Ejemplos con montad

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

En sucesivas conversaciones, cuando lo permitía el ocio del campamento, Santiuste confió al buen clérigo algunos particulares de su vida, y una tarde, viniendo a parar a sus recientes dudas o desfallecimientos en la fe y devoción de la guerra, le dijo: ¿Cree usted, amigo don Toribio, que existe el llamado ? ¿Cree usted en esa confusión del Marte pagano con nuestro Cristo Redentor, que jamás cogió una espada? ¿Qué piensa usted de la Virgen, como dispensadora del triunfo en las guerras, al modo de aquellas diosas que tomaban partido por los griegos o por los troyanos? ¿Al Apóstol Santiago le tiene usted por verdadero general de españoles y matador de moros? ¿Dónde está el texto de Cristo en que dijera a sus discípulos: 'montad a caballo y cortadme cabezas de los hijos de Agar?'.
-Escuchad, Athos - dijo D'Artagnan , en lugar de estaros encerrado aquí como si estuvierais en la cárcel, montad a caballo y venid conmigo a pasearos por Saint Germain.
Dijo el rey: ¡Vamos, oh soldados! Y se irguieron todos sobre sus pies, y el rey les dijo: ¡Montad en vuestros caballos! ¡Y que me traigan mi corcel de guerra para ir a ver a Juder! Luego montó a caballo, y seguido por sus guardias y soldados, se dirigió al palacio de Juder.
Si soy derrotado, si veis que los nuestros cejan, montad y partid sin mirar atrás.
-No me vuelvas a tentar, abandona el vicio, toma tu corona, cásate con Blanca Rosa, te gusta y a ella no le eres indiferente, montad en un caballo que hay en la cuadra que corre más que el viento, y cuando lleguéis a la capital de tus Estados, os esperará la tropa formada, y el pueblo entusiasmado os conducirá al palacio.
En sucesivas conversaciones, cuando lo permitía el ocio del campamento, Santiuste confió al buen clérigo algunos particulares de su vida, y una tarde, viniendo a parar a sus recientes dudas o desfallecimientos en la fe y devoción de la guerra, le dijo: «¿Cree usted, amigo don Toribio, que existe el llamado Dios de las Batallas? ¿Cree usted en esa confusión del Marte pagano con nuestro Cristo Redentor, que jamás cogió una espada? ¿Qué piensa usted de la Virgen, como dispensadora del triunfo en las guerras, al modo de aquellas diosas que tomaban partido por los griegos o por los troyanos? ¿Al Apóstol Santiago le tiene usted por verdadero general de españoles y matador de moros? ¿Dónde está el texto de Cristo en que dijera a sus discípulos: 'montad a caballo y cortadme cabezas de los hijos de Agar?'».

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