Ejemplos con abracé

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

¿Me he suicidado yo cuando vi el cielo desplomarse sobre mí? El cielo se desplomó sobre mí, es cierto, pero yo me abracé a él y ya lo ves, me he salvado.
Le pregunté por su padre, el gran Urbistondo, y por toda la chiquillería, y, aunque ella se oponía y se ruborizaba, la abracé efusivamente.
Me incliné detrás de ella y le abracé la cabeza.
Abracé a la enferma, le dí un beso en la frente, y salí de la estancia.
¡Vaya un sacerdote ordenado de misa! Si tengo tal afición a chiquillos, no debí abrazar la carrera que abracé.
Y acercándome a ella, la abracé y la besé en la boca de una manera ardiente.
No son los amores como los que vuestra merced piensa dijo el galeote, que los míos fueron que quise tanto a una canasta de colar, atestada de ropa blanca, que la abracé conmigo tan fuertemente que, a no quitármela la justicia por fuerza, aún hasta agora no la hubiera dejado de mi voluntad.
Abracé a Graziella y después a Fructuoso, diciéndole con efusivo lenguaje: «Manrique, amigo del alma, sácame de una duda que me atormenta: esta preciosa ojinegra que tengo a mano izquierda ¿es tu ninfa?.
Di un grito extraño, inconsciente, y me abracé a las piernas de mi padre.
Pero besé a Eulalia en la frente, abracé a la suegra, estreché la ancha y velluda pata sudorosa de Rozsahegy y me despedí, diciendo:.
Los abracé a todos, y salí como potro desbocado.
Abrazóme gozoso, y le abracé de muy buena gana, y todos los de la casa me abrazaron después.
Abracé después a mi cuñado y al cura, y a todo el que se me puso por delante.
, lloramos todos, estampé en su frente casta un beso que no la empañó con la más leve mancha de impureza, abracé a Quica también, y huí, con el corazón oprimido, de aquellos afectos que enervaban los bríos que me hacían falta para lanzarme a la empresa en que me había empeñado la dura ley de la necesidad.
y yo quedé allí únicamente, petrificada de espanto, me abracé a tu cadáver, ya frío, empapó mi túnica en aquella sangre, que era el último efluvio de mi vida, y.
lo cual asombró a todos, pensando, por estar yo inficionado de aquella pestilencia, hacía aquellas ferocidades, así arrebataron lanzas y dardos y comenzáronse a amonestar unos a otros que lanzasen de sí un mal común y tan grande como aquél, cierto, ellos me perseguían y rabiaban más que yo, por lo cual sin duda me mataran y despedazaran con aquellas lanzas y venablos y con hachas que traían, sino porque yo, viendo el ímpetu de tan gran peligro, luego me lancé en la cámara donde posaban aquellos mis amos, entonces, bien cerradas las puertas, encima de mí velaban a la puerta hasta que yo fuese consumido o muerto de aquella rabia y pestilencia mortal y ellos pudiesen entrar sin peligro suyo, lo cual así hecho, como yo me vi libre, abracé el don de la fortuna que a solas me había venido, y lanceme encima de la cama, que estaba muy bien hecha, y descansé, durmiendo como hombre, lo cual después de mucho tiempo yo no había hecho.
De esta manera, habiendo hecho mi oración a la gran diosa, abracé al sacerdote Mitra, padre mío, y colgado de su pescuezo, dándole muchos besos, le mandaba perdón, porque no podía remunerar ni agradecerle tantos beneficios y mercedes como de él había recibido.
»Diciendo esto, abracé fuertemente a Sócrates y le besé cordialmente.
Le abracé conmovido, hícele sentar a mi lado, y él, con voz doliente y asmática, eco de un cuerpo vacío, me dijo: «No vengo a pedirte albergue, querido Proteo, que ese, aunque no mejor que la guarida de una bestia, ya lo tengo.
La abracé, y la pobre criatura, apoyando su cabeza en mi pecho, lloró con el mayor desconsuelo.
El deleyte es con los amigos en las cosas sensuales e especial en recontar las cosas de amores e comunicarlas: esto hize, esto otro me dixo, tal donayre passamos, de tal manera la tomé, assí la besé, assí me mordió, assí la abracé, assí se allegó.
Tomé el asunto a mi cargo, vine aquí, hablé con tu padre, abracé a María y a tu madre, charlé con ellas hasta quedarme sin saliva en la boca.
Y me abrazó, y le abracé.
Entraron, me abalancé a ellos y los abracé casi llorando de alegría.
Le abracé, le acaricié, le rogué por sus padres que tuviera valor, le ofrecí rescatarlo pronto, ofrecimiento que cumplí, y hasta que no le vi resignado a su suerte, no me separé de él.
Mi madre dio vuelta: yo entré en el rancho y la abracé.
Con el último indio que yo saludé, abracé y cargué gritando lo más fuerte que mis gastados pulmones lo permitieron ¡¡¡aaaaaaaaaaaa!!! se oyeron los postreros hurras y vítores de la multitud, que no tardó en desparramarse montando la mayor parte a caballo, entregándose a los regocijos ecuestres de la tierra, como carreras, rayadas , pechadas y piruetas de toda clase, por fin.
Me abrazó cruzándome los brazos por el hombro derecho, lo abracé.
Me abrazó cruzándome los brazos por el hombro izquierdo, lo abracé.
Le abracé con efusión, y uno de los momentos más gratos de mi vida ha sido aquél.

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