Ejemplos con aterciopelado

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Su abdomen es globuloso, negro aterciopelado, c/manchas de color rojo carmín en su extremo póstero-dorsal,.
Tienen un corto pecíolo y un aterciopelado envés.
Protóstomos: El cuento de la Gusana del Fango / El cuento de la Artemia Salina / El cuento de la Hormiga Cortadora de Hojas / El cuento del Saltamontes / El cuento de la Mosca del Vinagre / El cuento del Rotifero / El cuento del Percebe / El cuento del Gusano Aterciopelado / Epílogo al Cuento del Gusano Atercipelado.
El labelo es trilobulado marrón oscuro, con lóbulo central aterciopelado, trapezoidal, alargado y abombado.
El labelo es trilobulado marrón oscuro, con lóbulo central aterciopelado, triangular, alargado y abombado.
El labelo es trilobulado marrón oscuro, con lóbulo central aterciopelado, ovalado, alargado y abombado.
Sus quelíceros son pequeños, el cefalotórax es grande, y tienen aspecto aterciopelado.
Blancos: color amarillo pajizo, con notas afrutadas, suave y aterciopelado al paladar.
Su órgano vocal era también mórbido, pastoso y aterciopelado, y todas sus ejecuciones tenían una precisión increíble de trinos, escalas, cambios de registro y ataques que dejaban pasmados a sus fans como también a toda una generación de sopranos estudiantes de canto que según se dice desistieron de cantar tras pensar Jamás lograre cantar como la Patti.
Su pelambre es suave y aterciopelado, en la espalda de color pardo o gris obscuro, con tonos rojizos, y blanco amarillento en el cuello, pecho y vientre.
El pelambre es fino y aterciopelado, de color marrón con visos rojizos en la parte superior y amarillo canoso en la inferior y además, un contorno negruzco alrededor de los ojos.
La noche era digna del día: en el cielo de aterciopelado azul centelleaban claras y vivas las estrellas, el gas de las innumerables tiendas con que Bayona explota la vanidad de los españoles pudientes y trashumantes, ponía a las obscuras manzanas de casas un collar de luz, y en los escaparates se lucían, con todos los tonos de la escala cromática, telas ricas, porcelanas y bronces caprichosos, opulentas joyas.
Pensaba también en los salones viejos y polvorientos, que guardan entre las grietas de sus muros jirones de ricas tapicerías reveladores de suntuosidades que fueron, en las voces débiles, quejumbrosas por la enfermedad, que de pronto se arrastran con roce aterciopelado o se elevan con la vibración de una perla sobre el cristal, denunciando un pasado de gloria.
Pasaba las horas en absoluta soledad, contemplando el revoloteo de los pájaros de colores en las frondosidades inmediatas, extrayendo melodías del monótono canturreo de las aguas, hablando tal vez con el pensamiento a las náyades de la Cascatinha, que le mostraban en su gracioso rebullir sus grupas de blanca espuma y aterciopelado iris.
Por unos vericuetos en que el vidrio molido hacía papel de escarcha, venían en sendos camellos sus reales majestades Gaspar, Melchor y Baltasar, seguidos de abigarrada servidumbre, al borde del arroyo había un grupo de, lavanderas, en un altillo, junto a la hoguera de talco en que se freían las migas, los pastores apacentaban las ovejas de patitas de alambre, mientras los pavos de abermellonada cabeza y peana verdosa destacaban sobre el musgo aterciopelado y húmedo.
En los sitios sombríos la escarcha, no derretida todavía, brillaba como polvo diamantino sobre el musgo aterciopelado.
Entonces Zeinab, que era una joven graciosa y esbelta con ojos oscuros en un rostro encantador y claro, se levantó al punto y se vistió con gran elegancia y se veló la cara con una ligera muselina de seda, de modo que el brillo de sus ojos era más aterciopelado y subyugante.
La desnudó completamente, y la encontró maravillosa y de lo más deseable, y cuidada y limpia y oliendo bien, pero como era muy escrupuloso, no quiso abrirla sin su consentimiento, y se contentó con tocarla y palparla por todas partes, como entendido, para juzgar mejor acerca de su valor futuro, de su consistencia, de su grado de ternura, de su aterciopelado y de su sensibilidad, y para efectuar esta última experiencia, la hizo cosquillas en la planta de los pies, y en vista del violento puntapié que ella le dio, hubo de comprender que era sensible en extremo.
Pero acércase el observador al cuadro, y en aquellos antes vagos y descoloridos términos, piérdese la consideración en un cúmulo de no soñadas maravillas: la pintoresca roca entre rozagantes arbustos, el aterciopelado suelo, el parlanchín arroyo, la sombría cañada, el silvestre rosal, el gigantesco roble.
cuando le respondía, y lo de casa no le llenaba mayormente, encaróse conmigo, y en un dos por tres supo quién era yo, de dónde venía y adónde iba, y cuando nada de esto le quedó por saber, comenzó a hablarme de las mieses entre las cuales corría la diligencia, del maíz, de las calabazas, del fresco y aterciopelado retoño, del rústico caserío, del ganado vacuno.
Su piel era citada por su suavidad y su aterciopelado, su mano y sus brazos eran de una belleza sorprendente y todos los poetas de la época los cantaban como incomparables.
Sus ojos, de un negro aterciopelado, reflejaban ya aquella paz misteriosa que reinaba en los de la personificación de la Muerte.
Y en cada una de las dos mejillas del niño también había un bonito lunar negro y aterciopelado.
Entonces el jefe de los rumís se acercó a Kanmakán, y se cercioró de que en efecto, a pesar de la suavidad y blancura de su tez, y de lo aterciopelado de sus mejillas, vírgenes de vello, era, a juzgar por lo relampagueante de sus ojos, un guerrero difícil de dominar.
Pero las excursiones que prefería Nieves eran las que hacía a pie con su padre, Leto y don Claudio, muy de mañana o a la caída de la tarde, trepando de breña en breña, de altura en altura, para admirar nuevos panoramas o descubrir más vastos horizontes, o descendiendo a las hondas y sombrías cañadas para acopiar el musgo aterciopelado y el finísimo helecho que andaban allí tirados por los suelos, y no había modo de que los produjera el de su tierra natal, con ser la «de María Santísima».
El aterciopelado verde de la campiña se había cambiado en otro más pálido y amarillento, segada y recogida la yerba de los prados y ''despuntados'' los maíces, las mieses habían perdido toda su lozana frondosidad, y su aspecto, aunque bastante más risueño que la primavera de Castilla, infundía cierta tristeza en el ánimo que le había contemplado dos meses antes.
Dentro de todo este marco, que parecía una contradanza de colosos encapuchados, se extendía una tierra de labor tijereteada en pedazos, de pradera y de boronales, los primeros de un verde aterciopelado, y los segundos con la nota pajiza que les daban los tallos secos, aún no cortados, del maíz recién cogido.
Es increíble la cantidad de cisnes, blancos como la nieve, de cuello flexible y aterciopelado, de gansos manchados, de rico pico, de patos reales, de plumas azules como el lapislázuli, de negras bandurrias, de corvo pico, de pardos chorlos, de frágiles patitas, de austeras becacinas, de grises alas, que alegran la Pampa.
No faltan viajeros remilgados y descontentadizos que miran estos objetos con afectado desdén, los andaluces, empero, adoctrinados por el clima y por las cualidades de la tierra que habitan, no buscan delicias rurales en el recinto de una ciudad, ni bosques majestuosos en llanuras tostadas, ni césped aterciopelado debajo de una atmósfera ardiente, que no dejaría trazas de verdor si no fuera por la tenacidad de algunas plantas y por los arroyos artificiales que las riegan, lo que anhelan es la frescura de la sombra, la fragancia de las auras, los murmullos de las fuentes, el hálito de los naranjos, que casi trastorna los sentidos, la espesa, aunque invisible, nube de esencias que las rosas exhalan, los suspiros del vendaval y los muy más suaves flauteos del ruiseñor.

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