Ejemplos con acaramelada

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Ella misma le había dado la llave de la caja, diciéndole muy acaramelada y blandamente:.
Encima de las puertas colgaban viejos cuadros italianos de una suavidad acaramelada: niños de carnes ambarinas jugueteaban con rizados corderos.
A trechos agrupábanse, formando abanicos, largas y estrechas valvas de mariscos que tenían la transparencia acaramelada del carey.
Mi personalidad se creció a sus ojos, y echando el resto de mi táctica seductora, la dejé totalmente sumisa, tierna y acaramelada.
Quise ir a mi casa, y de pronto me encontré en la tienda de María de la Cabeza, a quien vi muy acaramelada con su esposo Serafín de San José, y cuando ambos me saludaban apretándome tiernamente la mano, el atronador mugido de los toros me despertó.
Despreciaste al que yo te propuse, Alejandrito Sánchez Botín, y ahora te veo entontecida y acaramelada con el don Sixto, del cual me han dicho que con todo su saber, y su hablar modoso, y su vestir elegante, y su barbita, no es más que un triste pelagatos, con lo comido por lo servido, y los pocos reales que saca de algún periódico.
Imágenes horribles era lo que inspiraba la contemplación de estos campos abandonados, y su tétrica miseria aún resaltaba más al contrastar con las tierras próximas, rojas, bien cuidadas, llenas de correctas filas de hortalizas y de arbolillos, a cuyas hojas daba el otoño una transparencia acaramelada.
La plaza, con sus puestos de venta al aire libre, sus toldos viejos, temblones al menor soplo del viento, y bañados por el rojo sol con una transparencia acaramelada, sus vendedores vociferantes, su cielo azul sin nube alguna, su exceso de luz que lo doraba todo a fuego, desde los muros de la Lonja a los cestones de caña de las verduleras, y su vaho de hortalizas pisoteadas y frutas maduras prematuramente por una temperatura siempre cálida, hacía recordar las ferias africanas, un mercado marroquí con su multitud inquieta, sus ensordecedores gritos y el nervioso oleaje de los compradores.
El primer sol de verano abrillantaba como espejos las barnizadas tablas de los carromatos, doraba los mástiles, esparcía un polvillo de oro en la plaza, daba al gigantesco toldo una transparencia acaramelada, y este cuadro levantino, fuerte de luz, dulcificábase con el tono blanco de la muchedumbre, vestida de colores claros y cubierta con los primeros sombreros de paja.
Hervía el azúcar en las cazuelas y un negro cíclope del dulce labraba yemas y azucarillos en aquella caverna húmeda y acaramelada.
Despreciaste al que yo te propuse, Alejandrito Sánchez Botín, y ahora te veo entontecida y acaramelada con el don Sixto, del cual me han dicho que con todo su saber, y su hablar modoso, y su vestir elegante, y su barbita, no es más que un triste pelagatos, con lo comido por lo servido, y los pocos reales que saca de algún periódico.
Quise ir a mi casa, y de pronto me encontré en la tienda de María de la Cabeza, a quien vi muy acaramelada con su esposo Serafín de San José, y cuando ambos me saludaban apretándome tiernamente la mano, el atronador mugido de los toros me despertó.
Dos chinitas descalzas, y vestidas con una especie de bolsas de zaraza floreada, atadas a la cintura formando buches irregulares y sin gracia, con las trenzas de crin, azul a fuerza de ser negro, pendientes a la espalda, la tez muy morena, las narices chatas, la mirada esquiva y recelosa como de animal perseguido, los ademanes bruscos e indecisos, como de semisalvajes, hacían circular entre las visitas el interminable mate siruposo, endulzado con grandes cucharadas de azúcar rubia de Tucumán, acaramelada con un hierro candente y perfumada con un poco de cáscara de naranja.
Adivinó mi pensamiento Calígula, y muy obsequiosa y acaramelada me dijo:.

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