Ejemplos con ninfa

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

En la mitología griega, Pleione o Pléyone era una ninfa marina madre de las Pléyades.
Córito fue hijo de Paris y la ninfa Enone, constante su idilio en el monte Ida.
La ninfa de la fuente de Salmacis en Caria se enamoró de él y suplico a los dioses que ella estuviera unida para siempre con él.
Vio una fuente de agua donde vivía Salmacis, la única ninfa no conocida como Diana.
La veela, también conocida como Vila, Wila, Wili, es una criatura mitológica de la mitología eslava, equivalente a una ninfa.
En la mitología griega, Symi es el lugar de nacimiento de las Cárites y adoptó su nombre de una de las esposas de Poseidón : la ninfa Symi.
Los efemerópteros son los únicos insectos que mudan después de haber alcanzado la fase adulta, la ninfa acuática realiza su metamorfosis sobre el agua, y de ella surge un subimago inmaduro que vuela hasta un lugar seco donde, al cabo de una horas, vuelven a mudar convirtiéndose en insectos maduros.
Una hija del rey de Troya, Laomedonte y de la ninfa Estrimón era un princesa troyana.
Las garrapatas son infectadas en su fase de larva o ninfa, y pueden transmitir la enfermedad como ninfas o adultos.
La estatua es de estilo neoclásico y paganizante, y está representada como una ninfa vestida con una leve túnica que recuerda las vestimentas grecolatinas.
Dioses locales de las provincias en que servían, como el culto en Gran Bretaña a Coventina, una ninfa britana asociada a los manantiales.
A pesar de la noche pasada en ferrocarril, estaba el rostro de Lucía más lozano que unas hierbas de San Juan, y sus cabellos revueltos y a trechos aplastados, le prestaban cierto aspecto de ninfa que sale del baño, destocada y húmeda.
En su infancia, prolongada por la inocencia y la radiante salud, no cabían más placeres que correr por las alamedas que a León rodean, brincar con regocijo, cual pudiera adolescente ninfa retozando por los valles helenos.
Lindo asunto para una anacreóntica moderna, aquella mujer que alzaba la copa, aquel vino claro que al caer formaba una cascada ligera y brillante, aquel hombre pensativo, que alternativamente consideraba la mesa en desorden, y la risueña ninfa, de mejillas encendidas y chispeantes ojos.
Quien mirase el Casino por su fachada sur, podía ver desde luego el numen que allí recibía culto y sacrificios: la Ninfa de las aguas, inclinando la urna con graciosa actitud, mientras salen a sus pies de entre un cañaveral dos amorcillos, y uno de ellos, alzando una valva, recoge la sacra linfa que de la urna copiosamente fluye.
Sacerdotes y flamines del templo de la Ninfa son los mozos del Casino, que a la menor señal, a un movimiento de labios, acuden tácitos y prontos con lo que se desea: cigarros, periódicos, papel, refrescos, hasta las aguas, que traen a escape, en un tanque vuelto boca abajo sobre un plato, a fin de que no pierdan su preciosa temperatura ni sus gases.
Aquella pieza donde tan nefando culto se tributaba a la Ninfa de las aguas fue testigo de hartas proezas de Perico, que, por su semejanza con todas las de la misma laya, no merecen narrarse.
Entre ellas se señalaba un almacén de curiosidades, antigüedades y objetos de arte, situado casi frente a la famosa Ninfa, y, por consiguiente, a espaldas del Casino.
Pues ¿y la cuñada mademoiselle Dosne, la ninfa Egeria del presidente? Era cosa graciosísima verla coser los botones de la bata de son Adolphe Parecía el ama de llaves de un notario acomodado.
Al poco llegó el general Pastor, próximo a partir también al Norte para secundar el movimiento de Concha, y vino luego un don José Pulido, hombre listo y travieso, pies y manos de Butrón y también su ninfa Egeria, que había sido condiscípulo suyo en la Universidad y desempeñado muy buenos puestos a la sombra del diplomático.
Nueva manifestación de duda de la ninfa Egeria, acompañada siempre del vocativo de su Numa Pompilio, fórmula de la íntima y familiar amistad que le unía con el personaje.
Jacobo no se hizo repetir el aviso, y cinco días después y se presentaban en el es decir, abordaban a las playas de la isla de Ogigia, retiro encantador de La escena debió de ser conmovedora, mas ninguna ninfa hizo traición a la diosa, revelando lo que oyó o pudo ver en la misteriosa gruta, e ignórase al presente cómo llegaron los tres personajes a la perfecta avenencia que todo Madrid pudo observar desde entonces entre ellos.
No era ya su mirada la de la ninfa Calipso, orgullosa, placentera, rebosando vanidad satisfecha y gratas satisfacciones, era la mirada celosa, furibunda y salvaje, de la Medea que describe Séneca, terrible e imponente en medio de su sombría calma.
En efeto, todo era confusion, gritos y juramentos, sin llevar modo de apaciguarse, ni se apaciguaran si al instante no entrara en el aposento el teniente de asistente, que viniendo a visitar aquella posada, las voces le llevaron adonde era la grita: preguntó la causa de aquellas voces: la huéspeda se la dió muy por menudo: dijo quién era la ninfa Colindres, que ya estaba vestida: publicó la pública amistad suya y del alguacil, echó en la calle sus tretas y modo de robar, disculpóse a sí misma de que con su consentimiento jamas habia entrado en su casa mujer de mala sospecha: canonizóse por santa y a su marido por un bendito, y dió voces a una moza que fuese corriendo y trujese de un cofre la carta ejecutoria de su marido, para que la viese el señor teniente, diciéndole que por ella echaria de ver, que mujer de tan honrado marido no podia hacer cosa mala, y que si tenia aquel oficio de casa de camas, era a no poder mas, que Dios sabia lo que le pesaba, y si quisiera ella mas tener alguna renta y pan cotidiano para pasar la vida, que tener aquel ejercicio.
Decia que habia sido opinion de un amigo suyo, que el que servia a una comedianta, en solo una servia a muchas damas juntas, como era a una reina, a una ninfa, a una diosa, a una fregona, a una pastora, y muchas veces caia la suerte en que sirviese en ella a un paje y a un lacayo, que todas estas y mas figuras suele hacer una farsanta.
Y esto será antes que el seguidor de la fugitiva ninfa faga dos vegadas la visita de las lucientes imágines con su rápido y natural curso.
Partes son ésas respondió el del Bosque no sólo para ser condesa, sino para ser ninfa del verde bosque.
Era el carro dos veces, y aun tres, mayor que los pasados, y los lados, y encima dél, ocupaban doce otros diciplinantes albos como la nieve, todos con sus hachas encendidas, vista que admiraba y espantaba juntamente, y en un levantado trono venía sentada una ninfa, vestida de mil velos de tela de plata, brillando por todos ellos infinitas hojas de argentería de oro, que la hacían, si no rica, a lo menos vistosamente vestida.
Apenas acabó de decir esto Sancho, cuando, levantándose en pie la argentada ninfa que junto al espíritu de Merlín venía, quitándose el sutil velo del rostro, le descubrió tal, que a todos pareció mas que demasiadamente hermoso, y, con un desenfado varonil y con una voz no muy adamada, hablando derechamente con Sancho Panza, dijo:.
No dijo creyendo a su imaginación, y esto, con voz que pudiera ser oída, no ha de ser parte la mayor hermosura de la tierra para que yo deje de adorar la que tengo grabada y estampada en la mitad de mi corazón y en lo más escondido de mis entrañas, ora estés, señora mía, transformada en cebolluda labradora, ora en ninfa del dorado Tajo, tejiendo telas de oro y sirgo compuestas, ora te tenga Merlín, o Montesinos, donde ellos quisieren, que, adondequiera eres mía, y adoquiera he sido yo, y he de ser, tuyo.

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