Ejemplos con acicate

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Su labor junto a Jesús de Monasterio en la Sociedad de Cuartetos de Madrid fue un acicate para el ambiente musical español de la época, promocionando la música de cámara europea contemporánea y posibilitando la difusión de obras de los emergentes genios de la música española, entre los que destaca Manuel de Falla.
Su nombre significa la Aerangis del gran acicate refiere a la espuela del final del ápice inflado.
Este fue el despertar de su carrera literaria, y la llegada de sus nietos y bisnietos, fue acicate para dedicarse luego también a la literatura infantil con todo el cariño de una madre, abuela y bisabuela.
Junto a la carta puebla se le otorgó diferentes privilegios y derechos que fueron acicate para un aumento de la población.
A decir de Raul Porras Barrenechea: el mito de los Pururaucas es tan sólo una bella alegoría incaica para honrar el valor de las propias fuerzas y enaltecer la grandeza del Espíritu cuando los hombres sienten el acicate de la dignidad y del patriotismo, cuando son capaces del sacrificio y del riesgo, cuando se han educado en el roce del sufrimiento y del esfuerzo, cuando se han sobrepuesto al temor, entonces sus fuerzas se duplican y surgen junto a ellos los invisibles compañeros de granito, que desconocen el miedo y sólo saben el camino de la victoria.
Con la misma expresión Buenas noches y buena suerte se despedía el periodista estadounidense Ed Murrow de su programa informativo semanal See It all que fue víctima y acicate de la 'Caza de brujas' contra comunistas por el senador Joseph McCarthy.
En su época, la invasión musulmana sobre en reino visigodo en la península ibérica era muy amplio, por lo que su labor de apoyo era de gran influencia, y los fieles se sentían apoyados por sus consejos y entereza, sirviendo de acicate contra la ocupación.
Madero hombre progresista y de grandes miras, pensó que la aviación ofrecía grandes posibilidades para crear un ejército moderno, en el que la vocación, la formación profesional y un acendrado espíritu patriótico de la juventud , sirviera de acicate para renovar personas, estilos y costumbres del pasado.
En las vertientes del mediodía abundan los encinales, robledales, carrascales y quejigales, mientras que la del norte están cubiertas por pino albar y algunos restos de hayas a las que han sustituido junto al quejigal, esta expansión ha tenido un acicate por la rentabilidad que el pino produce a los habitantes de los pueblos de la zona.
Pero cuando lo que nace del seno del dolor es el anhelo varonil de la lucha para conquistar o recobrar el bien que él nos niega, entonces es un acerado acicate de la evolución, es el más poderoso impulso de la vida, no de otro modo que como el hastío, para Helvecio, llega a ser la mayor y más preciosa de todas las prerrogativas humanas, desde el momento en que, impidiendo enervarse nuestra sensibilidad en los adormecimientos del ocio, se convierte en el vigilante estímulo de la acción.
Han inventado, con su prodigiosa aptitud de improvisación, un acicate para el tiempo, y al conjuro de su voluntad poderosa, surge en un día, del seno de la absoluta soledad, la suma de cultura acumulable para la obra de los siglos.
Por más que bajo el acicate de su actividad vivísima, el breve tiempo que la separa de su aurora haya sido bastante para satisfacer el gasto de vida requerido por una evolución inmensa, su pasado y su actualidad no pueden ser sino un introito con relación a lo futuro.
Después de cada parada volvía, como si hubiese descansado, y con mayores bríos, a manera de corcel que siente el acicate, a devorar el camino.
El noble bruto volaba como si le clavase el acicate.
Quien desee convencerse de ello lea unos cuantos libros de aquellos grandes escritores místicos que para hacer codiciable la gloria y posible la salvación, presentaban no sólo la belleza, sino aun la mera forma corporal, como cebo y acicate del pecado.
Éste, según parece, se avía alçado con el ama de casa, muger que para pedir limosna con justicia no le faltava más que no poder ganarlo sirviendo, que bien vieja ya se lo era, y dixera entonces a esta pobre vieja y enferma una cosa anexa a la senectud, limpia por lo menos de boca, pues en toda ella no avía quedado más que una muela y muy contra a su voluntad, porque, como sola, no adornava y ofendía tanto que era como tener acicate en ella.
Son los rusos el látigo de la reforma: mas no, ¡no son aún estos hombres impacientes y generosos, manchados de ira, los que han de poner cimiento al mundo nuevo: ellos son la espuela, y vienen a punto, como la voz de la conciencia, que pudiera dormirse: pero el acero del acicate no sirve bien para martillo fundador.
No comprendía que esto era el acicate que ponen los pueblos nuevos en todos los corazones, sin que nadie especialmente lo enseñe: todos estimulan a todos, es una especio de contagio, una rabia de celebridad que vaga en la atmósfera irritando todos los orgullos.
El acicate del peligro y la rabia y el despecho ante las dificultades que amenazaban el logro de sus deseos, había enardecido el ánimo testarudo de Miguel Ramos, y su alma obstinada y audaz sólo albergaba un propósito: luchar contra la furia de los elementos mientras sus manos pudiesen aferrar los remos.
¿Por qué aquella noche le había faltado todo eso? ¿Por qué había cólera en el movimiento de la brida que lo conducía? Y lo que era peor aun, ¿por qué inusitados golpes de acicate, venían de vez en cuando a lastimar sus lucientes ijares?.
Joseíto, recto e inmóvil sobre su caballo, contemplaba el espectáculo sin que pudiera darse cuenta de aquellos a modo de dulces ceceos que modulaba al pasar cerca de él el plomo ya frío, sus ojos no se cansaban de mirar cómo el teniente esforzábase en dominar su caballo, que caracoleaba y arrancando chispas a las rocas al choque de sus herraduras, giraba espantado sin querer obedecer ni riendas ni acicate, impidiendo que su jinete pudiera resguardarse del fuego enemigo.
Y la exclamación de ellos fue repetida por todos los jefes jóvenes, como los dos hermanos Cornejo, Ricardo O'Donovan, Armando Blondel, casi un niño, con la energía de un Alcides, y el denodado Alfonso Ugarte, gentil mancebo que en la hora del sacrificio y perdida toda esperanza de victoria clavó el acicate en los flancos del fogoso corcel que montaba, precipitándose caballo y caballero desde la eminencia del Morro en la inmensidad del mar.
En la guerra bien me iba, ¡pero la paz era horrible! Había una cosa que se llamaba disciplina, que en la guerra era un acicate que animaba, que confortaba, y en la paz como el hierro ardiente del domador, que horroriza y humilla, y hasta acobarda, y agria y empequeñece el mismo carácter de los leones, que ya se sabe que por sí son nobles.
La excitación encendida en su ánimo por el entusiasmo, el deber, la responsabilidad, la grandeza de la idea que pronto había de condensarse en formidables hechos, era como acicate que a precipitar el paso le obligaba.
Al oírlos, levantaba Álex la cabeza, pronto volvía a su tarea, recogiendo aquellos ecos como un encanto más, como un dulcísimo acicate que avivaba su inspiración.
Los dos criminales iban dados a los demonios, y llegó el caso de que, tumbados en mitad del camino, se negaron a seguir, viéndose obligados los civiles a emplear el acicate de sus amenazas.
diestro jinete o birdón que con el amago, con la sombra de la vara, sin acicate ni rienda, le.
ya lo dice él: «sirva mi opinión de acicate a los compradores».
El proceso de Berlín resulta, pues, en este orden invertido, un aliciente y un acicate.
Cuanto más apretados, hay algunos que discurren más, y, con el acicate de la mayor urgencia vuelan, a mayor riesgo, mayor desempeño, que hay también superior antiparístasi, que aumenta la intensión a la inteligencia y, sutilizando el ingenio, engorda sustancialmente la prudencia.

© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba