Ejemplos con azada

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

La azada para arar, el arado para hundir la tierra, la hoz de madera provista de una lámina de sílex, o la hoz de bronce a partir del Imperio Medio, para segar el trigo.
Una hoz y una azada labradas en bronce cuelgan de la cupula central de esta ermita, donde el última semana de octubre los agricultores hacen ofrendas al santo agradeciendo la buena cosecha y pidiendo colaboración divina para el año siguiente.
Zuela, zoleta o azuela: Azada de pequeño tamaño con mango corto o muy corto, exepcionalment largo, e incorporación en el extremo opuesto al filo de saliente en forma de martillo o hachilla -hachazada- utilizada para diversas tareas, entre otras desbaste de madera y corte o golpeo, arrastre de materiales y realización de hendiduras y aperturas.
Miguel de Unamuno ejemplificó esta teoría de la siguiente manera: aitz, aitzur, aizkora, aiztoa significan, respectivamente, 'roca', 'azada', 'hacha' y 'cuchillo'.
Si la tierra estaba dura, se decía que se había pasado el jugo, si la azada sacaba tierra pegada que estaba pesada.
Ésta se determinaba por medio de una azada clavándola en la tierra.
Se puede considerar como la evolución del pico y de la azada.
Al final cuando realiza el examen escribe la historia de Ivanhoe es acerca de un granjero ruso y su azada.
Tradicionalmente para labrar la tierra, la herramienta fundamental que se utilizaba era la azada, pero es necesario mencionar algunos aperos típicos, que también se pueden observar en el museo de Paco:.
El capitán leía sentado cerca de la mesa, la muchacha estaba haciendo la cena allí mismo, el viejo criado raspaba el mango de una azada.
Cada uno se echó bajo un algodonero, acompañando con su jadeo los golpes sordos de la azada.
No existe ninguna hierba que se aferre más a la tierra donde ha crecido, se la puede arrancar, perseguir con el arado y la azada es inútil, la hierbabuena vuelve a retoñar indómita.
¡Yo cavaré la cueva para tu marido! Si faltase azada, la cavaré con mis manos.
¡Pues sí, mis queridos lectores técnicos del ! En los primeros años de mi varia y complicada existencia, yo he sido tan labriego como vosotros: yo he manejado millares de veces la azada, el almocafre, la hoz y otros muchos instrumentos de labranza: yo he confiado el grano de oro del trigo o el grano de topacio del maiz a la generosa madre Tierra, y la he visto devolverme al poco tiempo el ciento por uno: yo he sepultado el , que es como quien dice el esqueleto, del albaricoque o de la guinda que me había comido, y luego he visto brotar un verde tallo por el grieteado suelo que cubría aquella fosa, y convertirse el tallo en tronco, y vestirse el tronco de hojas y flores, y trocarse las flores en frutos tan bellos y tan opimos como los del primer año de la Creación: yo he plantado el árido sarmiento que, andando los años, había de ser lujosa parra y darme fresca sombra y apretados racimos: yo he comido pimientos y tomates de las matas que planté y cultivé, y cebollas, y ajos, y calabazas y pepinos sembrados por mí, y.
—Poco después entré en el Seminario, no en busca de simientes, sino a estudiar latín: la lectura de los Clásicos me aficionó a las Bellas Letras, y ¡adios, mi azada! ¡adios, mi almocafre! ¡adios, mi ! ¡adios, mis calabazas!.
Era el movimiento inicial del obrero que se aligera las manos antes de empezar una ruda faena, o del cavador que se las escupe antes de coger la azada.
No se oía más que el ruido de la noria, el golpe de la azada, el canto de algún labriego que por el camino cercano pasaba, y los precipitados pasos de alguna res ansiosa de llegar al hogar.
Las nuevas deste lugar son que la Berrueca casó a su hija con un pintor de mala mano, que llegó a este pueblo a pintar lo que saliese, mandóle el Concejo pintar las armas de Su Majestad sobre las puertas del Ayuntamiento, pidió dos ducados, diéronselos adelantados, trabajó ocho días, al cabo de los cuales no pintó nada, y dijo que no acertaba a pintar tantas baratijas, volvió el dinero, y, con todo eso, se casó a título de buen oficial, verdad es que ya ha dejado el pincel y tomado el azada, y va al campo como gentilhombre.
Debía de hacer mucho tiempo que sus frutales no conocían la poda ni su campo era removido por la azada, que orea los terrones y los liberta de hierbas nocivas.
-Ni falta que me hacen, para que lo sepas, probe nací, y con saya de estameña y tirando de la azada me han de querer.
Apoyado en la azada contemplaba la huerta, y un frío sudor corría por su frente.
Dejadme provisión de galleta, un fusil, pólvora y balas, para matar cabras o para defenderme en caso de apuro, y una azada para construirme una choza, si tardáis mucho en volver por mí.
Entonces se levantó más ágil que las cabras que moraban en aquellos bosques agrestes, cogió con una mano su fusil, su azada con la otra, y corrió a la peña en que remataban las señales o hendiduras que con tanta alegría había advertido.
Por esto su gloria era la de todos, no habia quien no creyese tener su parte en aquel encumbramiento, y las miradas estaban fijas en el altar, en aquel mocetón fornido, moreno, lustroso, resto viviente de la invasión sarracena, que asomaba por entre niveos encajes sus manazas nervudas y vellosas, más acostumbradas a manejar la azada que a tocar con delicadeza los servicios del altar.
Los más le habian tirado de la oreja, por ser mayores, otros habian jugado con él a las chapas, y todos le habian visto ir a Valencia a recoger estiércol con el capazo a la espalda, o arañar con la azada esos pequeños campos de nuestra vega que dan el sustento a toda una familia.
Y fue que pasó un transeúnte con la azada al hombro, y se le quedó mirando con una curiosidad harto inexplicable, pues para ninguno de aquellos campesinos era nueva la estampa de Fernando.
Silbaban como cien huracanes los chicos del campanario, sin cesar un punto de tocar las campanas, cuyos badajos había dejado a su disposición, y de muy buena gana, el campanero, y en los aires estallaba todavía algún cohete que otro, en los cuales ruidos provocadores la gente de la mies se sintió picada de la impaciencia, dio en la gracia de cortar con la azada tantos maíces como resallaba, convínose por unanimidad en que el estropicio consistía en el ''aquel'' de la fiesta, que ''aceleraba'' la mano, acordóse por los viejos dar suelta libre a los jóvenes, que ya no habían de hacer cosa con traza, y ahí tienen ustedes a las mozas tornando al pueblo, con las azadas al hombro, echando por parejas, cuando no por grupos de más de cinco, a gañote desplegado, los más alegres y regocijados cantares que habían resonado en el valle en todo el año.
Iba en mangas de camisa, con refajo corto y en pernetas, y llevaba un sombrero de paja en la cabeza y una azada al hombro.
Ya no piden aquel cuento de la azada y el tesoro,.
alzarán la azada para labrar el suelo de la patria y la espada.

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