¿Cómo se escribe panteismos?

En español diversas letras comparten el mismo sonido, esto da lugar a infinidad de dudas ortográficas, en muchos casos estas dudas se pueden resolver aplicando las reglas generales de ortografía. Por esa razón, si dudas de cómo se escribe una palabra, introdúcela en nuestro corrector y te la corregimos mostrándote la regla que deberás aplicar para poderla escribir correctamente.

    Los errores ortográficos más comunes son:

  • Errores de acentuación de las palabras, sobre todo en caso de que la sílaba tónica forme parte de un hiato o un diptongo.
  • Empleo de las letras j y g porque dependiendo de la palabra la letra g ha de pronunciarse con el fonema /j/.
  • Empleo de las letras c,z y el dígrafo "qu" para los fonemas /z/ /k/ y /s/, el fenómeno del seseo y del ceceo.
  • Empleo de la letra h que al ser muda, es decir, no tiene un sonido asociado, da lugar a errores.
  • Empleo de r o rr. Ya que en ocasiones la letra r se corresponde al fonema que el dígrafo rr.
  • Empleo de las letras y, ll para los fonemas /y/ y /ll/ y el fenómeno del yeísmo.
  • Empleo de las letras b,v dos letras distintas que comparten el mismo fonema /b/.
  • Empleo de la letra x para representar el fonema /s/ o /k+s/.

La palabra panteismos debe llevar tilde

Cuando la vocal tónica de un diptongo es la vocal cerrada i/u se forma un hiato. En tal caso la vocal cerrada i/u debe llevar tilde.

La palabra PANTEÍSMOS se separa en sílabas: pan-te-ís-mos, debe llevar tilde para romper el diptongo. De esta manera Se produce hiato entre las vocales "e" y "í" de las sílabas te y ís porque la vocal e es abierta y la vocal i acentuada es tónica.

Puedes ver la definición de panteísmos aquí

Las reglas generales de acentuación son:

  • Se acentúan las palabras agudas que terminan en vocal "n" o "s"
  • Se acentúan las palabras llanas que no terminan en vocal "n" o "s"
  • Se acentúan todas las palabras esdrújulas
  • Los monosílabos no se acentúan excepto aquellos que llevan tilde diacrítica

Ejemplos con la palabra Panteísmos

Pero Ana, sin saber por qué, sentía una vaga repugnancia cuando pensaba en ir a casa de doña Petronila, le parecía mejor ver al Magistral en la iglesia, allí encontraba ella el fervor religioso necesario para confesar sus ideas malas, sus deseos peligrosos. El Magistral comenzó a impacientarse, la Regenta no subía la cuesta, persistía en sus peligrosos anhelos panteísticos, que así los calificaba él, se empeñaba en que era piedad aquella ternura que sentía con motivo de espectáculos profanos, y declaraba francamente que las lecturas devotas le sugerían reflexiones probablemente heréticas, o por lo menos, poco a propósito para llegar a la profunda fe que el Magistral exigía como preparación absolutamente indispensable para dar un paso en firme. Otras veces los libros piadosos la hacían caer en somnolencia melancólica o en una especie de marasmo intelectual que parecía estupidez. En cuanto a la oración, Ana decía que recitar de memoria plegarias era un ejercicio inútil, soporífero, que irritaba los nervios, las repetía cien veces, para fijar en ellas la atención, y llegaba a sentir náuseas antes de conseguir un poco de fervor... «Nada, nada de eso, no hay cosa peor que rezar así, respondía el Magistral, a la oración ya llegaremos, por ahora en este punto basta con sus antiguas devociones». Y, aunque temiendo los peligros de la fantasía de Ana, por no perder terreno, tenía que dejarla abandonarse a los espontáneos arranques de ternura piadosa que venían sin saber cómo, a lo mejor, provocados por cualquier accidente que ninguna relación parecía tener con las ideas religiosas. El miedo a las expansiones naturales de aquel espíritu ardiente le había hecho cambiar el plan suave de los primeros días por aquel otro expuesto en el cenador del Parque, más parecido a la ordinaria disciplina a que él sometía a los penitentes, pero ya veía don Fermín que era preciso volver a la blandura y dejar al instinto de su amiga más parte en la ardua tarea de ganar para el bien aquellos tesoros de sentimiento y de grandeza ideal. Este sistema de la cuerda floja retrasaba el triunfo, pero le permitía a él presentarse a los ojos de Ana más simpático, hablando el lenguaje de aquella vaguedad romántica que ella creía religiosidad sincera, y no pasaba de ser una idolatría disimulada, según don Fermín. No, él no se dejaba seducir por panteísmos, aunque fuesen tan bien parecidos como el de su amiga.
Ver ejemplos de oraciones con la palabra panteísmos

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