejemplos con acogiéndose

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Con la proclamación de la Republica, coherente con su condición de monárquico, presentó su dimisión al presidente Alcalá Zamora y se retiro del servicio activo acogiéndose a la Ley Azaña.
Acogiéndose a esta ley se crearon en Valencia la Sociedad Valenciana de Tranvías y la Sociedad de carbones minerales de Dos Aguas y del Ferrocarril del Grao de Valencia a Turís, que fueron las que se encargaron de construir de manera independiente dos redes de ferrocarriles de vía estrecha.
Alfonso II había abdicado en su hijo Fernando y había huido acogiéndose a la protección de la corona aragonesa.
Los italianos que llegaron al sur del Perú no arribaron acogiéndose a esos dispositivos legales ni para formar parte de la inmigración oficial.
Acogiéndose al derecho de asociación, reconocido a los Municipios por la Ley Reguladora de las Bases de Régimen Local, los Municipios de Arlanzón, Atapuerca , Barrios de Colina , Quintanapalla y Rubena , todos ellos en la provincia de Burgos, han decidido constituir una Mancomunidad municipal para la prestación de servicios y la realización de obras de interés común.
La Universidad de Antioquia participó de ese momento renovador acogiéndose a las nuevas directrices, se reorganizó la biblioteca dando paso a la Biblioteca Central, que, junto con la Revista y la Emisora Cultural, sirvió de base a un amplio programa de extensión cultural.
Esta derrota en la Batalla de Arroyo Grande llevó a que numerosos oficiales orientales desertaran acogiéndose en las promesas de amnistía de Lecor.
La zona de mayor actividad se encuentra en la Comunidad Valenciana, actualmente se está intentado regular dichas actividades, acogiéndose con el calificativo de Bous al carrer.
De golpe: ¿Y si no me hubiera visto? ¡Claro! ¡pero claro! Su rostro se animó de nuevo, acogiéndose con plena convicción a una probabilidad como esa, profundamente razonable.
Por un instante vaciló su ánimo, acogiéndose a la idea del desistimiento de su aventura.
La idea de remitir la espinosa cuestión dinástica al supremo criterio de la Soberanía Nacional, acogiéndose a la socorrida receta de Espartero, iba penetrando en el ánimo de los marinos, que así se encontraban con un buen emoliente que aplicar a sus escrúpulos y escozores de conciencia.
Hasta después de Reyes no pudieron seguir, y el tiempo seco y con hielos permitioles avanzar bastante durante el día, acogiéndose de noche al abrigo de las ventas de Peñalba, Bujaraloz, Arroyales de Pina y otros pueblos.
Acogiéndose a la proscripción se libraba de la cárcel y quizás de la horca.
Tal vez imagina que la persiguen las furias del infierno, los enemigos del alma, una legión entera de diablos, y entonces no se considera en salvo sino acogiéndose al pie del altar.
Y cuando Loaysa queria que los que le escuchaban le dejasen, dejaba de cantar, y recogia su guitarra, y acogiéndose a sus muletas, se iba.
¡Claro! ¡pero claro! Su rostro se animó de nuevo, acogiéndose con plena convicción a una probabilidad como esa, profundamente razonable.
-¡Vuesa Paternidad está en un grave error! -dijo entonces don Bautista, acogiéndose al tono conciliador, seguro de agradar así al Padre Andrés, y de conservarlo de su parte-, ¡en un grave error! -repitió-.
La idea de remitir la espinosa cuestión dinástica al supremo criterio de la Soberanía Nacional, acogiéndose a la socorrida receta de Espartero, iba penetrando en el ánimo de los marinos, que así se encontraban con un buen emoliente que aplicar a sus escrúpulos y escozores de conciencia.
Hasta después de Reyes no pudieron seguir, y el tiempo seco y con hielos permitioles avanzar bastante durante el día, acogiéndose de noche al abrigo de las ventas de Peñalba, Bujaraloz, Arroyales de Pina y otros pueblos.
Acogiéndose, pues, al pueblo de Atenas, y poniéndose en sus manos con sus naves y sus bienes, al punto los demás oradores, puestos los ojos en la riqueza, estuvieron de su parte, y persuadían a los Atenienses que le admitieran y salvaran a un refugiado, Demóstenes al principio aconsejaba que se hiciera salir a Hárpalo, y se guardaran de precipitar a la ciudad en la guerra por un motivo no necesario e injusto, y al cabo de pocos días, habiéndose hecho el registro de los bienes que traía, viéndole Hárpalo prendado de una copa de las del rey y que examinaba su hechura y su forma, le dijo que la sopesara y viera el peso que tenía de oro.
Continuando en la persecución, llegó hasta Talauros, pero llevándole cuatro días de ventaja Mitridates, que se retiraba a la Armenia, acogiéndose a Tigranes, hubo de retroceder, y habiendo vencido a los Caldeos y Tibarenos, tomó la Armenia menor, sometió otras fortalezas y ciudades, y enviando a Apio, en legación, a Tigranes, para reclamar a Mitridates, se encaminó a Amiso, que todavía permanecía cercada.
Habíala antes amenazado el Senado porque se mezclaba en estas cosas y en querer predecir lo futuro, pero después, como acogiéndose a las mujeres hubiese dado algunas pruebas, y más particularmente a la de Mario, porque puesta a sus pies había casualmente adivinado entre los gladiadores quién sería el que venciese, la mandó ésta adonde estaba Mario, que la miró con admiración, y por lo común la hacía llevar en litera.
De los Siracusanos, pues, los que se mantuvieron en la ciudad quedaron esclavizados a un tirano que, no siendo de suyo nada benigno, tenía además exulcerado entonces su ánimo con las desgracias, y los principales y más distinguidos, acogiéndose a Hícetes, sobresaliente en autoridad entre los Leontinos, se pusieron enteramente en sus manos y le eligieron caudillo para la guerra, no porque fuese mejor que los que abiertamente se decían tiranos, sino que no tenían otro recurso, y prefirieron dar su confianza a un siracusano de origen, que reunía una fuerza proporcionada contra el tirano.
A la sazón, acampados los Galos delante de la ciudad tirrena Clusio, le tenían puesto sitio, y los Clusinos, acogiéndose a los Romanos, les pidieron que por su gobierno se enviaran embajadores y cartas a los bárbaros.
Entonces, los Feciales bien persuadieron al Senado que Fabio fuese entregado a los Galos, pero él, acogiéndose a la muchedumbre, y valiéndose del favor del pueblo que le amparó, evitó la pena, mas de allí a poco sobreviniendo los Galos asolaron a Roma, a excepción solamente del Capitolio.
Contestando el otro que era hijo suyo, y que la mujer de quien lo había tenido habitaba con él en la misma cabaña, volvió a decirle Astiages que mirase por si y no se quisiese exponer a los rigores del tormento, y haciendo a los guardias una seña para que se echasen sobre él, tuvo miedo el pastor y descubrió toda la verdad del hecho desde su principio, acogiéndose por último a las súplicas y pidiéndole humildemente que le perdonase.
Y obedientes a la orden del que, más que hermano, era padre y tutor, retrocedieron hacia el río, acogiéndose al amparo de la providente casa de los expedicionarios, buscadores de trabajo.

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