Ejemplos con abandonada

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Púsose de pie, recogió la escopeta abandonada junto a él, y emprendió el camino de la torre.
La isla, abandonada a sus propias fuerzas, había tenido que hacer frente durante siglos y siglos a los piratas normandos, a los navegantes árabes, a las galeras de Castilla, enemiga de los estados aragoneses, a los barcos de las repúblicas italianas, a los bajeles turcos, tunecinos y argelinos, y a los corsarios ingleses en tiempos más recientes.
Esta aparición del pasado, todavía latente en la capilla abandonada, el recuerdo de aquellas dos damas, la una toda piedad, la otra idealista, elegante y soñadora, acabó de trastornar a Febrer.
Abandonada a sí mismasin la constante rectificación de una activa autoridad moral que la depure y encauce sus tendencias en el sentido de la dignificación de la vidala democracia extinguirá gradualmente toda idea de superioridad que no se traduzca en una mayor y más osada aptitud para las luchas del interés, que son entonces la forma más innoble de las brutalidades de la fuerza.
Escuché los gemidos de ella a través de la pared, un llanto lento, desesperado, de criatura abandonada, y la voz del hombre, que en vano intentó hacerla callar ¡Qué lluvia de tristezas cae sobre el mundo!.
Varios bailes con Desnoyers y una visita a la representaban para ella sagrados derechos adquiridos, y perseguía al maestro con la desesperación de una creyente abandonada.
El mismo abogado no estaba seguro de encontrar su sepultura si alguna vez necesitaba buscarla ¡Y así había sido el final de esta criatura de lujo y de placer! ¡Así había ido a consumirse aquel cuerpo en un agujero anónimo de la tierra, lo mismo que una bestia abandonada!.
Se había ablandado su voluntad al sentirse débil é indefensa como una criatura abandonada.
Una piedad irresistible, igual a la que podía sentir por una desconocida abandonada en mitad de la calle, hizo retroceder al marino.
Ya no quiso admitir más a unos diablos que preferían las gritonas aventuras del desván a las delicias místicas de la abandonada capilla.
De manera que, cuando don Manuel murió, solo había en la casa los objetos de su uso y adorno, en que no dejaba de adivinarse más el buen gusto que la holgura, los libros de don Manuel, que miraba la madre como pensamientos vivos de su esposo, que debían guardarse íntegros a su hijo ausente, y los enseres de la escuela, que un ayudante de don Manuel, que apenas le vio muerto se alzó con la mayor parte de sus discípulos, halló manera de comprar a la viuda, abandonada así por el que en conciencia debió continuar ayudándola, en una suma corta, la mayor, sin embargo, que después de la muerte de don Manuel se vio nunca en aquella pobre casa.
Crecía la hierba allí donde se amontonaban las vagonetas volcadas, las plataformas carcomidas, delatando una explotación abandonada.
Hasta buscaron a la policía para que, amenazando a la chica, no molestase más al oficialete con sus terquedades de abandonada.
Y como hombre habituado al aspecto imponente de la catedral abandonada, metíase en la sacristía como si fuese su casa, abriendo la cesta de la cena sobre los cajones y alineando los comestibles entre candelabros y crucifijos.
Mas al ver delante de sí aquel hombre pequeñito, insignificante en su persona hasta la vulgaridad, llano en el decir hasta el desaliño, que jamás sacaba las manos de las mangas, como no fuera para tomar rapé en su tabaquera de cuerno, y ponía de manifiesto con deplorable frecuencia un pañuelo de hierbas insolente de puro feo, a cuadros azules y amarillos, con algunos vivitos verdes, trocóse su recelo en desprecio, y con la desdeñosa frialdad que guarda el grande orgullo para el pequeño que juzga empingorotado sobre una superioridad usurpada, manifestóle su de reconciliarse con su mujer, olvidando todo lo pasado, y expresóle su de que fuera él mismo quien aconsejara a la esposa abandonada acceder a sus pretensiones.
Había ya terminado la comida, llegaba a lo sumo la alegría, y los chiquillos, dispersos por todos los lados, comenzaban a organizar diversas partidas de juego, en lo alto de una roca, montado a caballo sobre uno de sus salientes, hallábase Tapón muy afanado, en mangas de camisa, armando con una caña abandonada y un largo bramante un aparato de pesca.
Y dejando abandonada a su propio impulso la filantrópica tarea de enardecer el fervor de sus operarios, retiróse a un rincón con el diplomático, llevando en la mano un fino trapito cuadrado y una bandeja de plata para colocar las hilas.
Ésta sólo interesaba a los muchachos, que, heredando el odio de sus padres, se metían por entre las ortigas de los campos yermos para acribillar a pedradas la abandonada vivienda, romper los maderos de su cerrada puerta, o cegar con tierra y pedruscos el pozo que se abría bajo una parra vetusta.
Estaba frente a una alquería abandonada, y era cosa antigua y de mucho mérito , al decir de los más sabios de la huerta: obra de los moros, según , monumento de la época en que los apóstoles iban bautizando pillos por el mundo, según declaraba con majestad de oráculo el tío.
Esta pobre huérfana, sola en el mundo, quedará abandonada y sin un alma que la comprenda y que la ame.
Pasaron rozando la abandonada galerita, que, oculta bajo su funda de lienzo, sólo mostraba las ruedas, ligeras, amarillas y finas como las de un juguete, y después de asomar su cabeza con cierta zozobra por la puerta de la cuadra, entraron en el antro obscuro y maloliente, recogiéndose las faldas y hundiendo sus elegantes botinas en la blanda y húmeda capa de estiércol.
Yo no la quiero a usted sólo como amigo: yo la amo ¿sabe usted? la amo, y soy ese hombre valiente de que usted hablaba anoche, capaz de hacerla mi esposa sin dejar abandonada a la pobre Micaela.
¡Pero qué abandonada me tienen!.
La abandonada se volvió a tapar la boca con el mantón, y su acompañante no chistaba.
Después soñaba que era ella la esposa y Jacinta la querida del tal, unas veces abandonada, otras no.
La tierna criatura sin más amparo que su madre pobre, la aflicción de esta al verse abandonada, eran en verdad un cuadro tristísimo que partía el corazón.
Había bastado que la infeliz joven abandonada, miserable y quizás mal oliente se trocase en la aventurera elegante, limpia y seductora, para que los desdenes del hombre del siglo, que rinde culto al arte personal, se trocaran en un afán ardiente de apreciar por sí mismo aquella transformación admirable, prodigio de esta nuestra edad de seda.
Comprendo que tienes razón, soy un infame, merezco tu desprecio, porque lo que tú dirás, una mujer es siempre una criatura de Dios, ¿verdad? y yo, después que me divertí con ella, la dejé abandonada en medio de las calles justo su destino es el destino de las perras Di que sí.
Allí estaba, sola, abandonada, vendida, ultrajada, calumniada, con las muñecas heridas por mano brutal y el rostro marchito por la enfermedad, el terror y el dolor.
El alma heroica que heredara de su padre, si bien abandonada a sí misma por falta de educacion literaria, habia sido pulimentada por el dolor, por la soledad, por el estudio reflexivo de la naturaleza y por la ardiente devocion que fué resultado de la especie de éxtasis en que pasó tres años consecutivos.

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