Definición de dejándosela

Acepciones de Dejándosela como conjugación de dejar

Categoría gramatical: verbo transitivo, verbo pronominal, verbo intransitivo, gerundio de dejar
Categorías gramaticales y tiempos verbales de dejándosela explicados

  1. Depositar o colocar una cosa en su sitio.
  2. Poner una cosa en la forma conveniente.
  3. Llevar a una persona a un lugar al pasar o llevarla allí directamente.
  4. Deshacerse de algo o de alguien en un lugar cualquiera.
  5. Abandonar un hábito, vicio o actividad.
  6. Poner o soltar una cosa en un lugar y no pensar más en ello.
  7. Dar algo que se posee a otra persona.
  8. No hacer algo, no ejecutar una acción prevista o previsible.
  9. No impedir algo.
  10. Hacer que algo o alguien no sea tocado, ni cambie, ni sufra algún trastorno o modificación.
  11. No frecuentar más a una persona.
  12. Tomar un rumbo que lo aleja a uno de algo o de alguien.
  13. «sólo en los últimos tres meses, 98.000 millones de euros han dejado españa (equivalente a un 9% del pib español), buscando lugares más seguros» ( el problema no son los mercados financieros. vicenç navarro, 11 de junio de 2012)
  14. Viajar fuera por un tiempo.
  15. Dar visto bueno a una acción específica.
  16. Soltar una cosa que se tiene cogida y ponerla en algún sitio. no continuar [en una cosa]. depositar a alguien o algo en un lugar
  17. Permitir que una persona haga una cosa. descuidarse de sí mismo, olvidar sus conveniencias o aseo. desistir, no continuar lo empezado
  18. Hacer que una persona o una cosa quede en un lugar.. hacer que una persona o cosa quede en un lugar
  19. Producir una cosa ganancia..
  20. Hacer una tarea o recado antes de marchar..
  21. Dar una persona una cosa a otra al morir..
  22. No hacer una cosa que es más oportuna en otros casos..

Ejemplos con la palabra Dejándosela

¿De dónde sacaste, infernal criatura, que el escogido entre los escogidos, Manolo Peña, había quitado la preciosa vida al pobrecito Leopoldito, que por estar blindado de sandeces, como lo está de conchas un galápago, tiene en su inútil condición garantías sólidas de inmortalidad? ¿En qué fuente bebiste, poeta miasmático, peste del Parnaso y sarampión de las Musas? ¿Quién te engañó, quién te sopló, trompa de sandeces? Si no pasó nada, si no hubo más sino que el filo del sable de Peña rozó la oreja derecha del espejo de los mentecatos y le hizo un rasguño, del cual brotaron obra de catorce gotas de sangre de Tellería, y como la cosa era a primera sangre, aquí paró el lance y ambos caballeros se quedaron repletos de honor hasta reventar, y luego se dieron las manos, y el que hacía de médico sacó un pedacito de tafetán inglés y lo aplicó a la oreja de Tellería, dejándosela como nueva, y todo quedó así felizmente terminado para regocijo de la humanidad y descrédito de las malditas ideas de la Edad Media que aún viven.
En tan solemne función llevaría D. Francisco su encomienda de Carlos III, cuyas insignias le había regalado Agustín. El gabán nuevo lo estrenaría también la misma noche, pues aunque esta prenda no se había de lucir en el baile, convenía exhibirla en la escalera y vestíbulo, donde había mucha luz. ¡Y qué apuros los del económico Thiers para atender al gabán, a las botas de charol, a las dos batas que Rosalía se había hecho, a la cena de Navidad, al calzado de los niños, que ya daba lástima verlo, y a otras menudencias! ¡Gracias que hubo doble paga en Diciembre, es decir, propina oficial, que si no...! Así y todo, expuesto anduvo el tesoro Bringuístico a caer en el horroroso abismo de la insolvencia. Para evitarlo, D. Francisco. había empezado por suprimir el café, y concluyó por prescindir del vino en las comidas. ¡Y qué chascos se llevan las personas serviciales! Esperaba mi D. Francisco que la marquesa de Tellería, a quien hizo el favor de componerla una arqueta antigua, dejándosela como nueva, le enviara un buen regalo por Navidad. Tanta era su confianza, que cada vez que sonaba la campanilla en aquellos días, decía: «ya está ahí», saliendo con una peseta en la mano para darla al criado portador del regalo. Pero la marquesa no se cuidaba de semejante cosa. «Trabaje usted, trabaje usted para los poderosos...» decía Thiers ajustándose las gafas sobre la nariz romana.
Ver ejemplos de oraciones con la palabra dejándosela

Errores ortográficos comunes para dejándosela

Palabras más comunes que riman con dejándosela


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Palabras que riman con dejándosela


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