Ejemplos con aterciopeladas

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

El cultivo a temperatura ambiente en medio de Sabouraud o Agar glucosado con antibacterianos producirá colonias planas, polvorientas y aterciopeladas de color negro, verde o amarillento confirma la infección por A.
sintiendo, más que escuchando sus aterciopeladas vibraciones.
Cobertura de plantas briófitas muy pequeñas que crecen formando capas aterciopeladas en lugares húmedos y sombríos.
Al siguiente amanecer, los soldados se encontraron ante el espectáculo de un hermoso árbol de verdes hojas relucientes, y flores rojas aterciopeladas, que se mostraba en todo su esplendor, como el símbolo de valentía y fortaleza ante el sufrimiento.
Las flores son grandes, blancas, aterciopeladas, en forma de embudo, son hermafroditas conformadas por estambres abundantes dispuestos en espiral y por un estigma lobulado.
Sus hojas verde muy oscuro y aterciopeladas, atravesadas por venaciones de color tostado, la superficie inferior rojiza negruzca con la excepción de la prominente venación.
Las hojas delgadas a aovadas son puntiagudas en la punta, pálidas o verde-amarillentas y aterciopeladas.
Al verlos parecía que para aquellos pavimentos y muebles era indispensable una gran dama en quien fuese aún mayor la distinción que la hermosura, que pisase con menudos pies, como ligera sombra, las aterciopeladas alfombras y se recostase en los divanes casi sin que los flexibles muelles cediesen al suave peso de su cuerpo.
Su rostro pequeño y blanco, perfilado en un dibujo perfecto, se iluminaba con la claridad que en suaves ondas emanaban dos pupilas aterciopeladas, de un azul tan obscuro que casi tocaba en negro: aquellos ojos, de brillo diamantino, producían sobre la persona en que con insistencia se fijaban, una impresión dolorosa que no bastaba a mitigar la suave sombra que sobre ellos proyectaban unas largas pestañas de oro.
La una como de veinte años, blanca, con esa blancura un poco pálida de las tierras calientes, de ojos oscuros y vivaces y de boca encarnada y risueña, tenía algo de soberbio y desdeñoso que le venía seguramente del corte ligeramente aguileño de su nariz, del movimiento frecuente de sus cejas aterciopeladas, de lo erguido de su cuello robusto y bellísimo o de su sonrisa más bien burlona que benévola.
Si fuesen capaces de vergüenza, los adulones vivirían más enrojecidos que las amapolas, lejos de eso, pasean su domesticidad y están orgullosos de ella, exhibiéndola con donaire, como luce la pantera las aterciopeladas manchas de su piel.
Enmudeció la chilena algún tiempo, y sus pupilas vastas y aterciopeladas expresaron, del modo misterioso que expresa las emociones la pupila humana, una melancolía insondable, sin esperanza ni consuelo.
Rosario sentíase orgullosa de sí misma, habíase estado recreando durante casi una hora delante del espejo, sonriendo, entornando los ojos, ensayando el gracioso mohín, a cuyo imperioso mandato aparecíanle de modo inevitable dos graciosísimos hoyuelos en las redondas mejillas, mirándose y remirándose la nítida dentadura que, a no resultar tan manoseada la comparación, compararíamos a sartas de perlas orientales, los ojos, si no grandes, chispeantes de expresión y de malicia, sus cejas negras y de arco purísimo, y su tez de aterciopeladas suavidades y trigueñas entonaciones.
A la razón, Grano-de-Belleza habíase convertido en un maravilloso y arrogante joven de catorce años, hermoso como un ángel, con las mejillas aterciopeladas como un fruto, y sus lunares a ambos lados de los labios, sin contar el que no se le veía.
He encontrado las rosas -las que suelen verse en las mejillas de las jóvenes-, he encontrado esas rosas, no en las mejillas de una joven, ¡oh Zeinab! sino en las posaderas fundamentales y aterciopeladas de mi amigo.
::¡Sus mejillas! ¡Si sus transparentes mejillas están aterciopeladas, no es de bozo como todas las demás, sino de seda exquisita y dorada!.
Si no tienes, ni en tu arca, ni en tu bolsillo, algunos de esos tejoletes o algunos de esos papeluchos espirituales, todas las flores te parecerán abrojos, y la Primavera, invierno, los claveles te apestarán como la flor de la sardina, el almoraduj, el serpol, el toronjil y la albahaca, te inficionarán como la ruda, las hojas aterciopeladas de la begonia te punzarán al las manos como si fuesen cardos borrriqueros, al tocar la mimosa púdica creerás tocar aliagas y ortigas, serán para ti como tártago la hierbabuena y la manzanilla, la caña dulce te amargará el paladar como retama, á la roja flor del granado preferirás el jaramago amarillo, confundirás el canto del ruiseñor con el de la rana, se te antojaran cuervos las tórtolas y búhos las palomas, y las pintadas y aéreas mariposas, y los esbeltos caballitos del diablo, y los fulgentes cocuyos y luciérnagas, y la aromática mosca macuba te causarán más asco que los gorgojos, cucarachas y escarabajos peloteros.
Cuando acabamos de bajar al valle, yo no me satisfacía con esparcir la vista sobre él, ni con aspirar la fragancia de sus praderas aterciopeladas: me hubiera revolcado en ellas de buena gana como una bestia, y como una bestia envidiaba a las que andaban libres y paciendo por allí.
Todos aquellos cuetos y vericuetos, lomas y llanuras, por sus formas violentas, por ejemplo, por los cortes de las laderas aterciopeladas, semejantes en su caída a los acantilados de la costa, hacían pensar en el fondo misterioso de los mares.

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