¿Cómo se escribe hinhonesto?

En español diversas letras comparten el mismo sonido, esto da lugar a infinidad de dudas ortográficas, en muchos casos estas dudas se pueden resolver aplicando las reglas generales de ortografía. Por esa razón, si dudas de cómo se escribe una palabra, introdúcela en nuestro corrector y te la corregimos mostrándote la regla que deberás aplicar para poderla escribir correctamente.

    Los errores ortográficos más comunes son:

  • Errores de acentuación de las palabras, sobre todo en caso de que la sílaba tónica forme parte de un hiato o un diptongo.
  • Empleo de las letras j y g porque dependiendo de la palabra la letra g ha de pronunciarse con el fonema /j/.
  • Empleo de las letras c,z y el dígrafo "qu" para los fonemas /z/ /k/ y /s/, el fenómeno del seseo y del ceceo.
  • Empleo de la letra h que al ser muda, es decir, no tiene un sonido asociado, da lugar a errores.
  • Empleo de r o rr. Ya que en ocasiones la letra r se corresponde al fonema que el dígrafo rr.
  • Empleo de las letras y, ll para los fonemas /y/ y /ll/ y el fenómeno del yeísmo.
  • Empleo de las letras b,v dos letras distintas que comparten el mismo fonema /b/.
  • Empleo de la letra x para representar el fonema /s/ o /k+s/.

A la palabra hinhonesto le sobra una H

La palabra hinhonesto no existe en Español

La palabra hinhonesto contiene una hache que no le corresponde. La manera correcta de escribirla es INHONESTO

Es fácil caer en el error de omitir la letra h, ya que en la mayoría de los casos no se pronuncia, es decir, es muda. No obstante, aunque es poco frecuente, en algunos préstamos lingüísticos la h se pronuncia con un sonido similar al de la /j/, lo llamamos "h aspirada", por ejemplo en las palabras: hándicap, hámster, hachís... y también en los nombres propios como Hawái.

Puedes ver la definición de inhonesto aquí

Ejemplos con la palabra Inhonesto

Luculo produjo unas esclavas como testigos de que Clodio había tenido trato inhonesto con la más joven de sus hermanas mientras estaba enlazada con el mismo Luculo, y corría muy valida la opinión de que le tenía con las otras dos hermanas, de las cuales Terencia estaba casada con Marcio Rex, y Clodia con Metelo Céler.
Escribióle en una ocasión Filóxeno, general de la armada naval, hallarse a sus órdenes un tarentino llamado Teodoro, que tenía de venta dos mozuelos de una belleza sobresaliente, preguntándole si los compraría, y se ofendió tanto, que exclamó muchas veces ante sus amigos en tono de pregunta: “¿Qué puede haber visto en mí Filóxeno de indecente e inhonesto para hacerse corredor de semejante mercadería?” Reprendió ásperamente a Filóxeno en una carta, mandándole que enviara noramala a Teodoro con sus cargamentos. Mostróse también enojado al joven Agnón, que le escribió tener intención de comprar en Corinto a Crobilo, mozo allí de grande nombradía, para presentárselo, y habiendo sabido que Damón y Timoteo, Macedonios de los que servían a las órdenes de Parmenión, habían hecho violencia a las mujeres de unos estipendiarios, escribió a Parmenión dándole orden de que si eran convictos los castigara de muerte, como fieras corruptoras de los hombres, hablando de sí mismo en esta carta en las siguientes palabras: “Porque no se hallará que yo haya visto a la mujer de Darlo ni que haya querido verla, ni dar siquiera oídos a los que han venido a hablarme de su belleza”. Decía que en dos cosas echaba de ver que era mortal: en el sueño y en el acceso a mujeres, pues de la misma debilidad de la naturaleza provenía el sentir el cansancio y las seducciones del placer. Era asimismo muy sobrio en cuanto al regalo del paladar, lo que manifestó de muchas maneras, y también en las respuestas que dio a Ada, a quien adoptó por madre y la declaró reina de Caria: porque como ésta, para agasajarle, le enviase diariamente muchos platos delicados y exquisitas pastas, y, finalmente, los más hábiles cocineros y pasteleros que pudo encontrar, le dijo que para él todo aquello estaba de más, porque tenía otros mejores cocineros puestos por su ayo Leónidas, que eran para el desayuno salir al campo antes del alba, y para la cena, comer muy poco entre día. “Él mismo -decía- solía abrir mis cofres y mis guardarropas para ver si mi madre no me había puesto cosas de regalo y de lujo”.
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