Ejemplos con garrote

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Tras dejar la Puebla, a Monsalud se le ordena vigilar a dos guerrilleros capturados, el cacique Fernando Garrote y el cura Respaldiza, que serán fusilados a la mañana siguiente.
Mas adelante tambien se aplicó mediante garrote vil.
La belleza de la cara de la Veronica es equiparable a la de Jesús siendo estas dos las únicas con un aspecto hermoso, la larga cruz que sostiene Cristo está rodeada por cuatro figuras: La Verónica, un sayón en la parte delantera con una trompeta que va tirando de la soga que lleva atada Jesús a su cuello, otro sayón con aspecto terrorífico sosteniendo un garrote en actitud de golpear a Jesús por la espalda y el Cirineo al que parece no importarle la situación.
Por su cuerpo aparecen diferentes adornos de hierro y hueso, sólo viste con un taparrabos, un par de muñequeras y otro de tobilleras, y nunca abandona su garrote.
Arriba estaba la torre del Pirata, ¿no se acordaba el señor? Una fortificación del tiempo de los corsarios, a la que había subido don Jaime muchas veces cuando niño, lanzando gritos de pelea, con un garrote de sabina en la mano, dando órdenes para el asalto a un ejército imaginario.
No moriré tranquilo, señor Coliñón, hasta que no sepa que han dado garrote vil al bandolero de Hurtado, que me robó el fruto de mis privaciones.
Llévenme a la cárcel, denme vil garrote.
Avanzaban encorvados, cojeando, arrastrándose, apoyados en un garrote o en un brazo amigo.
Una parte de la nación es medio bárbara, pero el resto tiene una mentalidad superior, un espíritu de alta moral que le hace arrostrar peligros y sacrificios por la libertad y la verdad ¿Y Alemania? ¿Quién ha protestado en ella jamás para, defender los derechos humanos? ¿Qué revoluciones se han conocido en Prusia, tierra de grandes déspotas? El fundador del militarismo, Federico Guillermo, cuando se cansaba de dar palizas a su esposa y escupir en los platos de sus hijos, salía a la calle garrote en mano para golpear a los súbditos que no huían a tiempo.
Apenas entraron en la Cannebière los amigos de la paz con su himno y su estandarte, fué la guerra lo que les salió al paso, teniendo que apelar al puño y al garrote.
Piscis comenzó a hacer la guardia desde la esquina, armado de su formidable garrote.
Yo que amaba a esta mujerexclamaba con enternecimiento, arrimando el garrote a la pared.
Pasaba en Bilbao por ser uno de los jóvenes más elegantes, pero cuando llegaban luchas electorales, se le veía con la boina sobre los ojos, empuñando un enorme garrote, al frente de los aldeanos de los pueblecillos inmediatos.
Veía llegar los coches llenos de gente: las carretas ocupadas por familias mientras el aldeano marchaba a la cabeza de la yunta, guiándola con su larga vara, grupos de caseros en mangas de camisa, con la chaqueta y la boina al extremo del garrote que llevaban al hombre como un fusil.
Después salía un lobo a morderla, con un hocico que recordaba vagamente al odiado , y reñían los dos animales a dentelladas, y salía su padre con un garrote, y ella lloraba como si la soltasen en las espaldas los garrotazos que recibía su pobre perro, y así seguía desbarrando su imaginación, pero viendo siempre en las atropelladas escenas de su ensueño al nieto del tío , con sus ojos azules y su cara de muchacha cubierta por un vello rubio, que era el primer asomo de la edad viril.
La lucha no tenía fin hasta que pasaba algún carretero que enarbolaba el látigo, o salía de las barracas algún viejo, garrote en mano.
Apareció entonces la formidable cabeza del , y a poco, el excelentísimo Martínez de cuerpo entero estaba a su lado, envuelto en su levitón y con su inseparable garrote en la mano.
Los curiosos se apiñaban tras las cortinas, y Currita, en primera fila, devoraba a Jacobo con la vista, Martínez, a su lado, estrujado casi contra el quicio mismo de la puerta, no podía verle, mas prestaba oído atento, lleno de ansiedad, mordiendo con la cabezota baja el puño de su garrote.
Buscó con la vista a Martínez y viole a diez pasos de distancia, con la cabezota ladeada, apoyado en su garrote, y su risa de paleto sobre los labios, recibiendo también sus homenajes.
La gente menuda, los del tendido de sol, pasaban en grupos, con la enorme bota al hombro y un garrote de Liria en la mano, oliendo a vino y vociferando, como si comenzasen a sentir la borrachera de insolación que les aguardaba en la plaza.
¡Qué tardes tan hermosas las de aquella primavera! Salían de casa a la hora en que correteaban por las calles los grupos de criadas, con sus faldas almidonadas y al cuello el ondeante pañuelito de seda, seguidas por los soldados de caballería, de escandalosas espuelas, torpe paso y embarazados por el sable, como si fuese un pesado garrote.
Destacábanse los grupos de soldados, con los roses enfundados de blanco, los huertanos iban en cuadrilla, cogidos de las manos por temor de extraviarse, y pasaban las labradoras con su traje de fiesta, arrastrando tras sí un racimo de chiquillos llorones y cansados, precedidas por los maridos en mangas de camisa, chaleco negro y el garrote de Liria en la mano, mirando a todos con fijeza, como si temiesen que los señoritos se burlasen de la familia.
Y digo que su traje se reducía al tal pantalón, porque en verano andaba siempre en mangas de camisa y sin chaleco, aunque sí con la clásica y descomunal corbata de ballena, que entonces era de rigor y que, a mi juicio, sugirió a los criminalistas la idea de sustituir la horca con el garrote.
Espectáculo nuevo para mí, que solo había visto dar garrote cuantas veces había podido.
Saldrá el hombre que hace falta, un tío con un garrote muy grande y con cada riñón así.
A la derecha, en la prolongación de aquella cuadra lóbrega, un sicario manchado de sangre daba garrote a las aves.
El cura de Boán no quiso más garrote que el suyo, que era formidable, Ramón Limioso, fiel a su desdén de la grey villana, asió el látigo más delgado, un latiguillo de montar.
Dilatóse su muerte hasta la noche, y en lo que quedaba de aquel dia se hicieron las ceremonias de la entrada de Andres a ser jitano, que fueron: desembarazaron luego un rancho de los mejores del aduar, y adornáronle de ramos y juncia, y sentándose Andres sobre un medio alcornoque, pusiéronle en las manos un martillo y unas tenazas, y al son de dos guitarras que dos jitanos tañian, le hicieron dar dos cabriolas: luego le desnudaron un brazo, y con una cinta de seda nueva y un garrote le dieron dos vueltas blandamente.
Pues, señor doctor Pedro Recio de Mal Agüero, natural de Tirteafuera, lugar que está a la derecha mano como vamos de Caracuel a Almodóvar del Campo, graduado en Osuna, quíteseme luego delante, si no, voto al sol que tome un garrote y que a garrotazos, comenzando por él, no me ha de quedar médico en toda la ínsula, a lo menos de aquellos que yo entienda que son ignorantes, que a los médicos sabios, prudentes y discretos los pondré sobre mi cabeza y los honraré como a personas divinas.
Contra ese corte sé yo otro respondió Sancho, que no le va en zaga: cogeré yo un garrote, y, antes que vuestra merced llegue a despertarme la cólera, haré yo dormir a garrotazos de tal suerte la suya, que no despierte si no fuere en el otro mundo, en el cual se sabe que no soy yo hombre que me dejo manosear el rostro de nadie, y cada uno mire por el virote, aunque lo más acertado sería dejar dormir su cólera a cada uno, que no sabe nadie el alma de nadie, y tal suele venir por lana que vuelve tresquilado, y Dios bendijo la paz y maldijo las riñas, porque si un gato acosado, encerrado y apretado se vuelve en león, yo, que soy hombre, Dios sabe en lo que podré volverme, y así, desde ahora intimo a vuestra merced, señor escudero, que corra por su cuenta todo el mal y daño que de nuestra pendencia resultare.

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