Ejemplos con vendiera

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Después de estar varios meses en las vitrinas de los puestos de revistas sin que se vendiera la revista K-Oz dijo adiós.
Don Germán Villa donó un terreno de cuatro mil varas para que se vendiera a favor del templo.
Se ofrece a comprar a Stampy, pero los niños tratan de convencer a su padre de que no se lo vendiera, ya que parecía ser un traficante de marfil.
Existen tres tramos de propiedad privada desde que RENFE los vendiera a sus antiguos propietarios en los que ha desaparecido por completo la vía para dejar paso a cultivos, pero existe la posibilidad de que la Vía verde discurra por un camino alternativo hasta que pueda volver a su trazado ferroviario original.
Sin embargo igual quería correr y a último minuto convenció al Barón Philippe de Rothschild para que le vendiera uno de sus autos.
Después del lnzamiento de Jak y Daxter, Naughty Dog está dispuesto a crear una secuela, siempre que la primera lo hiciera lo suficientemente bien como para lo justifiquen, y después de que el juego vendiera de forma admirable, el desarrollo de Jak II se inició.
Eso incluía la posibilidad de que lo vendiera como esclavo, le diera cárcel o incluso muerte.
El compromiso implicaba dominio, incluyendo la posibilidad de que el acreedor lo vendiera como esclavo, le diera cárcel o incluso muerte.
Mientras que esto disminuyó algo las ventajas en la linea AViiON en el mercado,y siendo una fuente de fricción dentro de la compañía, sin embargo determinó que la compañía vendiera volúmenes más altos y popularizara la marca de fábrica.
Asimismo era corriente que un ferrocarril vendiera a otro un grupo de locomotoras.
Originalmente se diseñó un proceso genérico y de dominio público, el Proceso Unificado, y una especificación más detallada, el Rational Unified Process, que se vendiera como producto independiente.
Se pagaba muy poco de que no se acordasen de él para invitarle a un baile particular, o a una tertulia de más o menos tono, pero que nunca hubiera para su nombre un hueco en las candidaturas de concejales, que no se le agregase jamás a una comisión de respeto que había de representar ciertos intereses del pueblo en el Gobierno de la provincia, o en Madrid, o ante el Municipio mismo de la villa, que no se buscase, ni aun se tolerase de buena gana, su opinión en tal cual corrillo formado en la plaza por personas de importancia, en que no entraba él sino a fuerza de brazo, como quien dice, o poco menos, que se le tuviera, en fin, por un tabernerillo de tres al cuarto, cosa era que le hacía perder su serenidad habitual, y le ponía a pique de echarlo todo a trece, aunque no lo vendiera, y largarse a otro terreno menos ocasionado a esas miserias de aldea.
De manera que quien nos comprara por lo que decimos y nos vendiera por lo que hacemos, buen pelo iba a echar con el negocio.
Y don José, para hacerla amostazar a la dueña de casa, empezaba a pedirle y aconsejarle a don Demetrio, como en secreto aparte, que le vendiera algunas vaquillonas gordas, unas pocas, que le podría pagar buen precio.
Don Hortensio no se daba cuenta de que, nada más que para cuidar cuatrocientas yeguas, necesitaba tres veces más caballos que para cuidar las mil vacas, de que las yeguas no le producían casi nada, pues la cerda, aunque se vendiera bien, era el único fruto bienal, que de ellas se podía sacar, sin contar que, para tuzar, tenía que conchabar peones, estropear caballos, trabajar una punta de días, destrozar el corral, ¡la mar!, pues es el trabajo quizá más rudo de todas las faenas pampeanas.
Sólo los bonaerenses tuvieron el buen sentido de no gastar plata en boberías, pues si hay constancia de que en esos pueblos se vendiera, y mucho, la Bula de la Santa Cruzada, no la hay de que tuvieran demanda los títulos nobiliarios.
Que si en tanto, añadía, ella carecía de algo, si la necesidad la apuraba, vendiera las piedras de la rosa, que le darían bastante para vivir.
Y por todo favor yo reclamé de él que me vendiera a alguno que pudiese utilizar lo que en mí había de utilizable, pero que no me cediera más que a quien yo escogiese por mí misma.
::¡Oh propietaria de una cabellera de esplendor que se esparce a derecha y a izquierda en toda su longitud, negra como un negro joven que se vendiera en almoneda!.
¡Lástima que el padre no la vendiera! Venderíanla quizás sus hermanos si pudiesen, o esperarían unos y otro a llegar a Madrid, lugar de ricos compradores, que saben apreciar el ganado de calidad superior y no regatean su precio.
Con el mayor cuidado probó Abú-Issa ocultar el secreto de su amor y no participar a nadie los sentimientos que experimentaba, pero hizo cuanto pudo para decidir indirectamente a Alí a que le vendiera su esclava.
Como fue aquella determinación tan justa y benéfica, acerca del trigo que envió de España el procónsul Fabio, porque persuadió al Senado que se vendiera el trigo y el precio se enviara a las ciudades, reconviniendo a Fabio de que hacía a los pueblos dura e insufrible la dominación romana, cosa que le adquirió en las provincias gran crédito y benevolencia.
Se pagaba muy poco de que no se acordasen de él para invitarle a un baile particular, o a una tertulia de más o menos tono, pero que nunca hubiera para su nombre un hueco en las candidaturas de concejales, que no se le agregase jamás a una comisión de respeto que había de representar ciertos intereses del pueblo en el gobierno de la provincia, o en Madrid, o ante el municipio mismo de la villa, que no se buscase, ni aun se tolerase de buena gana, su opinión en tal cual corrillo formado en la plaza por personas de importancia, en que no entraba él sino a fuerza de brazo, como quien dice, o poco menos, que se le tuviera, en fin, por un tabernerillo de tres al cuarto, cosa era que le hacía perder su serenidad habitual, y le ponía a pique de echarlo todo a trece, aunque no lo vendiera, y largarse a otro terreno menos ocasionado a esas «miserias de aldea».
Todo esto contribuía a que su precio fuese tan elevado, que el peso de un dracma se vendiera en mil dinares de oro.
Y el caso es que ya estaba el mundo cansado de admirar a Cervantes y de reproducir las ediciones del Quijote en todas las lenguas que se hablan sobre la haz de la tierra, y aún eran muy contadas en España las librerías en que se vendiera la obra inmortal del ilustre soldado, que vivió de las limosnas de los próceres y fue enterrado de caridad.

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