Ejemplos con abominó

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Definitivamente, abominó de la rueda, la hacía trizas mentalmente, sintiendo el goce del preso que pasa la puerta del encierro y aspira el aire libre.
Nietzsche tuvo empeño en demostrar su origen polaco y abominó de Alemania, país, según él, de burgueses pedantes.
Con este motivo de la carne, Aguado disertó sobre un tema que en el pueblo era por aquel tiempo casi inaudito, de gran novedad por lo menos, abominó del cocido, achacó la falta de vigor nacional a la carne cocida y a la poca carne frita que se come en esta pobre España, etc.
» Dijo Cambises, y lamentando después su desventura, abominó todas las acciones de su vida.
Mostróse inaccesible a las solicitaciones de Pausanias y abominó de semejante participación, pero a nadie refirió aquellas conversaciones, ni denunció el intento, esperando quizá que Pausanias desistiría de él, o que otros lo denunciarían, habiéndose metido sin reflexión ninguna en una empresa disparatada y temeraria.
Sucedió por entonces que una oveja parió un cordero que tenía en la cabeza la figura y color de una tiara y la forma también de unos testículos a uno y otro lado, lo que abominó Alejandro como mala señal, y se hizo purificar por unos Babilonios que al efecto acostumbraba llevar consigo, sobre lo cual dijo a sus amigos que no era por sí mismo por quien se había sobresaltado, sino por ellos, no fuera que un mal genio, faltando él, trasladara el poder a un hombre cobarde y oscuro.
Habiendo arribado a Alejandría, muerto ya Pompeyo, abominó la vista de Teodoto, que le presentó la cabeza de su rival, y al recibir el sello de éste no pudo contener las lágrimas.
Henchido de sí mismo, se quiso inacabable y soñó con la vuelta eterna, mezquino remedio de la inmortalidad, y lleno de lástima hacia sí, abominó de toda lástima.
¡Ah! Yo maldigo la escuela literaria que abominó de las mujeres gruesas.
¿Quién imaginaría que Beethoven abominó la música en su infancia? ¿Quién llegaría a sospechar que Federico el Grande detestaba el ruido de las armas cuando su padre preparaba para él los ejércitos de Friedberg y de Lissa?.

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