Ejemplos con llorones

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Por ejemplo: entre los sauces llorones.
Resistime yo a ello, y él entonces con hipérboles de cariño, entremezclando los acentos de alegría con acentos llorones, me dijo: mío, sigue mi consejo y toma las órdenes, sin cuidarte de lo que ahora o después te digan en contra del estado religioso tus nervios y tu sangre.
Yo me he alejado de los llorones porque no nací llorón como ellos, hoy, que traigo la alegría conmigo, vengo a decirles que ha amanecido el sol de la villa.
Crucé unos charquitos llorones, que quien sabe qué dijeron bajo los vasos del caballo.
Hace muchos siglos que se ha vuelto mujer, dejándose dominar por los llorones.
¿Era sencillez o malicia, era bondad o traición lo que en aquellos ojos llorones lucía? Amparo deseaba que la tierra se tragara al tal D.
Resistime yo a ello, y él entonces con hipérboles de cariño, entremezclando los acentos de alegría con acentos llorones, me dijo: «Confusio mío, sigue mi consejo y toma las órdenes, sin cuidarte de lo que ahora o después te digan en contra del estado religioso tus nervios y tu sangre.
Cuando, al rato, don Patricio llamó a la negra para que le diese mate, acudió Hermenegilda, con las manos húmedas, la ropa bastante manchada, la cara abotagada por el fuego y los ojos llorones por el humo.
-¡Con sus amigos! ¡Si se creerá usté que yo ya no me sé de memoria que si mi Paco no viée más que de higos a brevas es porque alguna mala mujer me lo está engriyendo! ¡Si se creerá usté que yo estoy tonta porque sufro y callo y no digo esta boca es mía! ¡Si se creerá usté que estoy en el limbo como los niños llorones!.
¿Queréis argo pa el sitio aonde van a parar toítos los niños llorones? -preguntó en aquel momento desde el umbral el señor Cayetano el Ortigosa.
El distraído jinete volvió en sí delante de aquel obstáculo repentino a su desesperada carrera, y examinando con una mirada el sitio y sus alrededores, descubrió la puerta de una habitación desde la cual le saludaba un anciano de rostro apacible y de cuerpo vigoroso, haciéndole señas que le invitaban a aceptar la hospitalidad de aquel vasto techo sombreado por un ombú secular y por un bosque en que se mezclaban los naranjos, los sauces llorones, las palmeras y las variadas especies de los afamados duraznos de las islas.
Los hombres llorones son detestables.
Y allí, entre los mustios llorones, en un mísera fosa recién abierta en el suelo, desapareció del mundo para siempre, bajo una capa de tierra que pronto volvería a cubrir la nieve, un hombre que había sido hasta aquel día el patriarca, el señor, el rey indiscutido e indiscutible de todo el valle.

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