Ejemplos con añoso

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

De acuerdo con las crónicas históricas del siglo XIX, el añoso ombú ubicado en esta quinta fue testigo de la visita del Virrey don Rafael de Sobremonte a San Fernando.
Días después, Lisa se une a la asociación de Jesse, en parte por su preocupación y en parte por estar enamorada de él, y luego de enterarse de que el Texano Rico planeaba talar el árbol más añoso de Springfield, se ofrece como voluntaria para acampar en el árbol.
Casos notables de longevidad ilustraban aquella mansión, descollando en ella el añoso don Alonso Landázuri, marqués de Gauna, del hábito de Santiago, que a su título añadía esta pomposa coleta:.
La escalera, de añoso castaño ennegrecido, chillaba con todas las tablas de sus desvencijados peldaños, cuando uno subía por ella: era un son de coplas con cadencia de romance gangoso, recitado por bocas sin dientes.
A nadie soy útil, a nadie hago falta, mis días son de absoluta esterilidad, ya he vivido bastante, y al quitarme de en medio, casi casi no cometéis crueldad, pues no hacéis más que arrancar un tronco añoso y seco, que estorba el nacimiento de nuevos árboles.
Sonaban a lo lejos, como una tela que se rasga, los escopetazos contra las bandas de golondrinas que volaban a un lado y a otro en contradanza caprichosa, silbando agudamente, como si rayasen con sus alas el cristal azul del cielo, zumbaban sobre las acequias las nubes de mosquitos casi invisibles, y en una alquería verde, bajo el añoso emparrado, agitábanse como una amalgama de colores faldas floreadas, pañuelos vistosos.
Sobre la verja se inclinaba añoso olivo, donde nidaban mil gorriones alborotadores, que a veces azotaban y sacudían el ramaje con su voleteo apresurado, y hacíale frente una enorme mata de hortensia, mustia y doblegada por las lluvias de la estación, graciosamente enfermiza, con sus mazorcas de desmayadas flores azules y amarillentas.
Delante de la actual entrada, que es la antigua de la del Monasterio, y por la que se regía el Emperador cuando salía a caballo, elévase un añoso y corpulento , tenido en gran veneración histórica, y del que no hay viajero que no se lleve algunas hojas como recuerdo de su peregrinación a Yuste.
Iba estrechamente forrado, como tizona en vaina, en añoso gabán oscuro, cuyo borde y solapa se sujetaban con alfileres allí donde no había botones, y con los agarrotados dedos en la parte del pecho, como la más necesitada de defensa contra la humedad y el frío.
La escalera, de añoso castaño ennegrecido, chillaba con todas las tablas de sus desvencijados peldaños, cuando uno subía por ella: era un son de coplas con cadencia de romance gangoso, recitado por bocas sin dientes.
guarde aquesta inscripción tu tronco añoso.
Nadie ignorará en aquella comarca la razón de que las cerezas del gran árbol añoso no debían comerse, pero el hecho de contárselo a «un señor» era arriesgado para un labriego.
La casualidad había colocado allí un laurel magnífico, ya añoso, de los que parecen regados con sangre, aunque sólo los riegue el agua de la lluvia.
en el árbol añoso y en el candil de aceite.
Derriban un añoso ceiba en la margen, cae el gigante al través del hondo cauce, hay ya un puente, y el antes temido aluvión queda a las espaldas de los viajeros que ya ni el ruido escuchan, pero ¡cuántas horas perdidas!.
Cumandá sentía un breve estremecimiento, se paraba e inadvertidamente oprimía la mano de Carlos: pero fijaba con detención la vista en el objeto que le había asustado, conocía que era un añoso tronco envuelto en su pesado manto de parásitas y musgos, y continuaba andando.
Al entregar el exiguo tributo, parece avergonzarse de su pobreza, y se oculta bajo una especie de madreselva, murmurando en voz apenas perceptible, y esto sólo porque tropieza ligeramente en las raíces de un añoso matapalo, que ensortijadas como una sierpe sobre la fuentecilla, se tienden hacia el río.
«Como la cascada que, saltando desde la altura, deshecha en lluvia de colores, en avalancha de piedras preciosas, fecunda todo el alto monte y toda la campiña, desde la planta aromática de la cumbre hasta la flor de la falda, hasta la espiga del llano, hasta el árbol corpulento y añoso que crece entre las grietas del peñasco, así el sentimiento desbordante, así la irisada caridad de la mujer argentina baja desde la cima excelsa en que es soberana, hasta la hondonada oscura en que hormiguea la humanidad doliente, y lo que arriba se llama Gracia, abajo se llama Beneficencia.
No poco gustaba ella de sentarse en algún poyo rústico o de pararse a meditar al pie de corpulento roble, cuyo añoso tronco estaba revestido de trepadera yedra y de madreselva olorosa.
El tronco añoso no cree nunca florecer por última vez.
¡Sabio peluquero de solípedos, Telaraña! De un caballo moribundo, añoso, lleno de alifafes, sacaba un potro cuatreño, capaz, aparentemente, de sorberse las leguas.
Entonces, yo, que me había echado de bruces en el suelo, y precisamente me encontraba debajo de una de las patas, la cual me pareció más gruesa que el tronco de un árbol añoso, me levanté con viveza, desenrollé la tela de mi turbante.
¡Ah, la honradez del aldeano, la virtud de la aldeana, la austeridad del hogar, al amor del añoso tronco que chisporrotea en invierno, o bajo verde floresta do anidan los pajaritos en verano!.
¡Pues no tendrán poco que ver los niños guapos tomando posturas interesantes sobre el rústico tapiz y bajo el añoso y copudo roble, a los pies de la hermosa y elegante dama!.
Consuelo, regadera en mano, recogida en la cintura la falda de percal, que dejaba ver los pulidos zapatos, y que ceñíase con pérfida ductilidad a la pierna nerviosa y fina, luciendo vistoso collar de abalorios, y tocado de flores el espléndido cabello, entreteníase en regar los geranios que embellecían el largo arriate que adornaba el patio de la casa, en que vivía, en tanto la señora Rosario charlaba animadamente con la señora Angustias la Veterana, sentadas las dos en uno de los extremos del patio, y, retrepado en su silla contra el ruinoso muro, dormitaba el señor Curro el Almejero, cosía la Caperuza a la sombra que proyectaba un jazmín que escalaba el añoso parral, y Joseíto el Ecijano, reclinado también en su silla contra el muro, entreteníase en templar su reluciente guitarra.
Se ajustó, pues, un cinturón de cáñamo, se levantó las mangas, cogió una azada y un canasto, y puso inmediatamente manos a la obra, dando grandes golpes a las raíces del añoso árbol a ras de tierra.
Cuando se tranquilizó, recordó que el buen jardinero le había encargado que desarraigase un algarrobo añoso que ya no daba hojas ni fruto.
::¡Oh tú, que das mayor realce a la gloria del reinado y restauras el añoso edificio de los antepasados! ¡Oh tú, siempre victorioso gran visir!.
Sentéme al pie de añoso tronco, como dicen los bucólicos, y no en mullida y olorosa alfombra, sino en duro y empedernido banco, a la sombra del escueto Y desgarbado ramaje, porque las tiernas hojas aún dormían arrebujadas en los pliegues entreabiertos de sus yemas.

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