¿Cómo se escribe hesfumaría?

En español diversas letras comparten el mismo sonido, esto da lugar a infinidad de dudas ortográficas, en muchos casos estas dudas se pueden resolver aplicando las reglas generales de ortografía. Por esa razón, si dudas de cómo se escribe una palabra, introdúcela en nuestro corrector y te la corregimos mostrándote la regla que deberás aplicar para poderla escribir correctamente.

    Los errores ortográficos más comunes son:

  • Errores de acentuación de las palabras, sobre todo en caso de que la sílaba tónica forme parte de un hiato o un diptongo.
  • Empleo de las letras j y g porque dependiendo de la palabra la letra g ha de pronunciarse con el fonema /j/.
  • Empleo de las letras c,z y el dígrafo "qu" para los fonemas /z/ /k/ y /s/, el fenómeno del seseo y del ceceo.
  • Empleo de la letra h que al ser muda, es decir, no tiene un sonido asociado, da lugar a errores.
  • Empleo de r o rr. Ya que en ocasiones la letra r se corresponde al fonema que el dígrafo rr.
  • Empleo de las letras y, ll para los fonemas /y/ y /ll/ y el fenómeno del yeísmo.
  • Empleo de las letras b,v dos letras distintas que comparten el mismo fonema /b/.
  • Empleo de la letra x para representar el fonema /s/ o /k+s/.

Hay varias causas por las que puede estar mal escrita hesfumaría, a continuación se muestran las distintas posibilidades:

A la palabra hesfumaría le sobra una H

La palabra hesfumaría no existe en Español

La palabra hesfumaría contiene una hache que no le corresponde. La manera correcta de escribirla es ESFUMARÍA

Es fácil caer en el error de omitir la letra h, ya que en la mayoría de los casos no se pronuncia, es decir, es muda. No obstante, aunque es poco frecuente, en algunos préstamos lingüísticos la h se pronuncia con un sonido similar al de la /j/, lo llamamos "h aspirada", por ejemplo en las palabras: hándicap, hámster, hachís... y también en los nombres propios como Hawái.

Puedes ver la definición de esfumaría aquí

Ejemplos con la palabra Esfumaría

Iba a perderse en el remolino de la existencia, a dejar de ser una fuerza que podía alterar el equilibrio de la vida social, y a ser una mujer. Lo que se imponía era más que un sacrificio: un renunciamiento. Ya no sería la condesa de Monreal, sería Carolina, una pobre mujer vieja y envejecida- no quería, en su ansia de abdicación, luchar contra la vejez -que no vivía más que para un amor que, para colmo, tenía la terrible seguridad de que no sería compartido jamás. Ahora se iría con Willy allá a Suiza, a un sanatorio en medio de eternas nieves, olvidados del mundo, pues que ya no sería una potencia que interesa a la sociedad y cuyos pasos se siguen espiándose ansiosamente el instante de la caída para sacudir su yugo, y allí entre cielo y tierra, emprendería una lucha implacable con la muerte, una lucha titánica en que disputaría palmo a palmo a la Traidora, la amada presa. Y con su amor le infundiría la vida. Sería para él una madre y una hermana de la caridad, viviría pendiente de él, de sus gestos, de sus palabras, de sus movimientos. Luego, cuando estuviese convaleciente, se refugiarían en un villino italiano, y allí, bajo el cielo azul, en la paz geórgica, sería la hermana, la hermana mayor, muy buena, un poco triste porque sabe de la dolorosa ciencia del vivir, que guía y consuela. Sabría alejarse permaneciendo cerca para apartar los abrojos de su camino, pronta siempre a aplicar a la herida el bálsamo que sana. Sería toda dulzura y compasión. Y al fin, cuando sano de cuerpo volviesen a germinar en él los nobles sueños de ambición y quisiese remontar el sueño hacia la gloria, sería llegado el momento del supremo sacrificio: le casaría. Aquel golpe teatral «a lo heroína de Dumas» le seducía. Ella misma elegiría la mujer a quien entregaría su amado para hacerle dichoso, ella misma le llevaría de la mano hasta la puerta de la dicha para quedar allí mientras él entrara. ¿Quién sabe si algún día, muy vieja, arrugada, con el pelo blanco, mecería sobre sus rodillas un rubio nene fruto de aquel amor? Y luego, discreta, se esfumaría, y así cuando ella entregase su vida sería para él una amada sombra familiar evocada en las horas -¿quién no las tiene?- de dolor, de tristeza, y de descorazonamiento. «¡Si viviese Lina! ¡Si estuviese aquí!», y el alma, que vagaría en torno del amado, gozaría del raro júbilo de sobrevivirse.
Ver ejemplos de oraciones con la palabra esfumaría

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