Categoría gramatical / tiempo verbal de extendiéndolas

Como Conjugación De Extender

Verbo Transitivo

Los Verbos Transitivos son aquellos que necesitan de complemento para tener sentido pleno.

Verbo Pronominal

Los Verbos Pronominales son aquellos que se conjugan junto a un pronombre átono.

Gerundio De Extender

El gerundio es una forma no personal del verbo y por lo tanto invariable. Se forma añadiendo el sufijo -ndo. Sirve para expresar una acción no finalizada, que todavía está en curso, no finalizada. Existe la forma simple (comiendo) y compuesta (habiendo comido). Dentro de la oración puede desempeñar una función verbal, generalmente en sentido imperativo, o la función de especificar un sustantivo como si se tratase de un adjetivo. Veamos uno ejemplos:

  • ¡Arreando!; todo el mundo a hacer las maletas que nos vamos Aquí arreando actúa como verbo de caracter imperativo
  • Llegaremos andando. Aquí andando actúa como verbo y hace referencia a una acción no finalizada
  • Me quemé la mano con agua hirviendo. Aquí hirviendo actúa como adjetivo, matizando el sustantivo agua

Ejemplos con la palabra Extendiéndolas

Los fardos que llevaban las mulas tenían mantas, y extendiéndolas y sujetándolas por un extremo en la choza de los carabineros y por otro en unas ramas, improvisaron un cobertizo para las caballerías.
De Lebadea y del oráculo de Trofonio les llegaban a los Romanos felices anuncios y faustos vaticinios, acerca de los cuales hacen los del país diferentes relaciones, mas lo que escribe el mismo Sila en el libro décimo de sus Comentarios es que, después de haber ganado ya la batalla de Queronea, vino a buscarle Quinto Titio, varón de no pequeño crédito entre los que traficaban en la Grecia, y le participó que Trofonio le profetizaba allí mismo otra segunda batalla y victoria dentro de breve tiempo. Después de éste, otro de los que militaban en su ejército, llamado Salvenio, le anunció de parte del Dios cuál era el término que habían de tener las cosas de Italia. Ambos hablaron por visiones que habían tenido, porque, según sus relaciones, habían visto de una misma manera la hermosura y grandeza de Zeus Olimpio. Luego que Sila pasó el Aso, se dirigió al Hedilio, acampándose al frente de Arquelao, que había puesto su campo fortificado en medio del Aconcio y el Hedilio, en los que llaman los Asios. El lugar en que puso las tiendas todavía de su nombre se llama Arquelao en el día de hoy. Habiendo tomado Sila un día de reposo, al siguiente dejó allí a Murena, que mandaba una legión y dos cohortes, para que cargara sobre los enemigos cuando ya estuvieran en desorden: y él hizo a orilla del Cefiso un sacrificio, después del cual marchó la vuelta de Queronea, para tomar la tropa que allí había y reconocer el monte llamado Turio, en cuya ocupación se le habían adelantado los enemigos. Es éste una eminencia muy pendiente y redonda, a la que damos el nombre de Ortópago, al pie pasa el río Molo, y se halla el Templo de Apolo Turio, tomando el Dios esta denominación de Turo, madre de Querón, que se dice haber sido el fundador de Queronea. Otros dicen que fue allí donde apareció la vaca que para guía fue dada a Cadmo por Apolo, y que de ella tomó aquel nombre el sitio, pues los Fenicios llaman Tor al buey. Estando Sila en marcha para Queronea, salió a recibirle con su tropa ya armada el tribuno que tenía puesto de gobernador en aquella ciudad, trayéndole una corona de laurel. Luego que saludó con la mayor afabilidad a los soldados, se dispuso para el combate, y en este acto se le presentaron dos ciudadanos de Queronea, Homoloico y Anaxidamo, ofreciéndole destrozar a los que ocupaban el Turio, sólo con que les diese unos cuantos soldados, porque había un atajo, ignorado de los bárbaros, que por el Museo conducía al Turio, desde el llamado Petraco, hasta estar encima del puesto que éstos tenían, y cayendo sobre ellos por aquel camino, con facilidad serían destruidos, o se los desalojaría hacia la llanura. Asegurólo Gabinio del valor y lealtad de los que hacían la oferta, y dándoles Sila la orden de que la pusiesen en ejecución formó su ejército, distribuyendo la caballería en una y otra ala, tomó él mismo para sí el mando de la derecha y dio a Murena el de la izquierda. Los legados Galba y Hortensio, que mandaban las cohortes de retaguardia, marcharon a ponerse en observación sobre las alturas, para el caso de que se tratara de envolverlos, por cuanto se había advertido que los enemigos ponían mucha caballería y tropa ligera en las alas, extendiéndolas demasiado y haciéndolas delgadas y flexibles para cercar a los Romanos.
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