Ejemplos con manda

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

O usté manda, o la mujer manda, y si se desmanda, palo.
Y mi mamá compra los garbanzos por mayor: ayer compró tres libras, y por Navidad nos regalan pavos los señores que van a casa porque tienen pleitos, y yo tengo muchos vestidos, más de tres, y dos pares de botas, con las que tengo puestas y otro par que me harán para San Pedro, si le cae a papá la lotería, y mi papá es tan poderoso, que manda a la cárcel a todo el que quiere, le manda ahorcar, como ya lo ha hecho otras veces, y si yo le dijera que metiera en la cárcel a una pegotona que yo sé, en seguida la metía.
Dígame lo que le ocurre como Dios manda.
Lo ha dejado en una manda la difunta señora, porque sus culpas le sean perdonadas.
¡Y tenían dicho que darían socorro a las viudas y a los huérfanos! ¡El mayorazgo huyóse para no cumplirnos la manda! ¡Cinco lobos dejó alrededor de su silla vacía! ¡Ay, Montenegro, negro de corazón! ¡Por tu imperio se hicieron aquellos pobres a la mar, en una noche tan fiera! ¡Cuando seáis mozos, reclamarle cuentas, mis hijos, que él os dejó sin padre! ¡Mal can le arranque el corazón y lo lleve por este arenal! ¡Mal cuervo le coma los ojos! ¡Malas ortigas le broten en el pecho! ¡Mal avispero le nazca en la lengua!.
Dios Nuestro Señor a los pobres nos manda tener paciencia para pedir la limosna, y a los ricos les manda tener caridad, y el rico que parte su pan trigo con el pobre, tiene el Cielo más ganado que el pobre que lo recibe y no lo agradece.
¡Señor Don Juan Manuel! ¡Señor Don Juan Manuel! ¡Dios nos manda tener valor! Debemos conservar la existencia como un dón precioso, y amarla a pesar de sus espinas.
Además, si él manda en el claustro, yo mando en mi torre.
Si alguna vez manda usted en su vida disparar, tenga la certeza de que será contra españoles.
¿Y todo por qué? Porque querían vivir trabajando, sin ofender a nadie, como Dios manda.
Si fuese como Dios manda, una persona arregladita y económica, la sangre de mis venas le daría, pero a una derrochadora, que sólo se acuerda de su hermano en los apuros, y cuando tiene cuatro cuartos desprecia sus consejos, a ésa no le doy ni esto.
Créeme, Antonio, a vivir como Dios manda, con tranquilidad y modestia, educando a tu hijo para que sea un hombre de provecho, y sin repetir ciertas locurillas de las que no quiero hablarte.
¡Firmar! ¡firmar! ¿Tú crees que una persona como Dios manda pone la firma, porque sí, al primer judío que se presenta? Eso sólo lo hacen las locas como tú, que has firmado más papel que un escribano, y miras con la mayor tranquilidad cómo tu nombre anda por el mundo en pagarés siempre renovados, con condiciones que sólo admiten las personas tramposas y sin crédito.
Oiga usted, tía: si Angelina me escribe, ya lo sabe usted, luego, lueguito, me manda usted, la carta.
Carmen te manda un abrazo, y también Juana y Andrés.
¡Este hombre no tiene remedio! ¿Quién le manda a usted gastar esas corbatas tan bonitas¡ ¡Paciencia, joven! ¡Paciencia!.
¿Ricardo? ¡Qué rabie! ¡Quién le manda ser tonto!.
¡Qué gusto! ¡Todos los muchachos de aquí salen con cajas destempladas! ¡Mejor! ¡Mejor! ¡Quién les manda enamorar marquesitas! Y bien visto, ¿quiénes son los enamorados? Eduardito ¡sólo Eduardito! El muy tonto, como tiene dinero, como su padre es rico, está seguro de que le hará caso.
En la cuestión religiosa, las ideas de doña Lupe se adaptaban al criterio de su difunto esposo, que era el más juicioso de los hombres y sabía dar , etc Este estribillo lo repetía muy orgullosamente la viuda siempre que saltaba una oportunidad, añadiendo que creía cuanto la Santa Madre Iglesia manda creer, pero que mientras menos trato tuviera con curas, mejor.
Yo me caso, me caso, y me caso, porque soy dueño de mis actos, porque soy mayor de edad, porque me lo dicta mi conciencia, porque me lo manda Dios, y si usted lo aprueba, ella y yo le abriremos nuestros amantes brazos y será usted nuestra madre, nuestra consejera, nuestra guía.
El médico me manda que coma poco y a menudo.
¿Sabes lo que te digo?gritó Juan Pablo, alzando arrogante la voz, que a mí no se me manda callar, ¿estamos? He tenido el honor de decirle cuatro frescas al obispo de Persépolis, y quien no teme a las sotanas moradas, ¿qué miedo ha de tener a las negras?.
Por compasión y caridad no la echamos a la calle, ya lo sabe usted Vamos, hija, pocas palabras y a hacer lo que se le manda.

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