¿Cómo se escribe cincelára?

En español diversas letras comparten el mismo sonido, esto da lugar a infinidad de dudas ortográficas, en muchos casos estas dudas se pueden resolver aplicando las reglas generales de ortografía. Por esa razón, si dudas de cómo se escribe una palabra, introdúcela en nuestro corrector y te la corregimos mostrándote la regla que deberás aplicar para poderla escribir correctamente.

    Los errores ortográficos más comunes son:

  • Errores de acentuación de las palabras, sobre todo en caso de que la sílaba tónica forme parte de un hiato o un diptongo.
  • Empleo de las letras j y g porque dependiendo de la palabra la letra g ha de pronunciarse con el fonema /j/.
  • Empleo de las letras c,z y el dígrafo "qu" para los fonemas /z/ /k/ y /s/, el fenómeno del seseo y del ceceo.
  • Empleo de la letra h que al ser muda, es decir, no tiene un sonido asociado, da lugar a errores.
  • Empleo de r o rr. Ya que en ocasiones la letra r se corresponde al fonema que el dígrafo rr.
  • Empleo de las letras y, ll para los fonemas /y/ y /ll/ y el fenómeno del yeísmo.
  • Empleo de las letras b,v dos letras distintas que comparten el mismo fonema /b/.
  • Empleo de la letra x para representar el fonema /s/ o /k+s/.

Hay varias causas por las que puede estar mal escrita cincelára, a continuación se muestran las distintas posibilidades:

La palabra cincelára no debe llevar tilde

Se acentúan todas las palabras llanas que no terminan en vocal, "n" o "s".

Las palabras llanas son aquellas en las que la sílaba tónica es la penúltima sílaba.

La palabra CINCELARA se separa en sílabas: cin-ce-la-ra, es llana y termina en "a" por lo tanto no debe llevar tilde.

Puedes ver la definición de cincelara aquí

Las reglas generales de acentuación son:

  • Se acentúan las palabras agudas que terminan en vocal "n" o "s"
  • Se acentúan las palabras llanas que no terminan en vocal "n" o "s"
  • Se acentúan todas las palabras esdrújulas
  • Los monosílabos no se acentúan excepto aquellos que llevan tilde diacrítica

Ejemplos con la palabra Cincelara

Hablaría el amigo con el corazón en la lengua, aunque no en justicia, pero yo sudaba de miedo y de zozobra. Púseme el sombrero, me cubrí con la capa y salimos. Las diez menos cuarto marcaba el reloj del Buen Suceso cuando atravesábamos la Puerta del Sol. Qué calle tomamos ni en qué portal nos detuvimos, no he de declararlo, porque no es de necesidad, amén de que, si este relato ha de ser fiel reflejo de la pura realidad, no debo ser aquí muy minucioso en detalles de que apenas me daba cuenta en aquella ocasión. Creí observar en la penumbra de mi razón calenturienta, desorientada, como cuando se está entre la vigilia y el sueño, que subíamos por una ancha y bien alumbrada escalera, que la puerta del primer piso se nos abría sola y sin necesidad de que llamáramos a ella, que alguien nos despojó de la capa a mí y del gabán a mi guía, que éste me condujo, casi a remolque, hacia unos cortinones, por entre los cuales se veían mucha luz y los dibujos de una alfombra y gente que se movía, que una vez dentro de aquello que me deslumbró por los colores y los reflejos y el rumor y el movimiento, vi señoras y caballeros en caprichoso revoltijo, unas sentadas, otros de pie, éstos hablando, aquéllas riendo, que Matica hizo unas reverencias medio maquinales, y que yo le imité con otras tantas, que pasamos a otra estancia, donde cerca de una chimenea había otros grupos y una dama entre ellos, gentil y apuesta matrona, la cual nos salió al encuentro, que mi conductor le dijo de mí yo no sé qué, y que ella, tendiéndome una mano cual no la cincelara en alabastro el mismo Miguel Ángel, me dijo, descubriendo al decirlo, con una sonrisa de pecado mortal, una dentadura de tentaciones, algo que sonaba muy bien y parecía muy al caso, a lo cual respondí yo, ciego y balbuciente, una sarta de majaderías, que la dama habló algo más, y muy familiarmente, con Matica, y que éste, después que la dama nos dejó, saludó a muchas personas que parecían muy complacidas de verle allí, que en estas exploraciones del terreno me iba yo rezagando poco a poco, y que, al fin, volvió a cogerme el amigo por su cuenta, y me llevó a paraje donde el aire parecía más respirable, la luz menos deslumbradora y el peso de la fascinación más llevadero.
Ver ejemplos de oraciones con la palabra cincelara

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