Ejemplos con austeras

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Se aprecia claramente, ya que en sus primeros tiempos, la policromía empleada era con estofado de ricos motivos y bordes con cenefas y carnaciones tostadas, a partir de su conocimiento con Cano, va dejando las estofas y prefiriendo los tonos lisos con colores contrastados y el realismo en las austeras estameñas del hábito de los santos franciscanos y las carnaciones más claras, se añaden los postizos frecuentes en la época, de pelo natural, pestañas, dientes de marfil y ojos de cristal.
La distribución de los huecos es muy regular, siguiendo una línea de ordenación clasicista de la que resultan fachadas simétricas, más austeras y con huecos de menor tamaño sobre las fachadas norte y oeste, y fachadas mucho más elaboradas y ordenadas sobre los frentes con presencia urbana al Sur y al Este.
No obstante, las divisiones étnicas y religiosas fueron menos austeras en Munster que en Ulster.
Construido por Martín Zaldua tiene patio central y dos austeras torres en la fachada frontal siendo una de las mejores nuestras de casas palaciegas barrocas de la Costa Cantábrica rodeada por jardines.
Actualemente las fiestas son menos suntuosas en lo externo, siguen una estructura similar de los festejos, pero sin los grandes pasacalles, disparos monumentales de tracas y demás fuegos de artificio, con procesiones más austeras, sin dolçainers y grandes bandas de musica y un recorrido más corto.
Las edificaciones más antiguas son de arquitectura rural, a base de paredes robustas y austeras, en las que el elemento principal es la piedra de pizarra.
La portada del templo es muy sencilla y se compone de un enorme arco en derrame, de líneas austeras y el cual encierra la enorme ventana arqueda, por cuyos orificios entra luz al templo.
También se utilizó con mucha frecuencia en las composiciones monumentales de las arquitecturas fascistas europeas del siglo XX, inspiradas en las composiciones del Imperio Romano, aunque mucho más austeras en lo referente a decoración.
En el exterior sobresale una torre cuadrada de gran tamaño y en sus fachadas cuenta con dos portadas de buena traza aunque austeras.
Su obra se caracteriza por ser composiciones austeras y planas.
Parece que el apodo el monje con armadura hacia referencia a que era un católico devoto, hombre de costumbres austeras, de vida ascética y despreciaba el interés personal.
Wagner era un hombre de costumbres austeras, disciplinado, de mente pura, corazón noble y cuerpo sano.
Las montañas le parecían más austeras y ceñudas en sus cumbres de pelada roca, los bosques, más obscuros, más negros, los árboles de los valles, más tristes y escuetos, las piedras del camino rodaban bajo sus pies, como si huyesen de su contacto, el cielo tenía algo de repelente, hasta el aire de la isla acabaría por huir de su boca.
Cuando la severidad estoica de Kant inspira, simbolizando el espíritu de su ética, las austeras palabras: Dormía y soñé que la vida era belleza, desperté, y advertí que ella es deber , desconoce que, si el deber es la realidad suprema, en ella puede hallar realidad el objeto de su sueño, porque la conciencia del deber le dará, con la visión clara de lo bueno, la complacencia de lo hermoso.
A usted lo consideran buen mozo las matronas más austeras, y lo que es mejor aún, figura como el más distinguido entre los hombres serios de a bordo.
Algunas matronas se erguían dignas y austeras, volviendo los ojos por no verles, pero al llegar a la otra banda del paseo lanzaban la noticia, una gran noticia para la gente ansiosa de novedades.
Transcurrió el tiempo y al abandonar el lujo de sus primeros años de matrimonio, para tomar sitio entre las madres de severa respetabilidad, comenzó a seguir dentro de su casa ciertas prácticas austeras y casi conventuales.
Pedro La Hoz, hombre de austeras virtudes, escritor castizo, profundo, sólido y sincero, aunque de estilo un tanto mazacote, profesaba a la madre y al hijo singular estimación.
Tan rica vegetación, tanta lujosa verdura, tan abrigada soledad y las austeras líneas de la Santa Casa que destacaba su mole, de un color gris de hoja seca, sobre la obscuridad del ramaje, contrastaban dulcemente con el áspero y desordenado panorama que se veía en torno, con los esquivos montes, con las bruscas quebradas, con los rudos matorrales, con la misma pedregosa tierra que cruzábamos.
Su meditación de religioso se quebrantaba con sus cavilaciones de hombre, y si la enérgica voluntad o el temor al peligro traían la oración a sus labios, entre los severos pensamientos del sagrado rezo se deslizaba un nombre de mujer, penetrando su imagen alegre y bulliciosa entre las austeras reflexiones, como entraría una maga en un coro de monjes.
Quizás las austeras costumbres del poblachón en que vivían las había preservado del vicio, pero las desgraciadas carecían de compostura y comedimiento, fórmula común y más visible del pudor, y bien podía suponerse que habían echado por la ventana algo más que cáscaras.
Persona grave y de austeras costumbres, el doctor tenía, especialmente con su idolatrada Susanilla, todas las expansiones de la más franca y generosa confianza.
Antes de que llegasen, sin embargo, las mesnadas de Arganza y Carracedo cruzaron el Sil al mando de don Alonso Ossorio, y fueron a engrosar sus diezmadas filas, socorro oportunísimo en aquellas circunstancias poco favorables, no sólo por el número y calidad de sus guerreros, sino por el prestigio que el señor de Arganza disfrutaba en el país, y sobre todo por el sello de religión que parecía poner en la demanda la intervención del abad de Carracedo, justamente respetado por sus austeras virtudes.
Don Rodrigo, como cabeza de la orden, era el blanco de todos los tiros, no por odio a su persona, pues su prudencia, su urbanidad y sus austeras virtudes andaban en boca de todos, sino porque humillando la orden en lo que tenía de más sabio y elevado, se minaban sus cimientos y se imposibilitaba su restauración.
Si en Marruecos nos dan algún día semejante despotismo, que será en el mismo instante que se anulen las austeras leyes de los serrallos, y si las señoras marruecas quisiesen admitir unas cuantas españolas para catedráticas de esta nueva ciencia hasta ahora desconocida en África, prometo en breve tiempo sacar, entre mis lecciones y la de otra media docena de amigas, suficiente número de discípulas para que paguen los musulmanes a pocas semanas todas las tiranías que han ejercido sobre nosotras desde el mismo Mahoma hasta el día de la fecha, pues aumentando el dominio de mi sexo sobre el masculino en proporción del calor del clima como se ha experimentado en la corta distancia del paso de los Pirineos, deben esperar las coquetas marruecas un despotismo que apenas cabe en la imaginación humana, sobre todo en las provincias meridionales de ese imperio».
Y no podían dudar que le querían: él se hacía querer por su bondad simplísima y por el aire un tanto sacerdotal que le daban sus años, sus austeras costumbres, su dulzura y modestia, signos evidentes de su falta de ambición.
Los conclavistas aviñoneses no dudaron un momento en designar a su elegido, fijándose todos en el llamado cardenal de Aragón, español famoso por su entereza de carácter, sus estudios canónicos, su dialéctica infatigable, sus costumbres austeras.
Después han seguido lavándome y perfumándome dos veces al día, regalándome a pedir de boca, y obligándome a estar en compañía de todas estas alegres señoritas, donde he acabado por olvidarme de Zoroastro y de mis austeras predicaciones, y por convencerme de que en esta vida se ha de procurar pasarlo lo mejor posible, sin ocuparse en la vida de los otros.
Allí acudía la juventud de Grecia a escuchar en las academias, el liceo y el pórtico las austeras lecciones de la moral, y no muy lejos se levantaban teatros magníficos para declamar, con el auxilio de la música, las grandes obras de Esquilo, Sófocles y Eurípedes, que alternaban con las del atrevido Aristófanes, a quien Menandro siguió después para oscurecer la gloria de cuantos le habían precedido.
Es increíble la cantidad de cisnes, blancos como la nieve, de cuello flexible y aterciopelado, de gansos manchados, de rico pico, de patos reales, de plumas azules como el lapislázuli, de negras bandurrias, de corvo pico, de pardos chorlos, de frágiles patitas, de austeras becacinas, de grises alas, que alegran la Pampa.

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