Ejemplos con abrogó

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

La plataforma de Luis Napoleón significaba para los electores la restauración del orden después de los meses de la agitación política, del gobierno fuerte, de la consolidación social y de la grandeza nacional, a los cuales él abrogó con todo el crédito de su nombre, especialmente con la memoria de su tío Napoleón I, ya héroe nacional de Francia.
El Senado, para el año décimo de esta guerra, abrogó todas las demás magistraturas, y nombró dictador a Camilo, quien eligió para maestro de la caballería a Cornelio Escipión. Empezó por hacer estas plegarias y votos a los Dioses, que si tenía glorioso fin la guerra daría grandes juegos y consagraría un templo a la Diosa, a quien llaman madre Matuta los Romanos. Puede pensarse que ésta es la misma que Leucotoe, por la especie de ritos que en su culto se practican, porque introduciendo una esclava a su santuario, le dan de bofetadas, y después la lanzan fuera, a los hijos de los hermanos los ponen en el regazo en vez de los propios, y ejecutan cosas muy parecidas a las de las nodrizas de Baco, y a los errores y trabajos que a causa de la combleza sufrió Ino. Hechas las plegarias, invadió Camilo el país de los Faliscos, y a éstos, y a los Capenates, que vinieron en su auxilio, los derrotó en una gran batalla. Volvió luego la atención al sitio de Veyos, y considerando que el asaltar los muros era obra larga y difícil, practicó minas, cediendo el terreno de las inmediaciones de la ciudad a la azada, y permitiendo llevar profundo el trabajo, sin que pudiesen sentirlo los enemigos. Alentada con esto la esperanza, comenzó él mismo a dar el asalto por la parte de afuera para atraer los ciudadanos a la muralla, y otros, caminando ocultamente por las minas, llegaron, sin ser percibidos, hasta estar dentro del alcázar, junto al templo de Juno, que era el más grande y de mayor veneración en la ciudad. Dícese que a esta sazón se hallaba allí el caudillo de los Tirrenos, celebrando cierto sacrificio, y que el agorero, al registrar las entrañas, dio una gran voz, diciendo: “Dios da la victoria al que termine este sacrificio”, lo cual, oído por los Romanos desde las minas, rompiendo al punto el pavimento, y echando mano a las armas con estrépito y gritería, asombrados los enemigos, dieron a huir, y ellos entonces, apoderándose de las entrañas, corrieron con ellas a Camilo, pero esto parecerá quizá que tiene el aire de fábula. Tomada la ciudad a viva fuerza, y encontrando y recogiendo en ella los Romanos una inmensa riqueza, al ver Camilo desde el alcázar lo que pasaba, al principio se quedó suspenso, y se le cayeron las lágrimas, después, como le felicitasen todos por el suceso, levantando las manos a los Dioses, y haciéndoles plegarias: “Jove Máximo- dijo- y vosotros Dioses, que sois testigos de las buenas y de las malas obras, bien sabéis que no contra justicia, sino en debida defensa, nos hemos apoderado de la ciudad, de unos hombres protervos e inicuos, mas si acaso, en cambio de este tan feliz suceso, somos deudores de alguna pena, os pido que por la ciudad y ejército de los Romanos venga ésta a parar sobre mí con el menor daño posible”. En esto, volviéndose sobre la derecha, como es costumbre de los Romanos en sus plegarias, tropezó en el mismo acto, y como se sobresaltasen los circunstantes, rehaciéndose prontamente de la caída: “Según mi súplica- dijo- me ha sobrevenido una caída ligera por una felicidad tan extraordinaria”.

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