¿Cómo se escribe cornerinaz?

En español diversas letras comparten el mismo sonido, esto da lugar a infinidad de dudas ortográficas, en muchos casos estas dudas se pueden resolver aplicando las reglas generales de ortografía. Por esa razón, si dudas de cómo se escribe una palabra, introdúcela en nuestro corrector y te la corregimos mostrándote la regla que deberás aplicar para poderla escribir correctamente.

    Los errores ortográficos más comunes son:

  • Errores de acentuación de las palabras, sobre todo en caso de que la sílaba tónica forme parte de un hiato o un diptongo.
  • Empleo de las letras j y g porque dependiendo de la palabra la letra g ha de pronunciarse con el fonema /j/.
  • Empleo de las letras c,z y el dígrafo "qu" para los fonemas /z/ /k/ y /s/, el fenómeno del seseo y del ceceo.
  • Empleo de la letra h que al ser muda, es decir, no tiene un sonido asociado, da lugar a errores.
  • Empleo de r o rr. Ya que en ocasiones la letra r se corresponde al fonema que el dígrafo rr.
  • Empleo de las letras y, ll para los fonemas /y/ y /ll/ y el fenómeno del yeísmo.
  • Empleo de las letras b,v dos letras distintas que comparten el mismo fonema /b/.
  • Empleo de la letra x para representar el fonema /s/ o /k+s/.

La palabra cornerinaz se escribe con S

La manera correcta de escribirla es CORNERINAS. Puedes ver la definición de cornerinas aquí

En algunas partes de España y de América se produce el fenómeno del seseo que consiste en pronunciar con el mismo fonema /s/ la letra z y la letra c delante de las vocales "e,i". En estos lugares es fácil que se produzcan equivocaciones y es necesario recurrir al diccionario para solucionarlas.

Hay palabras que pueden escribirse tanto con "s" como con "c o z" sin cambio de significado, las más representativas son: bisnieto/biznieto, bizcocho/biscocho, mezcolanza/mescolanza, pretencioso/pretencioso, verduzco/verdusco

Ejemplos con la palabra Cornerinas

la alquermes cordial, las cornerinas,.
Al oír César la celebridad y grandeza de tales preparativos se sobresaltó, por temor de tener que hacer la guerra en aquel verano, pues eran muchas cosas las que le faltaban, y los pueblos llevaban a mal las exacciones de tributos. Porque precisados unos a dar la cuarta de sus frutos, y los de condición libertina la octava de cuanto poseían, clamaban contra él, y había sediciones y tumultos en casi toda la Italia. Así es que se tiene por uno de los mayores errores de Antonio el haber dilatado la guerra, por cuanto dio tiempo a César para prevenirse y para que apaciguara las sediciones, pues si los hombres cuando se les exige se alborotan, después de haber contribuido y pagado se aquietan. Ticio y Planco, varones consulares, amigos de Antonio, insultados de Cleopatra porque en muchas cosas se le habían opuesto mientras estaban en el ejército, huyeron de él, y pasándose a César, le denunciaron el testamento de Antonio, del que tenían conocimiento. Hallábase depositado en poder de las vírgenes Vestales, y a la petición que César les hizo se negaron, respondiendo que si quería, fuera y lo tomase. Hízolo así, y primero leyó para sí solo lo en él escrito, anotando algunos lugares que daban más margen a acusación. Reuniendo después el Senado, los leyó con ofensa e indignación de muchos, porque parecía cosa dura y terrible que se hiciera cargo a nadie en vida de lo que disponía para después de su muerte. Sobre lo que principalmente insistía era sobre la cláusula relativa a su entierro, en la que mandaba que, si moría en Roma, su cadáver, llevado en procesión por la plaza, fuera enviado a Cleopatra a Alejandría, y Calvisio, amigo de César, añadió, como crímenes de Antonio en sus amores con Cleopatra, los siguientes: que había cedido y donado a ésta las bibliotecas de Pérgamo, en las que había doscientos mil volúmenes distintos, que en un convite a presencia de muchos se había levantado y le había hecho cosquillas en los pies, por cierto convenio y apuesta entre ellos, que había sufrido que los de Éfeso llamaran a su vista señora a Cleopatra, que muchas veces, estando administrando justicia a reyes y tetrarcas, había recibido de ella billetes amorosos escritos en cornerinas y cristales, y puéstose a leerlos, y que hablando en una causa Furnio, hombre de grande autoridad y el más elocuente entre los Romanos, había pasado Cleopatra por la plaza conducida en silla de manos, y Antonio, luego que la había visto, había marchado allá, dejando pendiente el juicio, y pendiente de la silla de manos la había acompañado.
Ver ejemplos de oraciones con la palabra cornerinas

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