Definición de agnis

Acepciones de Agnis

Categoría gramatical: sustantivo
Categorías gramaticales de agnis explicadas

    Ejemplos con la palabra Agnis

    Körner se había puesto en pie, y sus manos, aplaudiendo, sonaban como batanes, Marta aplaudía también, con gran asombro de las damas indígenas, que creían privilegio de su sexo la impasibilidad ante el arte, y hubieran reputado, por unanimidad, indigno de una señora recatada batir palmas ante una cómica, ni más ni menos que creían una abdicación del sexo levantarse en visita para saludar o despedir a un caballero. Emma acabó también por aplaudir, y la Gorgheggi no tardó en fijar la atención en aquellas dos señoras que tenía tan cerca, y que, por excepción, unían sus aplausos a los del sexo fuerte. Para Marta y Körner, la inglesa, por extranjera, tenía algo de compatriota, por artista la consideraban más digna de respeto y atenciones que las cursis damas del pueblo, a pesar de todas sus pretensiones y preocupaciones seculares. Körner se acercó al piano y habló en inglés con Serafina, en aquella sazón llegaban Mocchi y Bonis del brazo junto a la plataforma, y gracias al carácter expansivo de Minghetti, que medió en el diálogo, y al reconocimiento de Mocchi con respecto a Bonis y todos los suyos, y a la habilidad políglota de Körner, pronto hablaron todos juntos, con entusiasmo, mezclándose el inglés, el alemán, el italiano y el español, y Marta estrechó la mano de la cantante, y esta, con una audacia y una gentileza que pasmaron a Bonis, oprimió con fuerza y efusión los dedos flacos de Emma. Bonifacio, al ver unidas por las manos a su mujer y a su querida, volvió a pensar en los milagros del diablo, y en su cerebro estalló lo de tigribus agnis, que tantas veces había leído en los periódicos y en alguna retórica. Indudablemente el tigre era su mujer. La cual estaba radiante. Para aquella clase de emociones y sucesos había nacido ella. Sentía un orgullo loco al verse entre aquella gente, saludada por una mujer tan guapa y tan elegante, con tales muestras de respeto y deferencia. Serafina la había deslumbrado. Algunas veces había pensado que había ciertas mujeres, pocas, que tenían un no sé qué, merced al cual ella sentía así como una disparatada envidia de los hombres que podían enamorarse de ellas, esas mujeres que ella concebía que fuesen queridas por los hombres, no eran como la mayor parte, que, guapas y todo, no comprendía qué encontraban en ellas los varones para enamorarse. La Gorgheggi era mucho más alta que Emma, y esta, a su lado, sentía como una protección varonil que la encantaba, además, aquello de ver de cerca, tan de cerca, lo que estaba hecho para que todo el pueblo lo mirase y lo admirase de lejos, la envanecía, y satisfacía una extraña curiosidad, la envanecía más el pensar que a ella sola, a Emma, se consagraban ahora aquellas sonrisas, aquellas miradas, aquellas palabras, que eran ordinariamente del dominio público. Por otra parte, seducción, tal vez mayor para ella, era en Serafina la mujer de vida irregular, la mujer perdida... pero perdida en grande. La curiosidad pecaminosa con que ella había mirado siempre a las vulgares mozas del partido, que se hacía enseñar, aquí se multiplicaba y como que se ennoblecía, y Emma quería adivinar olfateando, tocando, viendo, oyendo de cerca la historia íntima de los placeres y aventuras de la mujer galante y artista. De repente vio, casi con imágenes plásticas, las ideas de orden, de moral casera, ordinaria, sumidas en una triste y pálida y desabrida región del espíritu, oscurecidas, arrinconadas, avergonzadas, las vio, como el guardarropa anticuado y pobre de una dama de aldea, ridículas, eran como vestidos mal hechos, de colores ajados, ella misma se los había vestido y sentía vergüenza retrospectiva, sí, ella, a pesar de su prurito de originalidad, participaba de tantas y tantas preocupaciones, estaba sumida en la moral casera de aquellas señoras de pueblo que no aplaudían a los cantantes ni solían tener queridos. Se le pasó por las mientes la idea de que la Gorgheggi fuera un gran capitán, un caudillo de amazonas de la moral, de mujeres de rompe y rasga, y ella iría a su lado como corneta de órdenes, como abanderado, fiel a sus insignias. Cuando observó la Valcárcel que las damas del pueblo miraban con extrañeza, casi con espanto, la íntima conferencia a que se habían entregado ella y su amiga con los cómicos, se redobló el placer que gozaba. ¡Qué gusto, hacer entre todo el señorío cursi del pueblo una que era sonada, algo del todo nuevo, inaudito, asombroso y de todo punto irregular y subversivo!
    Ver ejemplos de oraciones con la palabra agnis

    Errores ortográficos comunes para agnis

    Palabras más comunes que riman con agnis


    Agnis, Magnis,

    Palabras que riman con agnis


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