Ejemplos con boyeros

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Santiago de Compostela de las Vegas o simplemente Santiago de las Vegas es una ciudad de Cuba que pertenece al municipio de Boyeros, en la provincia de Ciudad de La Habana.
A los perros pastores que trabajan con ganado bovino se les conoce como perros boyeros.
La FCI clasifica las razas de perros boyeros en dos grupos distintos basándose en su fisonomía.
Se conocen con el nombre de Perros boyeros a una serie de razas que tradicionalmente se han usado para el manejo y conducción del ganado bovino.
El municipio Boyeros ostenta en la actualidad este nombre por ser la localidad homónima, que le pertenece, la más conocida nacional e internacionalmente debido a la instalación en sus terrenos del aeropuerto Internacional José Martí , también conocido por Aeropuerto Boyeros.
Cuenta con siete Consejos Populares: Santiago de las Vegas, Nuevo Santiago, Boyeros, Calabazar, El Wajay, Altahabana y Armada.
El municipio Boyeros limita al norte con el municipio Cerro, al este con el municipio Arroyo Naranjo, al oeste con los municipios Lisa y Marianao y al sur con el municipio Bejucal perteneciente a provincia La Habana.
Cuando desembarcó rodeado de sus seguidores, unos boyeros les confundieron con piratas que pretendían hacerse con su ganado.
Caseríos Agua Caliente, Caulote, Jícaro, Platanillo, Aceitillal, Cuje, Jícaro Cubiletes, Ciralito, Mojón, Llano Largo, Mora, Piedras Gordas, San Antonio, San Juan, San Marcos, La Cidra, La Ruda, Los Planes, Encuentros Abajo, Los Platanitos, Guayabo, Concepción, Llano de San Marcos, El Achiote, Portezuelo, Tacuenté, Aguacate, La Calera, Llano Galán, Común, La Puerta, Plan del Cerro, Tituque, El Palmar, Pedregalito, Rincón del Burro, Charagüín, Ojo de Agua de Garza, Ahorcado, Boyeros, Cebollas, Pata de Buey, Santa Teresa, El Coyolito, Cimarrón, Los Achiotes, Palmilla Abajo, Cruz de Piedra, Cuje, Chile, Quequexque, Recibimiento, Cuernavaca, Limón, Tablón, Escobas, Majadas, Caracol, El Orégano, Las Mesas, Mojón, San Jacintillo, Valle de los Portillo, Portezuelo, Salfate Abajo, Tierra Colorada, De Aquel Lado, La Comunidad, Llano de Cebollas, Ciracil, El Común, Laguna Seca, Morro Grande, Salite, Paños, San Juan.
A partir de entonces Santiago de las Vegas es parte del municipio de Boyeros.
En el transcurso de esta misión fueron sorprendidos y capturados por un grupo de boyeros.
Como yo sienta el chirrido de ruedas con los ejes desengrasados, hago un escarmiento en vosotras, en los boyeros y en los bueyes mismos.
-Los pastores y los boyeros sólo me miraban de reojo.
-Yegüerizos, vaqueros y boyeros: quieroos contar cómo yo tuve una mezquina de una señora, la cual murió de un caso gravísimo, aunque no fue desacompañada y sin venganza al otro mundo, y por que mejor sepáis todas las cosas, os quiero decir este negocio cómo aconteció desde el principio, porque puedan muy bien los que son más discretos y la buena fortuna los enseñó a escribir ponerlo en escritura a manera de historia.
Los cañadones son, a veces, anchos y pantanosos, los arroyos hondos y barrancosos, y si trabajan fuerte los bueyes en ellos, tampoco descansan mucho los boyeros, a picanazos y gritos, salpicados y mojados, siempre aguijoneados por la inquietud de ver encajarse o volcarse la carreta.
Los collares anchos vienen cargados de campanillas que, con su tintirintín melodioso, acompañan el canto de los boyeros, sentados en el pértigo, las paredes de las carretas, pintadas con colores llamativos como los de un juego de barajas, llevan el ingenuo lema: «soy de Bernardo Zurutuá» y de la lanza del techo, cuelgan los adornos de perlas multicoloras que, por su complicación, revelan cuán largas son las horas de ocio del tropero.
Fue entonces que Pololo vio partir los boyeros.
Cuando las estrellas bajaban a la laguna, los boyeros acunaban la tarde con su silbo y ésta se dormía.
¡Oh manos, manos mías! ¡Oh hombros! ¡Oh pecho! ¡Brazos míos queridos! ¿Sois vosotros los que antaño hicisteis trizas a aquel león de la tierra nemea, espanto de boyeros, inaccesible, intratable monstruo? ¿Los que a la hidra Lernea, y a aquella irrefrenable raza de biformes fieras en caballar catadura, insolentes, indómitas, brutalmente feroces, y a la bestia del Enmanto, y a aquel monstruo incoercible, el perro de tres cabezas de las cavernas del infierno, cachorro de la espantosa Equidna, y al dragón guardián de las manzanas de oro en los confines de la tierra? Mil aventuras más acometí en mi vida, y nadie pudo cantar victoria contra estas manos.
Alzaban alto el vuelo, el gavilán, el carancho, el chimango, el cuervo formaba sus negras cuadrillas de salteadores, el cóndor, como un puntito imperceptible e inmóvil, bogaba sin esfuerzo en los aires, y entre las ramas, el rey de los pájaros y el ñaarca se trazaban sus planes de emboscadas, mientras en los árboles o sobre la yerba charlaban o cantaban loros, kcates, carpinteros, horneros, zorzales, venteveos, viudas, mirlos, boyeros, cardenales, calandrias y guilguiles.
Sumad el ejército de los mensualeros, atacadores de mboroviré, troperos de carreta, picadores, boyeros, expedicionarios desprovistos de lo más preciso, obligados a cruzar desiertos y pantanos interminables, chateros a quienes se paga por viaje de un mes y que regresan, entorpecidos por las sequías, después de tres o cuatro meses de combate aguas arriba, con el pecho tumefacto por el botador, sumadlo todo, y obtendréis la turba maldita de los yerbales, jadeante catorce, dieciséis horas diarias, para la cual no hay domingo ni otra fiesta que el Viernes Santo, recuerdo del martirio de Jesús, padre de los que sufren.

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