Ejemplos con acercándome

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Voy acercándome a mi casa, la familia, en estos días de invierno reunida en la cocina, delante del fuego del hogar, me espera.
-Y más bonita que el sol -respondí acercándome.
-Presentacioncita -dije, acercándome más a ella-.
Creí que había muerto, pero acercándome, observe su respiración tranquila.
-No matamos a nadie -respondí acercándome.
Un momento después encontré en la plaza al señor duque, que volvía de su paseo, conociome al punto, y acercándome a él le dije:.
Esto me desesperaba, quitándome toda esperanza de salvar a la pobre huérfana, hasta que un día, resuelto a comunicarme con ella, aceché la ocasión en que doña Restituta estaba desplumando a unos infelices en el despacho de los préstamos, y acercándome a la puerta del encierro, la llamé muy quedamente.
Acercándome a aquella reja, pude fácilmente distinguir tras ella varios bultos blancos y negros, entre los cuales algunos desfilaron pausadamente y sin ruido hacia una puerta que se abría en el ángulo del fondo, y otros permanecían inmóviles y de rodillas.
Y acercándome a ella, la abracé y la besé en la boca de una manera ardiente.
A la tercera noche, cada vez mas audaz, acercándome al oído del niño: —¡Dioses inmortales!, exclamé, si logro llevar a término el coito pleno y delicioso sin que mi discípulo lo sienta, prometo darle mañana una hermosísima jaquita macedónica—.
Y acercándome a la mesa del coronel y del comandante, después de ser presentado a ellos por mis amigos, les referí a todos la espantosa narración del minero.
Facia, sentada lejos de él y atenta a cuanto pudiera ocurrirle, después que yo hube contemplado al enfermo acercándome de puntillas a su cama, me dijo con la mirada:.
No las he visto, porque tú me rodeas de esplendor y alegría y a mi alrededor se alza el bullicio de las risas y las canciones, pero yo adivino que lo habitual por ahí fuera será la desgracia, y que yo podría mitigarla quizás acercándome a ella.
Parecióme, al fin, que acercándome a un grande armario colocado en un ángulo, oía más clara y cercana la voz, y no me preocupaba.
Veo a larga distancia un objeto que se mueve, y digo: «Allí hay un hombre», acercándome más descubro que no es así, y que sólo hay un arbusto mecido por el viento.
Entonces, acercándome al chinchorro y descubriéndole la cabeza, le dije con.
y, hoy, acercándome al Ocaso de ella, siento el anhelo de combatir, tan.
Acercándome al difunto, le dije:.
Ahora lloraba más, acercándome a Santiago, donde ya solo la hallaría muerta, sepulta bajo las mostazas maduras y rumorosas de un pobre cementerio.
En cuanto a mi, acercándome a Giton, exclamé llorando: —Nuestro amor había merecido de los dioses que nos uniera la misma suerte, pero la fortuna, celosa, pretende rehusarnos ese consuelo.
Fui acercándome dudosamente a.
Miraba con tristeza desgarradora aquella extensión y no se dio cuenta cuando yo, acercándome, me puse a su lado.
El rubio traía un pañuelo atado en la cabeza y, acercándome, noté que tenía ensangrentada la cabeza y la blusa sobre el hombro.
Al linde de la arboleda descansé mi andar, asentando las alpargatas sobre la liza dureza de una huella, poco a poco fui acercándome al rancho, por un maizalito de unas pocas cuadras.
Y acercándome a su inclinación, digo que, quando tienen necessidad de comer, hazen un corro en el qual andan alrededor, y si alguno cae, luego que le ven en tierra, en vez de levantarle, dan en él y, despedaçándole, se le comen.
Si contemplando a Eufrasia y oyendo su gracioso divagar de política, pude repetir para mis adentros el verso de Leopardi E il naufragar m'e dolce in questo mare, caminito de mi casa, y acercándome a este refugio bien templado, me dije: «En ese mar bonito y placentero, podré pasearme sin que nadie me vea, pero nunca naufragaré».
Un momento después, acercándome a Mercedes le dije que venía a despedirme porque tenía que ausentarme algunos días.
¡Mi padre, que yo creía muerto hacía seis años! No reflexioné en el misterio de aquella aparición, y bajando las gradas del corredor que caían al patio corrí hacia el bulto, y acercándome le eché los brazos al cuello.
-¿Ven ustedes la filosofía de ese espectáculo? -dijo acercándome de improviso a los dos.
La cogí en mis brazos sin que opusiera la menor resistencia y, acercándome a un barreño casi lleno de agua, lavé la herida de su frente primero y la mano después, secándola con un pañuelo.

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