Ejemplos con monstruoso

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

En el Prince of Persia vídeo-juego de la serie de Ubisoft, la Dahaka aparece como el monstruoso guardián de la continuidad, por la caza y el asesinato de anomalías en la línea de tiempo De la historia.
Una yokai pacífica, que se transforma en un terrible gato monstruoso con colmillos y ojos felinos cuando está enfadada o quiere comer pescado.
Aprenderá sus secretos, afrontará peligros de todas clases y combatirá al terror de los Reyes Sacerdotes, el monstruoso Escarabajo de Oro.
El legado monstruoso de Owen llega hasta su nieta, Mary.
La bola del mundo, sobre la que sentaba sus pies, estaba sostenida a su vez por un monstruoso dragón, que revolvía airado la cabeza con las fauces abiertas hacia el hermoso rostro de la Virgen, en una actitud de infernal impotencia.
Se trata de un ser enorme y monstruoso de una leyenda procedente de Ahigal, con cuartos traseros de caballo, parte delantera de Jabalí y un enorme único cuerno en la frente.
Carcharodon megalodon, monstruoso tiburón gigante del mioceno.
De cualquier modo, los humanos traen un par de electrodos gigantescos cerca del monstruoso kaiju con la intención de crear una zona supercaliente donde desidratarán a Hedorah.
En una prisión de Estambul, descubre que Nerio ha muerto en extrañas circunstancias y debe escaparse de la cárcel con ayuda de su amigo Simón Orvonaz en una carrera contrarreloj para darse a conocer como heredero legítimo de Nerio Winch y de su fortuna, ponerse a la cabeza del monstruoso imperio financiero conocido como Grupo W y averiguar quién de los altos directivos del grupo asesinó a su padre adoptivo para hacerse con su imperio.
Su mayor éxito fue Lit Up , donde Todd grita a todo pulmón su adicción a la cocaína y Keith Nelson se encarga de un riff monstruoso y trepidante, los otros sencillos promocionales fueron muy bien recibidos, la rabiosa y poderosa Dead Again y los medios tiempos inspirados Check Your Head y For The Movies.
Scott le mostró al equipo de maquillaje fotos de cosas fetales, que él consideraba conmovedoras, ya que él quería hacer a Mason Verger más conmovedor que monstruoso, como él pensaba del personaje de Verger como alguien que no había perdido su sentido del humor.
El tirante central y los cuadrantes de las esquinas tienen la singularidad de apoyarse en ménsulas que adoptan la forma de mascarón monstruoso.
Con todo eso, Pereda no ha pasado la línea en materia en que tan fácil era resbalar, siguiendo las huellas de otros naturalistas, y como su franco y bien nacido ingenio no le lleva a pintar lo excepcional y monstruoso, sino a mirar con amplitud la vida, no insiste en el imperceptible punto mórbido, y logra conservar a la heroína la más arrogante y señoril castidad desde el principio hasta el fin de la obra.
Si nos fuera dado penetrar en el misterioso laboratorio de las almas y se reconstruyera la historia íntima de las del pasado para encontrar la fórmula de sus definitivos caracteres morales, sería un interesante objeto de estudio determinar la parte que corresponde, entre los factores de la refinada perversidad de Nerón, al germen del histrionismo monstruoso depositado en el alma de aquel cómico sangriento por la retórica afectada de Séneca.
Don Marcelo sintió un placer monstruoso al considerar el número creciente de enemigos desaparecidos, pero a la vez lamentaba esta avalancha de intrusos que iba a fijarse para siempre en sus tierras.
Y los miles de gritos, con una melopea recomenzada incesantemente a través de los días y las noches, cantaban el choque monstruoso que había presenciado esta tierra y del cual guardaba todavía un escalofrío trágico.
¡Pobre Julio! El inflexible señor, en plena inmoralidad mental, lamentaba este olvido como algo monstruoso.
Su indignación le hacía considerar como un hecho inaudito y monstruoso la muerte de los cuatro soldados, como si en la guerra sólo debieran caer los enemigos, manteniéndose incólume la vida de sus compatriotas.
¡Para lo que servía! Los pastores del rebaño monstruoso, el y sus ayudantes, habían partido también para incorporarse al ejército.
No vacilaba en establecer una fatalista relación entre la muerte de su hijo y aquel viaje ilegal, cuya memoria le pesaba como un pecado monstruoso.
Además, un monstruoso desgaste le hacía pensar por instinto defensivo en la vida tranquila del hogar.
Al mismo tiempo le producía cierta irritación su poder creciente, invisible para los hombres de tierra adentro, monstruoso para los que viven en el mar.
En su casa, lo primero que veía al despertar era un edificio catalán, rico y monstruoso, semejante a los palacios que dibujan los hipnotizados en sus ensueños: una amalgama de flores persas, columnas góticas, troncos de árboles con cuadrúpedos, reptiles y caracoles entre follajes de cemento.
Se agrandaron los ojos de Pepita con expresión de asombro, como si escuchase algo inaudito, como si ante ella se abriese un peligro no previsto ni imaginado, algo monstruoso que rebasaba los límites de lo humano.
Convenía organizar un alarde de fuerzas, reunir todo el país vascongado amante de las tradiciones y que subiera entre banderas y cánticos al monte Artagán, como protesta contra las gentes de las minas y las fábricas, que se entregaban al monstruoso socialismo, y contra los de la villa y sus hijos que ya se consideraban de la tierra, gentes que hablaban de República y de anticlericalismo y llamaban en sus mitins y a la milagrosa imagen de la patrona de Vizcaya.
El ídolo hízose monstruoso, y la infeliz mujer quiso arrojarlo de su corazón indignada, como se arroja lo que ofende, lo que mancha, lo que deshonra, mas el alma íbasele detrás, llena de angustias y de vergüenza, porque el ídolo seguía en pie, siempre reinando en ella, y no por ser monstruoso dejaba de ser ídolo.
Y aunque nadie hubiera podido explicar la razón de ser de esta supremacía de que gozaba Currita en la corte, sin embargo, con esa vergonzosa condescendencia para el escandaloso que es a nuestro juicio el pecado capital de la alta sociedad madrileña y el origen y fuente de sus deformidades, todo el mundo, desde el caballero cumplido hasta el tahúr elegante, desde la dama honrada hasta la hembra sin decoro, se sujetaban a ella de modo más o menos directo, sin dejar por eso de proclamar que en belleza la aventajaban todas, en alcurnia la igualaban muchas, en riquezas la superaban bastantes, y sólo en audacia y desvergüenza caminaba siempre la primera ¿Sería, pues, esta la razón de ser de aquella supremacía? ¿Sería que a fuerza de ver refinado el vicio y respirar la atmósfera de escándalo llegan ciertas sociedades a la aberración de aquellos pueblos bárbaros que prestan su homenaje más profundo y su culto más entusiasta al ídolo más monstruoso?.
¿Cómo creer que gustase de un fraile enfermizo y casi viejo la que había sido fría, insensible y desamorada con un mozo galán, robusto y gallardo? Esto hubiera sido monstruoso.
Por la pared trepaba aceleradamente, deseando huir de la luz, una araña de desmesurado grandor, un monstruoso vientre columpiado en ocho velludos zancos.

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