Ejemplos con estentóreos

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

La lluvia lo envolvía con un trágico acompañamiento de relámpagos y truenos estentóreos, truenos como sólo se oyen en la soledad del Océano.
Sobre el andén del muelle, una fila de marineros, llevando machete en el cinto, contenía a los grupos que habían penetrado con permiso: comisiones que aguardaban a los dos conferencistas, familias ansiosas de saludar a sus parientes y amigos que agitaban pañuelos, sombreros y bastones, preguntando de lejos con gritos estentóreos cómo les había ido por Europa.
De pronto el órgano sofocó sus quejas con variadas modulaciones, ya acentos dulces, ya rugidos estentóreos: unos instantes aquello era regalo del oído, otros estruendo ensordecedor, hasta que de improviso las notas parecían quedar flotando en el aire, como aves perdidas, cuyo graznido desapacible continuaba imitando la canturía ronca de algún cura falto de aliento.
Cualquier extraño que asistiera a recepción tan ceremoniosa y oyese los estentóreos vivas, y viera la serenidad y emoción de muchos diputados, habría creído que aquellos distinguidos tenientes y capitanes, tan bien peinados, venían de conquistar medio mundo, habría creído que cada uno era cuando menos un Bonaparte regresando de Italia con los eternos laureles de Arcola, Lodi y Montenotte.
Mari Pepa acercándose de puntillas y asomándose a la alcoba de su padre cuando cesaban sus ronquidos estentóreos, mi tema, ya maquinal, de aconsejar a las señoras y al Cura que se acostaran, y durmieran y descansaran, la resistencia de todos a complacerme, aunque la pobre Lituca se estremeciera de frío en ocasiones y no pudiera levantar los párpados enrojecidos.
Para terminar esforzó el dantoniano acento y habló, habló aún más, habló por los codos, lo que le vino en gana, arrancando bravos estentóreos a la sugestionada concurrencia aquello de «la sangre de César», «el puñal de Bruto», y «el casco del corcel de Atila» con que robustecen los tribunos de Villabrava sus grandilocuentes improvisaciones.

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