Ejemplos con tentadora

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Estos efectos son creados por la ilusión de fundición Sky sirenas, que en atraer a los buques a ser destruida por la tentadora tripulaciones con sus mayores deseos.
Así tenemos Muquis de Huacracocha, de Goyllar, de Morococha, de El Diamante, de Santender, de la Mina Tentadora, de la mina Julcani, de Excélsior, por citar algunos de los más conocidos de una inacabable relación que corresponde a la tradición oral de las minas.
Su Marte regañando a Cupido ofrece una tentadora pinsta sobre un Caravaggio perdido: el maestro prometió una pintura sobre este tema a Mancini, pero otro de los patrones de Caravaggio, el cardenal Francesco Maria Del Monte, lo había cogido, y Mancini entonces encargó a Manfredi que le pintara otro para él, que Mancini consideró la mejor obra de Manfredi.
Katástrofe: La Doctora Katherine Manx recibe una oferta tentadora de trabajo por parte de los cuarteles generales de SPD.
Tratar de asaltar uno para apoderarse de su tecnología es una idea tentadora, pero hacer eso sólo provocaría una interdicción total del estado agresor.
Pero no te preocupes porque sobrevivirás y, en cuanto te hayas recuperado lo suficiente, volverá él con otra oferta aún más tentadora, un proyecto nuevo y segurísimo y claro, otra vez volverás a caer bajo su hechizo.
Abría los ojos despavoridos encima de aquella memoria incitante, y no sabía qué cosa le atraía más a la visión tentadora, si era el gozo de amarla o el quebranto de perderla.
Eran las amigas de Lucía Rosarito, la hija de la fondista doña Agustina, Carmen, la sobrina del magistral, y varias doncellas de análoga posición, entre las cuales muchas soñaban con el blando sosiego, con la apacible uniformidad de la vida conventual, y hacían pintura tentadora de las delicias del claustro, del sentimiento suavísimo del día de la profesión, cuando coronadas de flores bajo el cándido velo, se ofreciesen a Cristo, con el refinado dulzor de añadir: para siempre, para siempre.
Además, él no era un asceta, y Berta Erckmann representaba una amistad tentadora en medio del mar.
Era la bestia adormilada en la soledad, que se encabritaba al husmear el perfume de Maud, la pureza forzosa por falta de ocasión, que se retorcía fieramente ante la curva tentadora, el largo contacto de las manos o las blancas suculencias enfundadas en seda negra o seda gris exhibiéndose tentadoras entre las faldas recogidas al remontar una escalera con voluntario descuido.
Había gozado dos grandes amores, Margarita y Elena, y ni la ingenua burguesilla alemana ni la hija tentadora de los dioses le hicieron conocer la verdadera felicidad.
Un perfume de carne joven, de frescura tentadora, parecía envolverla.
La tentadora, si vivía aún, era la única que hubiera podido aclararlo, pero en verdad poco importaba ya, que el Conde, sucumbiendo a la culpa mal de su grado, hubiese querido castigarse con la muerte, y evitarse un peor castigo, como habría sido el de ver en vida la caída de la esposa a quien había enseñado el camino del mal, o que aun pensando en todo esto, su muerte hubiera sido obra de la casualidad.
Una emoción deliciosa, una esperanza tentadora de placer sacudió su cuerpo de los pies a la cabeza, arrollando y confundiendo como ola poderosa todos los restantes sentimientos.
Porque habéis de saberniñas inocentes y mujeres contenidas por el falso decoroque cuando vais por la alameda con el elegido de vuestro corazón y se confunde el rumor de vuestras frases con el ruido del ramaje, y luego suena un beso, puede haber imprudencia, pero no hay delito: cuando en la tentadora soledad del gabinete, siendo ambos libres y estando enamorados, os aproximáis sin desdoro de tercero y sin acordaros luego de quien fue el primero en acercarse, tampoco se enfurruñan los cielos.
Alguna vez, al refugiarse en el cuarto del teatro, contemplando a solas su gallarda figura ante el espejo, sintió deseo de riqueza, quizá, ebria de adulaciones, resplandores y músicas, soñó despierta con la realidad del amor, mas ni el fantasma del lujo ni la tentadora voz de la Naturaleza lograron rendirla, porque se sentía humillada de no despertar en los hombres más que la misma impureza que les inspiraban aquellas de sus compañeras, viciosas o hambrientas, que se vendían por un traje o se prostituían por una joya.
Con todo, no la amo, ni la amaré nunca como amo a la de acá Aquélla es toda pasión y fuego, es mi tentadora, un diablito en figura de mujer, la Venus de las mula ¿Quién es bastante fuerte para resistírsele? ¿Quién puede acercársele sin quemarse? ¿Quién al verla no más no siente hervirle la sangre en las venas? ¿Quién la oye decir: , y no se le trastorna el cerebro cual si bebiera vino? Ninguna de esas sensaciones es fácil experimentar al lado de Isabel.
Le acompañaba a todas partes, como la sombra al cuerpo, un hombre de facha ordinaria, notable por la estrechez de la frente, por sus movibles y ardientes ojicos, y, sobre todo, por sus enormes patillas negras, que le daban el aire antes de bandolero que de alguacil, empleo que desempeñaba entonces, pues el otro a quien seguía era nada menos que Cantalapiedra, comisario del barrio del Ángel, el cual abandonaba por andarse tras la tentadora cuna.
El rostro del tío Cerote a medida que aquel hablaba había ido perdiendo, poco a poco, algo de sus agresivas rigideces y, cuando aquel hubo puesto fin a su tentadora y hasta casi bien oliente perorata, repúsole haciendo por cerrar los ojos a la atrayente perspectiva con que pretendía matar en flor el Melindres sus vengativos propósitos:.
Añade a estas consideraciones que debes hacerte, porque eres hombre y en lo más lozano de la vida, la circunstancia tentadora de que sabes, porque yo te lo he dicho, que esa joven tan hermosa que está en tu misma casa pudo haber sido tu mujer, y que aún pudiera llegar a serlo.
-¡No sea usted tentadora! Dejémoslo en las dos, y crea usted que es bastante.
El guarda, llamado por una chiquilla, hija suya, no se sabe para qué, acababa de salir precipitadamente, y los compañeros de cárcel, antes contenidos por su presencia, ya se arrojaban sobre la tartera tentadora.
Sí, indudablemente, no dejaba de ser halagüeña la cosa, tentadora, de hacerle el negocio como cosquillas en el amor propio.

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