Ejemplos con garrucha

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

La Comandanta Esther también reconocerá que el anuncio de la desocupación militar de Guadalupe Tepeyac, La Garrucha y Río Euseba, y las medidas para que ello se cumpliera no podían pasar desapercibidas para el EZLN: Las armas zapatistas no suplirán a las armas gubernamentales.
Algeciras, Alicante, Almería, Arrecife, Avilés, Barcelona, Bilbao, Cádiz, Cartagena, Castellón de la Plana, Ceuta, Denia, El Ferrol, Garrucha, Gijón, Huelva, Ibiza, La Coruña, Las Palmas de Gran Canaria, Los Cristianos, Mahón, Málaga, Marín, Melilla, Motril, Palma de Mallorca, Pasajes, Puerto del Rosario, Sagunto, San Sebastián de la Gomera, Santa Cruz de La Palma, Santa Cruz de Tenerife, Santander, Sevilla, Tarifa, Tarragona, Valencia, Vigo y Requejada.
El suplicio de la garrucha consistía en colgar al reo del techo con una polea con pesos atados a los tobillos, ir izándolo lentamente y soltar de repente, con lo cual brazos y piernas sufrían violentos tirones y en ocasiones se dislocaban.
Los procedimientos de tortura más empleados por la Inquisición fueron la garrucha , la toca y el potro.
Cuando una de las poleas no tiene más que una garrucha o es un montón, el aparejo se llama sencillo.
Un municipio autónomo zapatista del Caracol de La Garrucha fue bautizado con el nombre de Francisco Gómez en su honor.
Género de tormento que conssitía en suspender al reo de una cuerda que pasaba por una garrucha para que con su mismo peso se atormentara.
La plataforma costera es en general muy inclinada, con una batimetría irregular y esta atravesada por varios cañones submarinos, entre los que destaca el situado frente al puerto de Garrucha que aproxima las grandes profundidades a la costa.
El Puerto deportivo de Garrucha se encuentra en el municipio de Garrucha, provincia de Almería, Andalucía en España.
Las playas del Levante Almeriense se reparten entre los municipios de Carboneras, Mojácar, Garrucha, Vera, Cuevas del Almanzora y Pulpí.
Lo primero que admiró Ulises al entrar en la casa del médico fueron tres fragatas que adornaban el techo del comedor: tres embarcaciones maravillosas, en las que no faltaban vela, garrucha, cuerda ni ancla, y que podían hacerse al mar en cualquier momento con una tripulación de liliputienses.
Resistí a las sugestiones de Gálvez para que le acompañase en una expedición que hizo a Garrucha con el y la fragata.
Tampoco debo darlo a la expedición de Gálvez a Garrucha, extendiéndose a Vera y Cuevas de Vera, donde tuvo lucido acogimiento y pudo afanar dinero y provisiones de boca.
Chillaba la garrucha del pozo, saltaba ladrando de alegría junto a sus faldas el feo perrucho que pasaba la noche fuera de la barraca, y Roseta, a la luz de las últimas estrellas, echábase en cara y manos todo un cubo de agua fría sacada de aquel agujero redondo y lóbrego, coronado en su parte alta por espesos manojos de hiedra.
El pozo, después de una semana de descensos y penosos acarreos, quedó limpio de todas las piedras y la basura con que la pillería huertana lo había atiborrado durante diez años, y otra vez su agua limpia y fresca volvió a subir en musgoso pozal, con alegres chirridos de la garrucha, que parecía reirse de las gentes del contorno con una estridente carcajada de vieja maliciosa.
-La garrucha vieja que estaba en el pozo del patio grande -repuso Mortero.
Más lejos, cerrando el gran espacio por la izquierda, se veía el grueso y oscuro brocal del pozo con su horca y garrucha para la extracción del agua, el palomar después, el corral de las aves y algunos chiqueros, al fondo y a la derecha, el campanario, o más bien el pilar de madera de cuyo brazo cubierto con un tejadillo, pendía la campana, los graneros o almacenes, las caballerizas, el establo de las vacas y las otras dependencias.
Sucedió en este tiempo que una de las cabalgaduras en que venían los cuatro que llamaban se llegó a oler a Rocinante, que, melancólico y triste, con las orejas caídas, sostenía sin moverse a su estirado señor, y como, en fin, era de carne, aunque parecía de leño, no pudo dejar de resentirse y tornar a oler a quien le llegaba a hacer caricias, y así, no se hubo movido tanto cuanto, cuando se desviaron los juntos pies de don Quijote, y, resbalando de la silla, dieran con él en el suelo, a no quedar colgado del brazo: cosa que le causó tanto dolor que creyó o que la muñeca le cortaban, o que el brazo se le arrancaba, porque él quedó tan cerca del suelo que con los estremos de las puntas de los pies besaba la tierra, que era en su perjuicio, porque, como sentía lo poco que le faltaba para poner las plantas en la tierra, fatigábase y estirábase cuanto podía por alcanzar al suelo: bien así como los que están en el tormento de la garrucha, puestos a toca, no toca, que ellos mesmos son causa de acrecentar su dolor, con el ahínco que ponen en estirarse, engañados de la esperanza que se les representa, que con poco más que se estiren llegarán al suelo.
Contra este convenio tronó Emilio Castelar en carta dirigida a Morayta desde Garrucha.
-Aquella ha sido cuba de Sahagún, y no profesó -dijo el Cojuelo- si no es el mundo de ahora, que está para dar un estallido, y todo junto puede ser siendo quien es: que es una bodegonera tan rica, que tiene, a dar rocín por carnero y gato por conejo a los estómagos del vuelo, seis casas en Madrid, y en la puerta de Guadalajara más de veinte mil ducados, y con una capilla que ha hecho para su entierro y dos capellanías que ha fundado, se piensa ir al cielo derecha, que aunque pongan una garrucha en la estrella de Venus y un alzaprima en las Siete Cabrillas, me parece que será imposible que suba allá aquel tonel, y como ha cobrado buena fama, se ha echado a dormir de aquella suerte.
El patio presentaba un risueño golpe de vista con sus bien cuidados arriates, que la mano de Mariquita cuidábase de limpiar de hojas secas y de flores mustias, y que sus desvelos habían convertido en reducidos verjeles, en que imperaban las notas de rubíes de los geranios y las no menos purpurinas de los claveles de bengala, un a modo de tapiz de enredaderas vestía la parte más ruinosa del muro, donde ponían una nota de intensa poesía las azules campanillas, un carambuco lucía, en uno de los extremos, sus áureos botones, y en otro, un jazmín lucía sus flores perfumadas, en el centro del patio, y sobre el carcomido brocal del pozo, goteaba el cubo, pendiente de una garrucha, y junto al brocal, sobre un tenderete de pino, el enorme lebrillo de lavar, aún lleno de jabonosas y espumeantes aguas, hablaba elocuentemente de la índole pulcra y hacendosa de Mariquita.
Aquella cisterna, cuyo suelo mediría ocho varas cuadradas, y a la que se bajaba por largas rampas subterráneas, se angostaba arriba, formando como un cañón de pozo, que iba a dar al promedio del patio, donde tenía su brocal, con garrucha pendiente de un arco de hierro, a fin de sacar desde allí agua por medio de dos acetres.
¿Quiere decir que anda alrededor de aquella corte, sin poder nunca llegar a ella, como andaban las almas de los paganos cuyas exequias no se habían celebrado, en torno de la barca del viejo Caronte? ¿O padecen los pobres señores el tormento de la garrucha, que, como el lector sabe mejor que nosotros, consistía en colgar al paciente por los brazos, de suerte que tocasen las puntas de sus pies en el suelo al estirarse, pero sin poder nunca descansarlos en él, precisamente en la misma forma que dejó suspendido la pundonorosa Maritornes al hidalgo manchego del agujereado pajar? Nosotros no entendemos de otra manera aquello de andar cerca, y cierto que nos da verdadera lástima y dolor que unos señores de tal categoría se hallen en tan dificultosa posición.

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